Carmelitas descalzas de Ronda: «ermitañas en comunidad»
Junto a la céntrica iglesia de la Merced de Ronda, en el pasaje San Juan de la Cruz, se encuentra el convento del Corazón Eucarístico de Jesús de las carmelitas descalzas, que abre a DiócesisMálaga las puertas de su clausura
Aunque la edificación original data de 1585, sorprende el portero electrónico, a través del cual una de las carmelitas descalzas que componen esta comunidad pregunta al visitante si ha desayunado.
Al ingresar en el locutorio, una habitación a la derecha del torno presidida por un cuadro de San José, se descubre en seguida la sonrisa de la hermana M.ª Paz, a la que van uniéndose a intervalos las once religiosas, tres de ellas vietnamitas y una de Kenia, que aparecen tras los barrotes en medio de sus quehaceres. Su conversación está plagada de risas, y es que, según nos cuenta la hermana Jennifer, gibraltareña, «el ambiente entre nosotras es como el de una familia, claro que con el matiz religioso.
Hay ocasiones en las que en una familia se termina con el portazo, aquí lo hacemos de otro modo». Mª Paz, quien ha hecho 64 años en este convento, asiente cómplice y explica que cuando era priora y los ánimos se ponían bobos, invitaba a todas a dedicar «un cantito a la Virgen». Cuentan con alborozo que tanto éxito tuvo esa estrategia que algunos conocidos la han adoptado en sus propias casas.
Así, con el auxilio de la Virgen y el favor del beato Juan Duarte, cuya hermana Carmen forma parte de la comunidad, estas monjas se entregan a Dios con dedicación y silencio. «Como decía santa Teresa, somos ermitañas pero en comunidad», dice Jennifer. «La fundadora no quiso salas de trabajo en común porque invitan a la charla. Nosotras hablamos, pero intentamos que sea lo preciso».
En la Orden llevan cinco años preparando el quinto centenario de la santa de Ávila, y para ello han releído todos sus escritos. También leen en comunidad revistas que reciben, entre ellas DiócesisMálaga. «Nos encantó la portada con la imagen de santa Teresa ante las murallas. Incluso la hemos utilizado para un mural por los 500 años» explica Jennifer, encargada de diseñar los carteles que acompañan la liturgia o anuncian, en este año de celebración, los distintos acontecimientos que organizan.
En el convento hay televisión, pero solo se usa para cosas puntuales, como las Misas del Papa. Reciben llamadas, correspondencia e incluso tienen un correo electrónico que les gestiona un colaborador. Aunque solo salen del convento para ir al médico o a gestiones importantes, las carmelitas de Ronda no viven al margen del mundo. «Cuando se murió el Papa Juan Pablo I, nos enteramos enseguida, y con Lady Di, igual».
De la mano de la santa
El convento de la Merced cuenta entre sus tesoros con la mano incorrupta de la santa de Ávila. Preguntadas por su presencia en el convento, María Paz dice «no nos acostumbramos a tenerla con nosotras. La grandeza de que es su mano…». Jennifer la interrumpe: «esta gente, como nacieron con ella, no se les puede hablar. Pero cuando yo llegué con mi padre espiritual por primera vez al convento y me dieron a besar la mano, ¡la mano! Me arrodillé, me persigné… y no sabía qué hacer. Es algo muy grande y ellas lo ven muy natural, pero la gente se asusta y les causa respeto. Hay que explicarlo al mundo de hoy». La mano llegó desde Portugal en 1910. Con motivo de la guerra civil, el relicario y su contenido fueron requisados por los milicianos. Hallados en Málaga por el bando nacional, pasaron a la capilla del Pardo, donde Franco los mantuvo con especial devoción. La mano no regresó a Ronda hasta la muerte del general, en 1975. Son muchas las intenciones que las religiosas ponen cada día ante esta reliquia, y aseguran que la santa no las deja abandonadas.
Amanecer «al son de tablillas»
Las tablillas que llaman a despertar en el convento de la Merced suenan a las seis y media de la mañana. A esa hora, las religiosas se levantan, rezan una alabanza al Señor y se reúnen para Laudes, Tercia y una hora de oración mental.
El desayuno se sirve a las ocho y media, y a las nueve se abre la iglesia, donde a y media celebran la Eucaristía todos los días de la semana.
Tras la Misa cada una se va a su oficio (sacristana, dulces, cocina, torno, enfermería, provisora) «A veces hay más oficios que monjas», dice Jennifer. A las 13:25 horas se toca otra vez para el rezo de Sexta. Luego viene la comida y después una hora de recreación, de 14:20 a 15:20 horas. Tras ella, la visita al Santísimo. Luego cada religiosa se retira a su celda, en silencio, para descansar. La tarde comienza a las 16:30 horas, cuando vuelven a unirse para Nonas, y luego realizan una hora de lectura espiritual, que se hace individualmente. A las 17:30 horas, retornan a sus quehaceres y a las 18:45 horas rezan el Rosario, siguen con las Vísperas y una hora de oración mental. Se toca a cena a las 20:40 y a las 21:25 horas se levanta el silencio para la recreación. A las diez y media tiene lugar el oficio de lecturas y el rezo de Completas. Lo de ir a la cama «es un tema espinoso», ríe Jennifer. Supuestamente a las doce ya tendríamos que estar en cama, pero cuando hay enfermas, se entretiene una un poco y tarda más en irse a dormir. ¡Y es que siempre hay cosas que hacer!