Chicas nuevas 24 horas
Sofía tiene 17 años. Es paraguaya, pero vino hasta España para vivir con su tía, que ofreció a su madre sacar a su hija del círculo de pobreza en el que vivían. Su madre tuvo que hipotecar la casa para que su hija viajara. «Vine con mi prima, que era mayor de edad. Nos quedamos las dos con mi tía viviendo». Su tía las tuvo 6 meses durmiendo en el sótano. «Era menor cuando llegué. No podía salir, porque podía perjudicar a mi tía. A mi prima la obligaron a ejercer prostitución. Una noche llegó sangrando y llorando, contándome que se había acostado con 40 hombres. Que la pegaron». Cuando Sofía cumpliera los 18, sus tíos la iban a prostituir para ganar dinero con ella. Si no lo hacía, la echarían a la calle en un país desconocido y sin un duro.
Yandy tiene 15 años y es peruana. «Cuando era niña, era feliz. Me gustaba jugar al fútbol y estudiar. Mi papá y mi mamá cultivan maíz, trigo, habas. Yo buscaba trabajo porque quería ayudar a mi familia». Fue a un centro donde ofrecían empleo, y una señora le dijo que necesitaba chicas para un restaurante. Se fueron con ella tres niñas. Acabaron en los prostíbulos del Amazonas, en una zona de extracción minera ilegal donde demandan sexo de menores, porque creen que las mayores les van a contagiar. «En cada uno de esos lugares hay cerca de 90 niñas entre 13 y 17 años», explica Mabel Lozano, directora del documental Chicas nuevas 24 horas, que se estrenará en septiembre. Jenny, médico forense en el Amazonas, cuenta que muchas niñas llegan hasta ella tras intentar cortarse las venas o ingerir raticida, en estado de coma. Otras llegan heridas, porque las patearon cuando supieron que querían escapar.
Yandy y Sofía son dos de las muchas historias que aparecen en el documental, rodado en Argentina, Paraguay, Colombia, Perú y España. El proyecto completo de Mabel se puede conocer en www.proyectochicasnuevas24horas.com