«Carmen Hernández fue una incansable catequista y trabajadora del anuncio de Cristo»
El cardenal Osoro preside la Eucaristía en el quinto aniversario de la muerte de la iniciadora del Camino Neocatecumenal, tras la que se ha pedido oficialmente la apertura de su causa de canonización
«Queridos hermanos, nos reúne la fe en Cristo Resucitado y también el hacer memoria y la oración por una mujer que fue una incansable catequista y trabajadora del anuncio de Cristo como el único Camino, la única Verdad y la única Vida». Así ha comenzado este lunes, 19 de julio, el cardenal Carlos Osoro su homilía en la Misa con motivo del quinto aniversario de la muerte de Carmen Hernández, iniciadora del Camino Neocatecumenal.
En una catedral de la Almudena con el aforo máximo permitido en esta situación de pandemia, con fieles en la puerta y con más de 11.000 personas conectadas simultáneamente desde distintos lugares del mundo al canal de YouTube de la diócesis, el arzobispo de Madrid ha subrayado la «entrega incondicional» de Carmen Hernández, «llevando al corazón de los hombres el anuncio de Cristo Resucitado», y ha incidido en la «hondura» que «alcanza la vida humana cuando la ponemos a buen recaudo junto a Cristo, que nos vuelve a repetir: “Yo soy El Camino, la Resurrección y la Vida”».
El purpurado ha animado a ser como lo fue ella «portavoces en el siglo XXI del grito más necesario: Cristo ha resucitado. Amaos los unos a los otros». «Carmen quiso en su vida ser portavoz de Jesucristo –ha abundado–. ¡Cuántas veces escuchamos de sus propios labios que lo que más necesita el hombre es amar con el amor mismo de Cristo y experimentar el amor del Señor!».
En este sentido, ha resaltado que a las comunidades neocatecumenales, extendidas por «todas las latitudes», «se acercan hombres y mujeres de toda condición, ricos y pobres, sabios e ignorantes, arrogantes y sencillos» porque en ellas experimentan «un cambio y unos deseos de vivir con la novedad de Cristo Resucitado». «Carmen nos gritaba de formas diferentes: “Dad rostro a Cristo con vuestra vida”. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida y para mi vida?», ha planteado.
Para ilustrar esta invitación permanente de Carmen Hernández a mostrar el rostro de Cristo, el cardenal Osoro ha recordado una anécdota de cuando él era arzobispo de Valencia. En una visita, ambos se toparon con una estatua de Marcelino Olaechea, antiguo arzobispo con el que ella tuvo «una relación espiritual grande» y «tomó decisiones importantes», y la propia Carmen dijo: «Ese era obispo. Ese decía que el amor solo existe encarnado».
«Los enfrentamientos son consecuencia del abandono de Dios»
Este anuncio, ha continuado el arzobispo de Madrid, hoy es muy necesario: «Tenemos más necesidad que en otras épocas de la frescura y autenticidad evangélica, que no es tirar o echar en cara nada a nadie, sino ser luz, ser manantial de agua que sacia la sed». Y Carmen, que «no callaba nada» según ha señalado, precisamente «pronunciaba palabras que eran de esperanza, de salida para quienes necesitaban luz y sentido en sus vidas, que no viviesen para sí mismos y se dieran cuenta de la grandeza que tiene el amor de Dios».
Por último, el purpurado ha advertido que «las fronteras, la división, los enfrentamientos son consecuencia del abandono de Dios» y ha explicado que, como mostró Carmen Hernández, estamos «llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe».
«No hay alternativa a la fraternidad. […] Las obras de misericordia son concretas y para siempre, no es un momento ni un tiempo. Nuestra vocación de discípulos de Cristo es la caridad y la fraternidad», ha asegurado, poniendo el foco en personas que lo pasan mal como familias en crisis, migrantes y refugiados, o enfermos y ancianos. «Nuestra vida tiene que estar disponible para acercarnos a todos como Cristo lo hace, […] comprometiéndonos en la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada», ha añadido.
Futura causa
Ahora, al haberse cumplido cinco años del fallecimiento de Carmen Hernández, arrancan los trámites iniciales para su futura apertura de la causa de beatificación y canonización. Por ello, al final de la Misa, el postulador diocesano, Carlos Metola –nombrado por el Camino Neocatecumenal–, ha hecho entrega al cardenal Osoro del libelo de demanda, en el que pide formalmente el inicio de la causa. Además, se distribuirán estampas para pedir favores y gracias por su intercesión.
Esta petición ha ido acompañada de una carta de Kiko Argüello, en la que el también iniciador del Camino destaca que «Carmen era una mujer excepcional, enamorada de Cristo, de la Escritura y de la Eucaristía», «una mujer profunda, auténtica y libre en su relación con todos» y que «amaba a Cristo y a la Iglesia y al Papa por encima de todo».
Fue –insiste en el texto– «una mujer importantísima para la Iglesia» que «vivió siempre enamorada de Cristo». «Si leéis sus diarios, todo lo que decía: «¡Jesús, te amo, te amo!». En cada página: «¡Te amo, te amo!». Amar a Cristo es la única verdad: «Ama a Cristo y te seguirán a miles», dicen los Padres del Desierto. Yo creía que me seguían a mí, pero descubro que miles de hermanos están en el Camino gracias a Carmen y por el amor que Carmen tenía a Cristo».