Cobo: «Pidamos al Espíritu Santo el regalo de la sabiduría y la pasión por la verdad»
El cardenal arzobispo de Madrid preside una Eucaristía durante el acto de apertura del curso académico en San Dámaso
El curso académico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso (UESD) ha comenzado este jueves con una solemne Eucaristía en la catedral de la Almudena, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid. En su homilía, el arzobispo ha querido ofrecer una profunda reflexión sobre el papel de la universidad en la formación integral de las personas y en su compromiso con la misión evangelizadora de la Iglesia, en un contexto cultural cambiante y lleno de desafíos. La celebración ha congregado en el templo a profesores y alumnos de la universidad, junto con el cardenal Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid; los obispos auxiliares, Juan Antonio Martínez Camino, Jesús Vidal, Vicente Martín y José Antonio Álvarez; el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán; el obispo auxiliar de Getafe, José María Avendaño; el obispo de Alcalá de Henares, Antonio Prieto; el obispo emérito de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla; el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández; el obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza; el rector de la UESD, Nicolás Álvarez de las Asturias, profesores, alumnos y numerosos sacerdotes de la archidiócesis madrileña.
En sus palabras el cardenal Cobo —gran canciller de la UESD— ha resaltado el papel fundamental de la universidad como espacio de búsqueda y reflexión crítica, alineando su discurso con la misión evangelizadora de la Iglesia. Así, ha recordado a los presentes que «no os toca conocer los tiempos que el Padre ha establecido», subrayando la importancia de la confianza en la acción del Espíritu Santo, quien concede la fuerza necesaria para ser testigos del Evangelio hasta los confines de la tierra.
Al hilo del Evangelio proclamado, el arzobispo de Madrid ha destacado una petición para la comunidad universitaria: «El don de saber desde el primer día tener claro lo fundamental, lo que se pide de nosotros. No es otra cosa que saber amar a Dios con todo el corazón y con todo el ser. Se lo pedimos también para toda nuestra archidiócesis y para toda la Iglesia. Si no comenzamos por ahí perdemos el norte y todo lo demás será vano y efímero».
En segundo lugar, ha citado la docilidad para acoger y guardar su Palabra. «Las dos cosas son igualmente importantes: acoger y guardar. Acabamos de tener la oportunidad de acoger la Semana de la Palabra en la diócesis: juntos a la escucha, porque a Palabra necesita ser acogida y rezada personal y comunitariamente». La tercera súplica es que nos dejemos habitar por la Palabra: «Solo así la haremos visible en nuestra vida y será creíble».
No un refugio de ideologías
El arzobispo de Madrid ha reflexionado sobre la planificación humana y la sorpresa divina, destacando que, aunque los hombres intenten organizar sus vidas de forma meticulosa, es Dios quien, a menudo, rompe esos esquemas, sacando a sus discípulos de su zona de confort para implicarlos en su misión. «Jesús nos sorprende haciéndonos regalos inesperados», ha señalado, poniendo de relieve cómo el Maestro enseña a caminar por las periferias y a afrontar la intemperie de la vida. De esta forma ha invitado a la comunidad universitaria a orar intensamente al comienzo del curso, pidiendo al Espíritu Santo que renueve la faz de la tierra y que la guíe en su formación académica y espiritual.
El arzobispo ha pedido al Espíritu Santo el don de la sabiduría y la pasión por la verdad, en línea con lo que el Papa Francisco sugirió recientemente a los profesores de la Universidad Católica de Lovaina: «Ensanchar las fronteras del conocimiento» y hacer de la academia un espacio vital que interpele y abrace la vida. La universidad, ha afirmado, «no puede ser un refugio de corrientes ideológicas, sino un espacio común de búsqueda y de debate profundo sobre las problemáticas de la sociedad moderna».
Ha insistido en que además «debe ser portadora de búsquedas, debe ser conciencia crítica, debe iluminar con su reflexión a quienes se enfrentan a la problemática de la sociedad moderna o postmoderna, debe ser el crisol donde se debatan con profundidad las diversas tendencias y se propongan soluciones. Nunca la universidad puede ser refugio de tal o cual corriente, sino espacio de búsqueda común».
El cardenal Cobo ha exhortado a los estudiantes y profesores a ser coherentes y testigos creíbles del amor de Cristo. Recordando las palabras de san Pablo VI, ha destacado que «necesitamos más testigos que maestros», indicando que el testimonio personal es el mejor instrumento para la evangelización, especialmente en un mundo donde la verdad está en crisis y el racionalismo deja vacíos insatisfechos.