Carmena renueva el Voto de la Villa: «Que Madrid sea un referente de acogida a migrantes y contra la soledad» - Alfa y Omega

Carmena renueva el Voto de la Villa: «Que Madrid sea un referente de acogida a migrantes y contra la soledad»

Redacción
Carmena durante el Voto de la Villa

Como es tradición, la alcaldesa de Madrid ha renovado el Voto de la Villa en la fiesta de Santa María la Real de la Almudena. Aludiendo a la iniciativa Pactos que Salvan Vidas, puesta en marcha por el Arzobispado de Madrid para defender la necesidad de los Pactos Mundiales de Migrantes y Refugiados, Manuela Carmena ha apostado por una ciudad que salvaguarde la «dignidad» de los desplazados y acoja a «todos sus hijos» como hace la Virgen María.

De igual forma, ha recordado que María «padeció una durísima experiencia de soledad, en una imagen que nos recuerda que muchos de nuestros vecinos y vecinas sufren una soledad dolorosa en una ciudad tan poblada como la nuestra». «Nuestro querido Madrid se quiere convertir hoy en un referente en la acogida de inmigrantes y refugiados y en el combate contra la soledad no deseada», ha aseverado.

Voto de la Villa íntegro:

Como alcaldesa de Madrid, de todas las madrileñas y madrileños, es para mí un honor renovar, un año más, en esta solemne celebración el Voto de la Villa.

Y lo quiero hacer al escuchar de la Virgen de la Almudena, como dice la tradición, su vivencia de exilio y de soledad, experiencias que, lamentablemente, comparten muchas personas que habitan nuestra querida ciudad.

Ciertamente, como nos recuerda el Papa Francisco, María experimentó en sí la dureza del exilio cuando tuvo que huir con su familia a Egipto.

Sensibles al sufrimiento que reflejan este y tantos miles de ejemplos similares, desde este Ayuntamiento apoyamos la campaña iniciada por la Iglesia católica de Pactos que Salvan Vidas. Por un acuerdo mundial sobre migraciones y refugiados. Con ella, queremos comprometernos a elevar el listón de los derechos de estas personas desplazadas, salvaguardando la dignidad de todos.

Es nuestro deseo que todos y todas las personas que viven en Madrid se sienten en la misma mesa, igual que la Virgen María y todas las madres acogen a todos sus hijos. Porque la base de la felicidad está en la empatía, la tolerancia y el diálogo, cualidades estas que han de guiar también la acción de los poderes públicos para facilitar la convivencia general.

También es nuestro deseo animar a todas las mujeres y hombres de nuestra ciudad a cultivar la virtud que da nombre a la Mesa por la Hospitalidad. En efecto, sin acogida a quien es distinto, sin dejarnos sorprender por la irrupción del otro en nuestra vida, al blindar nuestras fronteras y anestesiar nuestro corazón, nos deshumanizamos y nos perdemos el regalo que siempre es el diferente paranosotros.

Estos Pactos Globales nos invitan a conjugar a fondo cuatroverbos centrales, en materia de migración y refugio:

Acoger, abriendo nuevos canales humanitarios seguros y legales para los migrantes y refugiados.

Proteger, garantizando sus derechos y su dignidad.

Promover, favoreciendo su desarrollo humano integral.

Y, por último, integrar, posibilitando que enriquezcan nuestras comunidades mediante una mayor participación.

Patrona de nuestra Villa, necesitamos audacia para cumplir el sueño del viejo texto bíblico: «Si un emigrante se instala en vuestra tierra, no lo oprimiréis: será como un nativo más y lo amarás como a ti mismo, pues también vosotros fuisteis emigrantes en Egipto».

Pero María, asimismo, también padeció una durísima experiencia de soledad, en una imagen que nos recuerda que muchos de nuestros vecinos y vecinas sufren una soledad dolorosa en una ciudad tan poblada como la nuestra. Deseamos que estas personas recuperen el optimismo y la alegría que produce el calor y la compañía de los otros.

Pues bien, nuestro querido Madrid se quiere convertir hoy en un referente en la acogida de inmigrantes y refugiados y en el combate contra la soledad no deseada y, desde ahí, realizamos el Voto de la Villa, con el compromiso de reducir distancias y establecer cercanías; de convertir la soledad en una cantera de prójimos, como diría Mario Benedetti; de acoger la vulnerabilidad de la persona refugiada y de la que está sola como un espacio común, del que nosomos extraños; de combatir la indiferencia y la soledad no deseada con el cultivo de la vecindad, y de promover, en definitiva, comunidades abiertas,hospitalarias y heterogéneas, en nuestros barrios, que nos hagan sentir lo que desea el que no quiere estar solo y el refugiado: la auténtica experiencia de fraternidad.

¡Que así sea!