Cobo: «Que la Virgen de la Almudena nos enseñe a evangelizar lo que nos une y lo que nos distingue»
La Eucaristía con motivo de la patrona madrileña ha tenido lugar en la mañana de este sábado en la explanada de la catedral madrileña
«Miremos a María como Madre del Encuentro y veamos en ella un ejemplo de cómo vivir la unidad sin perder de vista la riqueza de la diversidad». Así lo ha expresado el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la mañana de este sábado en la homilía de la Misa solemne en honor a la patrona de Madrid, Nuestra Señora La Real de la Almudena. De esta manera, el cardenal ha subrayado el papel de María como un símbolo de cohesión, capaz de acoger las diferencias y, al mismo tiempo, de inspirar la unidad entre personas de distintas procedencias y creencias.
Las palabras del cardenal resonaban en una plaza que ya bullía desde horas antes de la Eucaristía. Los primeros en llegar, a las 6:00 horas, eran los alfombristas de Ponteareas que, como cada año, acuden a honrar a la Virgen con su alfombra de flores. Un trabajo que empezó en realidad en agosto, con la recolección de las hojas de eucalipto para su secado. En unas horas, cuando la Virgen pase por encima durante la procesión, quedará todo desecho, pero esa, como dice Miguel García, presidente de la Asociación de Alfombristas, es su satisfacción. «No hay mejor pago que una procesión pase por encima de las flores».
Pasadas las 10:30 horas comenzaban a repicar las campanas a la espera de la Virgen, que salía de la catedral esplendorosa con su manto amaranto, del siglo XVIII, un adamascado rojo agranatado liso con greca de oro, que ha estrenado por primera vez para esta festividad. A esa hora justo comenzaba a lucir el sol, después de una mañana destemplada y con neblina. Con garbo, a hombros de 46 anderos de Jesús el Pobre, hacía su entrada en la plaza de la explanada de la catedral el paso procesional de la Virgen, adornado con mini hortensias blancas y lisianthus a juego con el manto.
El público aplaudía y aclamaba «¡Viva la Virgen de la Almudena!». Como los pequeños hermanos Chloe y Christofer, cada uno con su ramo en la mano para ofrecérselo después a la Virgen. Precisamente este día es su cumpleaños y ya le han pedido su regalo a la patrona de Madrid. La niña, amor, y el niño, paz.
«Las diferencias son un don que nos enriquece»
En su homilía, el cardenal Cobo ha propuesto una «doble mirada» hacia la Virgen, que permita entender cómo «la diferencia y la unidad son dos caras de la vida compartida y plena que el Evangelio nos propone», destacando que la diferencia no debe entenderse como un obstáculo, sino como un don que enriquece la vida en comunidad. «La diferencia nos invita a revisar nuestras propias convicciones, a abrirnos a nuevas perspectivas y a hacernos preguntas esenciales sobre nuestra identidad y nuestro propósito en el mundo», ha señalado.
En ese sentido, ha defendido el valor de la diversidad, enfatizando que «aceptar la diferencia no significa caer en el relativismo o pensar que todo vale». Por el contrario, implica ver en cada persona una riqueza que nos desafía y nos impulsa a crecer juntos. A la vez, ha recordado que la unidad es «imprescindible», ya que sin ella la diversidad pierde su verdadero sentido. El Espíritu Santo, ha explicado el arzobispo de Madrid, «propicia la diversidad, pero nos llama a la unidad, a encontrar lo común en lo más profundo de nuestra humanidad».
Durante toda la celebración, ha estado presente la reciente devastación causada por la DANA en varios municipios de España y el cardenal ha destacado cómo, en esos momentos de adversidad, la gente «ha dejado de lado las diferencias para unirse y ayudar a quienes lo han perdido todo». La homilía ha concluido con una exhortación a seguir el ejemplo de María en la construcción de una sociedad «más humana y abierta al diálogo», y con una oración a la Virgen de la Almudena, pidiéndole que ayude a la ciudad de Madrid a caminar unida en su diversidad.