El método escolástico pediría, además de la petición de principios, la definición de conceptos. En un libro sobre el catolicismo liberal en España, definir qué se entiende por católico liberal no está de más. A no ser que, en lo referido a lo liberal por mor de su naturaleza mutante, haya que recurrir a la Historia para que percibamos, al menos con más claridad, quién es un liberal y además católico. Y así lo ha hecho Felipe-José Vicente Algueró con este apasionante libro sobre los nombres del catolicismo liberal en la historia de España.
Se podría decir que plantear la relación entre católicos y liberalismo es una forma de plantearse la cuestión entre catolicismo y modernidad. Señala el autor que «el catolicismo liberal es un concepto lleno de matices. Abarca desde el liberalismo de tipo dogmático, que lleva un reduccionismo racionalista a la fe cristiana, hasta el simplemente político, que supone un discernimiento tanto de la propia fe como de las doctrinas liberales». La complejidad que lleva implícita la expresión de católicos liberales exige de una matización que sólo se puede hacer a partir de la reconstrucción del cuadro de la Historia. Máxime cuando la aceptación, más o menos crítica de las revoluciones liberales, y por tanto de la modernidad, es un campo no vallado tanto para la teoría política como para la Historia. No sé por qué la afirmación de que todo problema político es un problema teológico viene al cuento. Quizá lo importante de la cuestión de los católicos liberales es dónde colocamos la línea que hace que el liberalismo no restringa el catolicismo hasta los límites de su propia identidad.
Pero lo interesante del libro, que arranca con un capítulo sobre el liberalismo en la doctrina de la Iglesia, al que le sigue uno no menos interesante sobre la Escuela de Salamanca y el jansenismo, está en los nombres que va sembrando esta larga historia. Desde Torres Amat, Francisco Martínez Marina, Diego Muñoz Torreo, Antonio Posada Rubín de Celis, hasta Julián Marías o los Tácitos, el camino es apasionante, sobre todo porque siempre hay que relacionarlo con el de los católicos que no se definían como liberales.
Sorprende en el libro la relación que el autor mantiene con don Marcelino Menéndez y Pelayo. O alguna afirmación sobre la historia de la ACdP o sobre alguno de sus hombres, Martín Sánchez-Juliá, por ejemplo. Estas cuestiones darían para otra reseña. Pero lo que sorprende es alguna que otra tesis, en el muy interesante prólogo, del historiador Fernando García de Cortázar, que quisiera compartir con los lectores: «A lo largo de los últimos cuarenta años, la Iglesia ha perdido de modo progresivo su antigua influencia como elemento de integración en la sociedad española. Por su falta de estructura y tradición democráticas, la Iglesia se encuentra incómoda en situaciones de pluralismo y secularización, lo que le hace estar permanentemente a la defensiva y quejarse, de vez en cuando, del poco caso que se le presta. El disenso de los creyentes respecto de la doctrina oficial en cuestiones de moral sexual y familiar cada día es más importante, lo que comporta un incremento del subjetivismo de la conciencia individual, una forma de luteranización del catolicismo hispano». Ya.
Felipe-José de Vicente Algueró
Encuentro
2012
384
30 €