Cobo anima a los superiores de vida consagrada «a caminar en la diocesanidad» - Alfa y Omega

Cobo anima a los superiores de vida consagrada «a caminar en la diocesanidad»

«El sentido de nuestra vocación es en la Iglesia; hemos nacido en la Iglesia y para la Iglesia», les ha dicho el arzobispo de Madrid

Begoña Aragoneses
El arzobispo de Madrid, José Cobo, y Aurelio Cayón. Foto: Begoña Aragoneses

El Aula Magna del Seminario Conciliar de Madrid acogió el pasado sábado, 5 de abril, un encuentro anual de los superiores mayores (provinciales y generales) de institutos de vida consagrada con presencia en la diócesis de Madrid. Convocados por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, al evento asistieron un centenar de superiores [o delegados] a los que quiso agradecer toda su implicación en la diócesis.

Tal y como expresa el padre Aurelio Cayón, SSCC, vicario episcopal de Vida Consagrada en la diócesis de Madrid (en la imagen, junto al arzobispo de Madrid), el cardenal Cobo los animó a todos «a caminar en la diocesanidad compartida» y valoró la colaboración que la vida consagrada puede hacer al «cuidado de la fraternidad», algo en lo que es, dijo, experta. Junto a ello, hizo un llamamiento a «ayudar en el cuidado de la interioridad». En este sentido, resalta el vicario cómo el arzobispo de Madrid aseguró que «la diócesis necesita lugares donde se enseñe a rezar, y la vida consagrada puede aportar en esto su testimonio».

Por último, y sin olvidar el Año Santo que vive la Iglesia universal, «nos animó a seguir caminando junto en esta peregrinación de la Iglesia como sembradores de esperanza».

Los encuentros, que se vienen realizando desde hace ya varios años, señala Cayón, se conciben como un momento de diálogo «para favorecer la comunión, la misión en la diócesis y la relación fraterna entre los consagrados y nuestro pastor en bien de la misión compartida».

Este año, los participantes habían recibido previamente dos cuestiones para poder llevarlas a la reflexión conjunta. En primer lugar, dado que muchos están en edad de jubilación laboral, que no de misión, especifica el padre Aurelio, «de esa no nos jubilamos nunca», se trataba de ver cómo se puede seguir participando de ella habiendo cumplido la etapa laboral.

Y un segundo aspecto a valorar era el de las «fronteras en las que estamos o en las que debemos estar». En este sentido, se pusieron sobre la mesa aquellas «en las que se nos llama a estar». Como en el mundo de la juventud o en el de la educación y, en este sentido, en el acompañamiento al profesorado. También en la frontera de la escucha: «En la diócesis se está preparando a gente y se habló de cómo se pueden coordinar los centros de escucha diocesana con la vida consagrada». En este punto se constató la «necesidad de acompañamiento a jóvenes, y no tan jóvenes, en los nuevos problemas de salud mental».

Junto a todo ello, también se propuso la atención a la vulnerabilidad como otra frontera, con la valoración de proyectos más compartidos y sinergias entre distintos recursos, así como la atención a la mujer y la importancia de la formación del laicado y el catecumenado de adultos.

Tras la sesión en el Aula Magna, los asistentes pudieron compartir una comida fraterna también en el Seminario. En líneas generales, estos momentos, sostiene el vicario de la Vida Consagrada, favorecen la comunión en dos dimensiones: entre los propios institutos de vida consagrada de Madrid, y con la Iglesia diocesana. «El sentido de nuestra vocación es en la Iglesia; hemos nacido en la Iglesia y para la Iglesia». Por eso, «se ha ido creando una pequeña tradición con estos encuentros, que ayudan mucho a la comunión en la diócesis».