Cientos de guipuzcoanos se unen en Arantzazu a los cristianos de Oriente Medio
Los cristianos de Oriente Medio son testigos, con perplejidad, del silencio de Europa ante su sufrimiento. Para hacerlo presente y unirse a ellos en este particular calvario, cientos de guipuzcoanos convirtieron la tradicional Marcha diocesana al santuario de Arantzazu en un acto de solidaridad. La peregrinación, que se celebró este sábado bajo el lema Misericordia sin límites, estuvo presidida por monseñor José Ignacio Munilla
Cientos de guipuzcoanos se dieron cita este sábado en la tradicional Marcha de la diócesis de San Sebastián al santuario de la Virgen de Arantzazu. Bajo el lema Eman hitza errukiari-Misericordia sin límites, la marcha se convirtió en un gesto solidario con los cristianos perseguidos de Oriente Medio. De esta manera, los participantes quisieron hacer suyo el calvario que sufren los cristianos en Tierra Santa y hacer presente su drama, ante el que Europa guarda silencio.
Monseñor Munilla subrayó que los cristianos de aquellas tierras son para nosotros un revulsivo, y ha pedido que sean un acicate para nuestra conversión.
El obispo, que hace poco encabezó una peregrinación diocesana a Tierra Santa, manifestó la sorpresa y la perplejidad de los cristianos de Oriente Medio ante el silencio de Europa. Y subrayó la necesidad de la misericordia en este mundo. De hecho, el lema de la Marcha a Arantzazu de este año, Misericordia sin límites, entronca con la carta pastoral de los obispos de Euskadi y Navarra del pasado febrero, y con el Año Santo extraordinario que ha convocado el Papa, centrado en la misericordia.
Ya en el Santuario, en su homilía, el prelado recordó la figura de santa Teresa de Jesús, de cuyo nacimiento se cumplían 500 años. «Esta coincidencia, podemos y debemos de interpretarla como una invitación a familiarizarnos con el legado de la espiritualidad teresiana», dijo el obispo. «¡Con cuánta frecuencia ocurre en nuestros días que, no apreciando los tesoros de espiritualidad que tenemos cerca de nosotros, acudimos, sin el adecuado discernimiento, a diversas fuentes orientales, ajenas a nuestras raíces cristianas! ¡Ojalá la celebración de este quinto centenario del nacimiento de la Santa abulense, despierte en nosotros el hambre y la sed por conocer y profundizar en la riqueza espiritual que encierran sus obras!».
La marcha que, a pesar del mal tiempo volvió a reunir a fieles de todo Gipuzkoa, transcurrió a lo largo de ocho kilómetros, entre Oñati y Arantzazu, entre cantos y oraciones. Y finalizó con una oración que dirigida por el obispo en el santuario.