Carlos Roca: «Dios me hizo spoiler para montar Roca Project»
Su pódcast Roca Project, además de haber sido galardonado con un Premio ¡Bravo! de la Conferencia Episcopal, es uno de los más escuchados de España y ha dado el salto a América Latina
—Este proyecto se ha convertido en referente por su propuesta, que combina entrevistas profundas con un enfoque en temas universales como la espiritualidad, la salud mental y el crecimiento humano. Y, además, da una medida importante: la prevalencia de la escucha en tiempos de inmediatez. Vídeos y audios de más de una hora tienen millones de seguidores.
—La gente se ha cansado del contenido fast food. Es un retorno al material de digestión lenta, que da más nutrientes que la comida rápida. El pódcast es producto de una escucha activa en tiempos en los que la sociedad no escucha a nadie fruto del estrés y de las prisas. Pero cuando aplicas la mirada atenta a las personas ocurre un milagro, y es que el entrevistado se siente escuchado de verdad. Se produce la magia del rapport, la conexión emocional entre entrevistador y entrevistado.
—Eso también es una lección de periodismo. Nada de cuestionario cerrado previo.
—Me gusta investigar el tema previamente, claro; soy una persona curiosa de base y traigo a gente de temas que me interesan, lo que me da la tranquilidad para sentarme y no tener el encorsetamiento de una entrevista cerrada. El resultado es mejor, porque hay una fluidez en la que la persona tiene la libertad de por dónde ir.
—La entrevista en profundidad en el chaise longue no pasa de moda.
—No. La gente disfruta conectando con personas, con historias que traspasan la pantalla, las ondas, y conectan desde la verdad, lo que tiene que ver con la autenticidad comunicativa, no con las habilidades comunicativas. Por eso tengo entrevistas a anónimos que tienen cientos de miles de visualizaciones y que superan incluso a personas famosas. La audiencia premia ver verdad en las personas, aunque no casen con sus ideas. Se premia la honestidad.
—Escuchamos mucho que hay que usar la polarización en comunicación y el «estás conmigo o contra mí». Pero vemos que no necesariamente.
—Un ejemplo de esto es la fe. Jesús es un ideal que intento aplicar a mi vida y no lo oculto a mi audiencia, pero no caigo en el proselitismo. Al escuchar cosas diferentes a mis sesgos tengo una oportunidad para crecer y explorar nuevos terrenos.
—Hablando de esto, ¿qué le ha parecido que le premien los obispos?
—Me ha parecido inesperado. Me honra recibirlo, porque tengo 41 años y he aprendido a no esperar nada y a esperarlo todo. Vivo creyendo que todo puede ocurrir, pero no esperando necesariamente que ocurra y eso me hace libre. Y, cuando llega, lo valoro mucho.
- Especial: Fernando Ónega.
- Prensa: Javier Cercas.
- Radio: Fundación COPE.
- Televisión: José Luis Pérez, de TRECE.
- Comunicación digital: Adopta un comercio de la agencia Siberia.
- Cine: Alauda Ruiz de Azúa por Los domingos.
- Música: Rosalía por Lux.
- Publicidad: #Tan como tú, de Contrapunto BBDO para Down España.
- Comunicación diocesana: Eva Cañas y María Criado.
—¿Elige las entrevistas o los entrevistados le eligen a usted?
—Hay dos tipos de clasificación: quiero que vengan y quieren venir. A diario, entre 20 y 30 personas me escriben y, en octubre, nos escucharon 135 millones de personas. Es muy bárbaro. Soy selectivo en el filtrado, todo el mundo es merecedor de una entrevista, pero no todo se puede contar en una entrevista.
—Que le escuchen 135 millones de personas es, digamos, una responsabilidad social.
—Nunca me ha gustado la palabra influencer, sino responsable de una influencia. Es precioso conocer que el calado social del programa es real y tiene un efecto en la vida de las personas. Un pódcast puede cambiar una vida. En una ocasión alguien me dijo: «Tenía planificado quitarme la vida y gracias a escucharte y a este programa decidí que no», y ahí ves que esto repercute.
—¿La entrevista que más le ha impactado?
—Me rompí varias veces con Miguel y Rosa, un matrimonio que perdió a dos de sus tres hijos de forma traumática. Son un ejemplo de fe y esperanza que no se entiende de ninguna manera por la vía racional e intelectual, y que solo se puede entender por la vida espiritual y de fe. Sigo haciendo el puzle de cómo es posible vivir cuando lo más razonable sería morir todos los días. La fe es el salvoconducto único y posible que les posibilita vivir.
—¿Cómo surgió la idea del proyecto?
—Dios me hizo spoiler. Yo esto lo soñé antes de hacerlo, tenía en mi corazón una imagen del cuadro. Estaba tan claro que iba a funcionar que obedecí esa intuición y esa visión tan personal que tuve.