Cobo en la visita de los Reyes Magos: «Nos invitan a seguir siempre a Jesús»
Los magos de Oriente confirmaron que «este año los niños piden especialmente el don de la paz» y también «por los cansados, los enfermos, los ancianos, y todos los niños que no tienen papá y mamá»
Hace una semana, el oficial Alberto, de la Policía Municipal de Madrid, recibió un especialísimo encargo: escoltar, junto a otros cinco agentes motorizados, a los Reyes Magos en su traslado desde la Casa San Justo, donde están alojados estos días por invitación del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, hasta la catedral de la Almudena. La misión era este viernes con motivo del encuentro que mantendrían los magos de Oriente con las familias.
Si los niños estaban nerviosos, los Magos de Oriente no eran menos. Emocionados y expectantes. Les hacía mucha ilusión volverse a encontrar con ellos en la catedral, como el año pasado, cuando tan buena acogida tuvieron. Además, renovaban su adoración al Niño Jesús, como hicieron en Belén hace más de 2.000 años.
El camino a la catedral, escoltados, se convertía en todo un acontecimiento para las personas que en esos momentos paseaban por las calles San Justo, Sacramento y Mayor. Los niños saludaban y los mayores se sorprendían. «Si giran a la derecha en el semáforo es que van al Palacio Real», vaticinaba uno de ellos. Su destino no era exactamente ese, sino la catedral de la Almudena, donde estaban a esa hora ya los cientos y cientos de niños que se agolpaban a la entrada y en su interior, junto a sus padres. Ilusión, caras emocionadas, las cartas en las manos… Imposible mantenerse quietos del puro nervio.
«La vida cristiana es un continuo viaje para llegar a Dios»
«Gracias papás y mamás, abuelos y abuelas, que os habéis acercado aquí porque queréis seguir la luz de la Navidad», saludó el cardenal Cobo a los presentes, después de dar la bienvenida a los magos. «Es todo un honor que antes de las cabalgatas, de la noche de regalos, quieran venir aquí, a la casa de los cristianos, para lo más valioso de la Navidad: adorar a Jesús que se hace niño estos días».
El arzobispo de Madrid continuó su saludo manifestando a Sus Majestades que «vuestra llegada nos recuerda a todos que es posible encontrar a Cristo, que la fe no tiene fronteras y que el amor se extiende a todas las naciones y culturas». «Con sus ofrendas nos enseñan que la verdadera grandeza está en ponerse en marcha; salir de casa para adorar a Jesús y aprender a reconocerlo siguiendo las estrellas», reflexionó.
Recordó a los más pequeños que la estrella que iluminó a los Magos «es Cristo, Jesús, la esperanza de los pueblos y el príncipe de la paz». «Hoy, cada uno sois una estrella que puede guiar a otros, a conducir y llevarlos a Jesús». Y también los animó: «¿Sabéis que vosotros también podéis ser Reyes Magos? Cuando compartís un juguete, ayudáis en casa o miráis a Jesús».
En este sentido, el arzobispo recordó que «los Magos de Oriente nos dan un mensaje: seguid siempre a Jesús, él es el que nos hace felices». Y para eso, «no olvidéis a los amigos de Jesús». «A veces —observó—, os cuesta ir a Misa, rezar, ir a catequesis, pero cuidando esas cosas podemos hacer lo que los Magos; llegar a Jesús y vivir la alegría fundamental». Para concluir, el arzobispo de Madrid se dirigió a los Reyes Magos: «Gracias por recordarnos que la vida cristiana es un continuo viaje para llegar a Dios».
Los niños piden por la paz
Por su parte, los Reyes Magos respondieron a algunas preguntas y así los niños han podido oír las voces de los Reyes Magos, tan melodiosas. El rey Gaspar aseguró que, a pesar del largo viaje a Madrid, «no estamos muy cansados», sobre todo porque cogen fuerzas de la «magnífica bienvenida que nos ha dado el señor cardenal» y de «ver las caras de los niños».
El rey Baltasar anunció que «este año los niños piden especialmente el don de la paz» y confirmó lo que los Reyes han pedido al Niño Jesús para ellos en este año, que además es Año Santo: esperanza. También piden por «los cansados, los enfermos, los ancianos, y todos los niños que no tienen papá y mamá».
La fiesta de los Reyes en la catedral concluyó con la entrega de cartas. Sentados en sus tronos en el atrio de la calle Bailén, Sus Majestades fueron recibiendo uno por uno a los niños que hacían cola, que daba la vuelta a la catedral entera. Lloviznaba en ese momento en Madrid, pero niños —y padres— no lo notaban. Los Reyes Magos estaban allí, esperándoles. Y eso valía todo la pena.