Celmira Macedo: «La escuela es, a veces, como una tienda de talla única»
La educadora ha sido nombrada emprendedora social en 2021 por Ashoka
Celmira Macedo, que nació en Angola y vive en Portugal, siempre está pensando en nuevos proyectos para mejorar la vida de las personas que más lo necesitan, entre ellas, las que tienen discapacidad. Ha escrito un libro, ha organizado escuelas de padres, ha fundado una asociación y ha creado un método de aprendizaje innovador, EKUI. Hace unos días fue nombrada emprendedora social 2021 por Ashoka.
¿Qué es EKUI?
Una metodología inclusiva y multisensorial que está cambiando la forma de enseñar a leer, escribir y comunicarse. Los niños van a aprender a la vez las letras del alfabeto, la lengua de signos, la fonética y el código braille a través de unas cartas. De esta forma, se activan distintos canales sensoriales: visual, auditivo y táctil. El aprendizaje es más rápido, efectivo y motivador. También más inclusivo, pues aprenden la lengua de la comunidad sorda y el código que va a incluir a la comunidad ciega, y los niños van a estar juntos. En Portugal y otros países sacamos de la clase a los niños que tienen alguna dificultad. Cuando se hace esto se les priva de conocer a sus pares y de socializar. Nadie va a empatizar con sus problemas ni va a ser su amigo. EKUI cambia esa cultura, pues ya no hay unos que lo saben todo y otros que no. Todos los niños pueden enseñar.
¿Qué necesidades percibió?
Cuando entré en la escuela como profesora vi que muchos niños se estaban quedando atrás. Investigué durante mi doctorado en Salamanca por qué no aprenden y qué es necesario para que lo puedan hacer. La escuela es, a veces, como una tienda de talla única. Se aprende de una manera estandarizada y, si no lo haces, es problema tuyo. No, es un problema nuestro. El 90 % de las dificultades de aprendizaje tienen que ver con la forma de enseñar.
¿Qué aporta a un niño sin problemas aprender lengua de signos o braille?
El cerebro memoriza una información 60.000 veces más rápido cuando va acompañada de una imagen. Aprenden en la mitad del tiempo y van a poder comunicarse con niños con dificultades. Además, van a desarrollar la empatía, a darse cuenta de que no lo saben todo, solidaridad. Valores.
¿Cómo afecta a los profesores?
El 90 % de los profesores que hemos formado y acompañado en Portugal han cambiado su forma de enseñar. Se ha creado del mismo modo una red entre ellos y hacen aportaciones y desarrollan materiales. Algunos están trabajando las matemáticas con el braille y otros han creado un cuento, el del EKUI, que yo he terminado. Es un duende mágico que lucha contra el monstruo de las barreras. Los niños quieren ser EKUI e incluso dicen que es un personaje legendario.
Usted sufrió bullying en la escuela tras llegar a Portugal como refugiada desde Angola. ¿Cómo le marcó esto?
Como veníamos de otro país y teníamos otra cultura, nos apartaban. Nadie hablaba con nosotros. Decían que no podíamos ser inteligentes. Esto tuvo en mí dos efectos. Uno negativo, pues pensaba que tenía que demostrar que era una niña inteligente; y otro positivo, ya que podía usar lo que soy para romper estas injusticias sociales. Quise estudiar Derecho para ser abogada, pero mis padres no lo podían pagar, así que pensé que como profesora podía hacerlo también. Donde yo estuviera no podía haber bullying. He desarrollado EKUI, he creado escuelas de padres, he hecho un doctorado… Fue intenso y tuve un derrame cerebral.
Creo que se quedó sin habla.
Estuve unos minutos, que parecieron horas, sin poder hablar. Me puse en el lugar de los millones de personas que en el mundo tienen dificultades para comunicarse. Ha sido un catalizador para poner en marcha EKUI.
EKUI ya está en 400 escuelas de Portugal. ¿Llegará a otros países?
La metodología es universal y se puede utilizar en español y en otras lenguas, siempre que se cambie la lengua de signos y la representación de algunos sonidos en las cartas. Es sencillo. Estoy ya en contacto con la Universidad de Salamanca y me gustaría que fuera una política pública en España.
¿Qué significa haber sido reconocida por Ashoka?
Significa reconocer a esa niña de 7 años que decían que no era buena porque venía de otro lugar, y el trabajo de toda una vida. Tener este sello abre puertas, me certifica como emprendedora y me ayuda a servir de inspiración para otros. Muestra que las cosas se pueden cambiar. Me gusta decir que cuando consigo que una persona mire con valor a la diversidad ya he ganado el día. Espero tener muchos días en mi vida para cambiar a muchas personas, que, además, podrán cambiar a otras.
¿Ha ido contracorriente?
En 2015, en una reunión con expertos, me dijeron que no iba a funcionar, que era difícil de entender. Pero sí fue posible y ahora se enseña el alfabeto en la mitad de tiempo. Esto significa que el resto puedes utilizarlo para ayudar a los que van más despacio.
Hábleme de la asociación que montó para que los padres de niños con discapacidad se pudieran ir de vacaciones.
Cuando empecé a trabajar con estos niños, percibí que los padres estaban agotados. No tienen ni un día para estar tirados en el sofá o en la plaza. Y me dije que tenía que hacer algo. Entonces monté unas colonias de vacaciones y mi equipo y yo nos quedábamos durante una o dos semanas con los pequeños y los padres se podían ir de vacaciones. Las dejé de hacer por mis problemas de salud, pero me gustaría retomarlas. Fue uno de los proyectos.
¿Algún otro?
Cuando íbamos por los pueblos para atender a los niños con discapacidad, me di cuenta de que las personas mayores estaban muy solas. Sus hijos habían emigrado y apenas tenían contacto con ellos. De nuevo me dije que tenía que hacer algo. Y desarrollé un proyecto para ponerles en contacto a través de videoconferencias. Una abuela de 100 años conoció a sus bisnietos que estaban en Canadá. No he parado ni voy a parar.