Cobo en el Jubileo con migrantes: «Sois el corazón silencioso de nuestras ciudades» - Alfa y Omega

Cobo en el Jubileo con migrantes: «Sois el corazón silencioso de nuestras ciudades»

La catedral de la Almudena se llenó de trajes típicos, lenguas y reivindicaciones el pasado domingo, durante la Misa jubilar con migrantes

Cristina Sánchez Aguilar
El grupo boliviano que bailó a la salida durante la celebración de la Misa
El grupo boliviano que bailó a la salida durante la celebración de la Misa. Foto: Cristina Sánchez Aguilar.

Mientras una patera a hombros de varios voluntarios llegaba hasta el altar de la catedral de la Almudena, resonaba el eco de estas palabras entre los muros del templo: «Recordamos a los más de 80.000 seres humanos, migrantes y refugiados, que desde 1990 hasta hoy han encontrado la muerte tratando de llegar a Europa. De ellos, al menos 40.000 han perdido la vida en los últimos diez años». Entre ellos hay muchos niños y niñas, «como Yaguiné, Fodé y el pequeño Aylan». Así comenzó la Eucaristía en el marco del Jubileo con migrantes y refugiados, que se completó con una vigilia el día anterior ante el CIE de Aluche o la Misa que tendrá lugar el 19 de octubre en el templo de Nuestra Señora de las Maravillas. Y cuatro términos que quedaron escritos dentro de la barcaza: «Fronteras», las que «los seres humanos levantamos»; «muros» visibles e invisibles «donde tantas veces la esperanza de los migrantes y refugiados se ve truncada». «Exclusión» para los que, «habiendo llegado a Europa son víctimas de la trata, de la explotación, de la falta de acogida, del odio y del racismo, de la falta de humanidad». «Indiferencia» ante el dolor y el sufrimiento «de un pueblo que huye de las guerras, del hambre, de la violencia, que busca no ya un futuro mejor, sino simplemente un futuro».

Homilía

• «La hospitalidad no es una opción, es un deber moral y social».

• «En nombre de esta Iglesia peregrina en Madrid os digo que la Iglesia quiere ser siempre vuestra casa: aquí no hay extraños. Esta Iglesia os necesita y da gracias a Dios por vuestra presencia, vuestra fe y vuestra esperanza».

• «Los partidos políticos de todos los signos suelen convertir nuestro gran movimiento migratorio en un campo electoral. Nuestra vida se convierte muchas veces en instrumento de intereses políticos o ideológicos. Pero en la Iglesia no hay “ellos” y “nosotros”: en Cristo solo existe un único nosotros, una única familia de Dios».

• «La migración no es cuestión de ideologías ni de fronteras, sino de justicia y de derechos humanos. Queremos una migración segura, ordenada y humana».

Al término de la celebración, la explanada de la entrada de Bailén se llenó de bailes y color. Danzas amazónicas, filipinas, bolivianas… pusieron el broche final a la celebración jubilar. Helen, ataviada con un pesado vestido de lentejuelas y cristalitos de colores, se disponía a bailar una danza típica boliviana. Nacida en España de padres emigrados, quiere que el folclore de su tierra pertenezca a la vida de su familia lejos de su hogar. «Nos sentimos parte de la Iglesia», explicaba, nerviosa, antes de la actuación. 

Mientras, bajo la estatua de san Juan Pablo II un quinteto de mujeres filipinas, con unos florales sombreros, se preparaban hacendosas para su aparición. María Josela dio un paso al frente para hablar con la periodista, aunque le temblaba la voz. Son de la capellanía filipina en Madrid, Tahanan, como han nombrado a su grupo, que en su idioma natal significa «hogar». Radicadas en la parroquia de Nuestra Señora del Espino, atendida por los claretianos, celebran Misa juntos, tienen clase de español y comparten vivencias para no perder sus raíces. «Ha dicho que damos vida; ha sido precioso», rememora de la homilía del cardenal Cobo

En un grupo, a la salida, están Furno y Jerome charlando amigablemente. Furno pertenece a la Comunidad de Sant’Egidio y gestiona en Lavapiés una Escuela de la Paz con niños de todas las nacionalidades. Ella agradeció las palabras del cardenal, «porque son muy necesarias en una sociedad que rechaza al migrante». Jerome es nigeriano. «Ha sido como un padre que habla a sus hijos; una enseñanza», y recuerda con una sonrisa las palabras del arzobispo de Madrid, quien llamó a los presentes «corazones silenciosos de nuestras ciudades».

Para recordar sus historias

Un marcapáginas con una historia como la de Ali, senegalés de 17 años que llegó en patera. Cuenta que en el viaje le robaron todo, también el pasaporte, por lo que, cuando entró en España, reflejaron que era mayor de edad. «Estoy hablando con mi familia en Senegal, que está intentando enviarme los papeles para poder demostrar que soy menor», explica. Y cuenta que vino a España porque es bueno jugando al fútbol y creía que aquí podría tener una oportunidad. «Y así mandar dinero a mi familia para que allí vivan mejor, pero lo veo muy difícil y estoy perdido y solo». Como su historia, varias para cada uno de los asistentes. Y, así, no olvidar lo que les ocurre a nuestros hermanos y vecinos.