Carlota Valenzuela: «Al Papa le ha dado un ataque de risa» - Alfa y Omega

Carlota Valenzuela: «Al Papa le ha dado un ataque de risa»

La joven española lleva cinco meses peregrinando desde Finisterre a Jerusalén y ha pasado por Roma para ver al Santo Padre. «En estos meses estoy viendo lo mejor de la humanidad», afirma

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Carlota Valenzuela en su encuentro con el Papa Francisco. Foto cedida por Carlota Valenzuela.

«Nuestro encuentro se puede resumir en una palabra: risas. A él le ha dado un ataque de risa y a mí también», afirma Carlota Valenzuela, una joven española que está llevando a cabo una peregrinación andando desde Finisterre a Jerusalén, con parada obligatoria este miércoles en Roma para ver al Santo Padre.

«Voy a ver a Jesús, pero antes he pasado a ver a Pedro», le dijo ella nada más verse, a lo que el Papa respondió bromeando con rapidez: «Muy bien, es importante saludar al portero».

En los breves minutos que duró su encuentro, Carlota le regaló un pasaporte del Camino, con algunas reflexiones y dibujos que ha ido recogiendo a lo largo de su peregrinación, y luego le pidió al Papa que bendijera una nariz de payaso «para llevar la alegría de Dios a quienes me encuentre por el camino». Eso dio lugar a las risas entre ambos, en un encuentro que «ha sido supernatural. Tenía en la cabeza todo lo que pensaba decirle, pero al final todo ha salido sencillo y fácil», dice Carlota.

La joven española, en un momento de su peregrinación. Foto cedida por Carlota Valenzuela.

Para llevar a cabo este proyecto, Valenzuela ha aparcado una prometedora carrera profesional en la que ha pasado por empresas como el Banco Santander y Acciona. Ahora, camino de Jerusalén, documenta parte de sus vivencias en el blog De Finisterre a Jerusalén y en su perfil de Instagram. El lunes partirá de nuevo hacia el norte de Italia camino de Tierra Santa, adonde espera llegar en Navidad.

Estos meses le han servido para aligerar el equipaje de su mochila, pues «he sacado de mi vida las prisas, los miedos y la necesidad de planificar todo a largo plazo». En cambio, «estoy aprendiendo a abandonarme y a disfrutar de ese regalo que es poder vivir cada día, sin importarme si me lo merezco o no».

Junto a ello, lo que más le ha tocado el corazón es «la generosidad de la gente», porque «en cada sitio que paro me encuentro a alguien que me acoge como a una hija». De hecho, «estar en mi situación me está permitiendo conocer a personas maravillosas», afirma, hasta el punto de declarar que en estos meses de camino «estoy viendo lo mejor la humanidad».