El gigantón inglés G. K. Chesterton (1874-1936) ha suscitado tan variadas como encontradas opiniones, pero su pensamiento nunca ha dejado indiferente. Y ello es, seguramente, por la inteligente mordacidad y hondura de sus reflexiones, vertidas tanto en sus ensayos como en sus novelas y relatos policiacos. El conservadurismo metafísico de Chesterton resulta siempre actual, como actuales resultarán siempre los diálogos de Platón; porque hablan de lo que la humanidad, en tiempos de duda y zozobra, acaba siempre por buscar inevitablemente: belleza, justicia, bien, bondad. Su conservadurismo político y social, en momentos de desorientación ética, también cobra actualidad, pues, por mucho que cierto sector del liberalismo más dulzón critique las formas, «las formas son civilización» –como a Chesterton le explicó su abuelo–. Ricardo Moreno ha publicado en la dilecta editorial Fórcola, con prólogo de Ignacio Peyró (director del Instituto Cervantes de Londres), un librito delicioso en el que dialoga con Chesterton sobre muy diversos temas: religión, filosofía, vegetarianismo, locura, tradición, pedagogía o literatura e intelectuales, entre otros muchos asuntos. En 200 páginas se disecciona, con gracia por parte del autor y mucho placer por parte de quien lee, el riquísimo pensamiento chestertoniano, que responde a las cuestiones que formula Moreno mediante traducciones de textos reales del ensayista inglés. Algunos asertos de Chesterton no pueden ser más acuciantes, más certeros. Respecto al aceleracionismo que rige nuestra existencia, asegura que «la vulgaridad que hay en nuestra vida nace en gran parte de su rapidez». Frente a la homogeneidad de criterio y a la imposición del pensamiento único, afirma que «la monotonía es solo una cualidad personal. No hay paisajes grises, sino espectadores grises». Contra el pesimismo imperante, defiende que «la verdadera alegría tiene en sí misma el sentido de la inmortalidad», y que, si deseamos ser auténticamente alegres, «debemos creer que hay una alegría eterna en la naturaleza de las cosas» y en su inagotable observación. En este Qué hay de nuevo, Chesterton. Conversaciones con un genio los lectores darán con un preciso y precioso material para pensar nuestros días con ironía, profundidad y mucho seso. Chesterton es un humanista necesario en momentos de disgregación, pérdida y confusión.