Aniversario del asesinato del padre Hamel: «Coges una navaja, vas a una iglesia y cortas dos o tres cabezas»
Cuando se cumplen cinco años del asesinato del sacerdote francés Jacques Hamel, salen a la luz nuevas revelaciones
Un tribunal de excepción con sede en París juzgará entre el 14 de febrero y el 11 de marzo de 2022 a cuatro acusados del asesinato del padre Jacques Hamel, acaecido hace ya cinco años, el 26 de julio de 2016, en la localidad normanda de Saint-Etienne du Rouvray. El principal acusado, Rachid Kassim, probable instigador del atentado, será juzgado por complicidad de asesinato. El problema es que, pese a que la orden internacional de detención no ha sido derogada, se presume que Kassim está muerto desde la primavera de 2017. Algunos medios apuntan a que pudo perder la vida entre Irak y Siria. Sí que estarán presentes, en cambio, ante el tribunal, Jean-Philippe Steven y otras tres personas cuyas identidades completas no han sido desveladas: Jean-Louis, Farid K. y Yassine S. Se les acusa de asociación de malhechores terrorista y criminal.
Según la emisora pública francesa France Bleu, se sospecha que estaban al tanto de las intenciones terroristas de los asesinos, aunque no necesariamente del proyecto de magnicidio. Los que no estarán presentes son los autores del asesinato del sacerdote, Adel Kermiche y Abdel-Malik Petitjean. Fueron abatidos inmediatamente después del crimen por la Policía.
Puede que las ausencias dificulten de alguna manera la búsqueda de la verdad definitiva, pero las últimas revelaciones periodísticas, a cargo del semanario La Vie, suponen un paso adelante en el esclarecimiento de los hechos. Como ya se ha señalado detalladamente en la web de Alfa y Omega, el degollamiento del padre Hamel fue pergeñado desde Siria, donde Kassim organizaba todo el proceso, desde el reclutamiento hasta la formación. En 2016 Kassim estuvo, además, implicado en otros dos atentados, siendo uno de ellos el que apuntaba a la catedral de Notre Dame de París, pero no logró sus objetivos. Lo más escabroso, sin embargo, de las revelaciones de la publicación católica, son los diálogos que mantuvieron los implicados en los días que precedieron al homicidio del sacerdote.
Unos mensajes de los que se desprende una mezcla de frialdad implacable y de basteza, pero también de fuerte conciencia organizativa y logística. Por ejemplo, Kermiche –que eligió en última instancia al sacerdote como objetivo– contesta a uno de sus contactos que duda sobre si debe permanecer en Francia para cometer un atentado o volver a Siria, y que el Daesh precisa de personas competentes en informática, que podrían ser «antiguos militares con experiencia estratégica, eruditos o estudiantes de ciencia».
Si esta categoría de profesionales, que suelen estar en posesión de una formación elevada, hubiera aceptado colaborar con estos delincuentes, la comunicación hubiera sido difícil, pues así se expresaba, sin ir más lejos, Kassim: «Coges una navaja, vas a una iglesia, haces una matanza, cortas dos o tres cabezas y c’est bon». Y a los que se quedaron en Francia, les recomienda «dar leches». Estaríamos ante una sesión de humor negro barriobajero de no ser porque la consecuencia de estos diálogos ha sido el martirio de un sacerdote ejemplar.