Casi un 12 % de las personas encarceladas reciben atención de la Iglesia
La Conferencia Episcopal hace público un informe en el que se refleja la práctica totalidad de la labor de la pastoral penitenciaria en nuestro país
Con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias, el Departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal acaba de publicar el Informe de Recursos Pastorales correspondiente al 2017 que da cuenta de la ingente labor que agentes de la Iglesia católica realizan en las cárceles españolas y también fuera de ellas. Los datos se refieren a 78 de los 82 centros penitenciarios, un 95 % del total, y que aglutina a cerca del 99 % de las personas privadas de libertad. En ellas trabajan 50 capellanes a tiempo completo, 84 a media jornada y otros 28 de apoyo. Con estos colaboran unos 2.700 voluntarios –2040 dentro de la cárcel y 660 fuera–. A nivel de entidades, colaboran 358 parroquias, 196 congregaciones religiosas y 154 ONG.
Todos estos recursos humanos se ponen en marcha para todo aquel que lo desee a través de programas religiosos, sociales y jurídicos dentro de los centros penitenciarios, aunque también hay posibilidad de continuar fuera. Así, más de 7.000 personas privadas de libertad reciben atención por parte de la Iglesia en nuestro país, lo que supone casi un 12 % del total.
Para ello, la Iglesia invirtió en 2017 casi 810.000 euros destinados a ayudas directas a las personas presas, así como a paquetes de ropa, a formación, y a casas de acogida para atenderles cuando tienen algún permi.
Según Florencio Roselló, mercedario y director del Departamento de Pastoral Penitenciaria de la CEE, «presentar una estadística conlleva un riesgo, que supone quedarse en los datos, en los números, y no ir más allá». Pero este trabajo, continúa, muestra «la gran riqueza humana comprometida con la cárcel y su entorno».
«El informe recoge un compromiso global de la Iglesia con la persona privada de libertad, con aquellos que están en situación de riesgo social en la calle, y con los que están luchando por volver a la sociedad. Compromiso que nos lleva a atender tanto el cuerpo como el espíritu. Nuestros programas, como refleja este estudio, quieren atender a lo más necesario de cada persona en un momento concreto. Queremos ser una Iglesia comprometida con el hombre y la mujer en su globalidad y en el tiempo que nos toca vivir», concluye Roselló.