Cáritas y otras ONG luchan para que el COVID-19 no coja fuerza en Cox’s Bazar
Según algunas estimaciones, se debería haber llegado a mediados de junio con hasta medio millar de refugiados enfermos de coronavirus en Cox’s Bazar. Pero solo se han detectado 38 casos. Las prioridades son hacer más pruebas, concienciar a los rohinyá para que mantengan la higiene y estén atentos a los síntomas, instalar puntos de agua y preparar instalaciones para la cuarentena. «Necesitamos escucharles atentamente para ayudarles a buscar formas de responder que les sirvan», explican desde Médicos Sin Fronteras
Aunque de momento parece que el COVID-19 no se extiende demasiado rápido en Cox’s Bazar (Bangladés), el riesgo de un brote descontrolado entre la población rohinyá sigue preocupando a todas las entidades humanitarias que trabajan en el campo de refugiados más grande del mundo. Más aún a la vista de los datos de este martes, cuando en todo el país se ha registrado el mayor aumento diario en el número de casos de coronavirus, con 3.862 nuevos positivos. Es difícil saber si este dato se debe a un aumento de los contagios o a que se están empezando a realizar más tests. Pero viene acompañado de otro récord; el de muertes diarias, que por primera vez superan las 50 y se sitúan en 53.
Entre los refugiados que se acumulan en esta zona fronteriza con Myanmar, solo se han confirmado 38 casos y tres muertes. Pero quienes trabajan en la zona ponen en duda las cifras, pues aún se están realizando muy pocas pruebas. Hace dos semanas, solo se realizaban 300 tests a la semana, a la espera de que una nueva máquina entregada por la OMS permitiera subir a 500.
En cualquier caso, y dado el riesgo, desde el 6 de junio y hasta este sábado como mínimo todo el término municipal de Cox’s Bazar está bajo confinamiento, al haber sido definido como zona roja. Durante estas semanas, solo pueden abrir las tiendas de alimentación, y únicamente jueves y domingos.
¿Éxito o casos invisibles?
Según un modelo diseñado en marzo por la Universidad John Hopkins, un solo caso podría llevar a entre 119 y 504 casos en un mes. Dado que el primer contagio de un refugiado se detectó el 14 de mayo, o bien existen decenas o cientos de casos sin detectar, o las medidas tomadas por las instituciones y entidades humanitarias han tenido más éxito del que cabría esperar en medio de las peores condiciones posibles de hacinamiento y falta de higiene.
En el distrito de Cox’s Bazar vive un millón de personas en 26 kilómetros cuadrados. Eso significa 38.000 habitantes por kilómetro cuadrado y con zonas de una densidad de hasta 90.000, cuando el municipio español con más densidad es Emperador —Valencia— con 21.000. Con la dificultad añadida de que allí no hay construcciones en altura ni apartamentos con habitaciones, sino chozas de bambú en las que las familias comparten una sola habitación.
«Apenas tienen agua para beber y cocinar»
Por eso las entidades humanitarias no quieren bajar la guardia. A Muriel Boursier, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras en Bangladés, le sigue preocupando «profundamente» la perspectiva de que se produzca un contagio masivo.
Los expertos coinciden en que, dentro de esta labor y junto a aumentar el número de pruebas, es fundamental concienciar a los refugiados. En primer lugar, sobre las medidas de higiene; aunque resulta complicado. «Les frustra el consejo constante de lavarse las manos cuando apenas tienen agua suficiente para beber y cocinar», reconoce Boursier.
«No hay respuestas fáciles»
Ante este problema «no hay respuestas fáciles», continúa la responsable de Médicos Sin Fronteras en el país. «Necesitamos escucharles atentamente para ayudarles a buscar formas de responder que les sirvan», de forma que se sientan implicados y empoderados y sean capaces de hacer frente al miedo y los rumores.
Además de sobre higiene, es fundamental informarles de que ante la más mínima sospecha de tener COVID-19 acudan al personal médico para hacerse un test y aislarse si es necesario. Por ello Médicos Sin Fronteras, además de atender a pacientes confirmados y a los que tienen síntomas y están aislados, realiza visitas puerta a puerta, crea vídeos para compartir por Bluetooth (la señal telefónica es muy mala), colabora con líderes comunitarios e imanes e incluso organiza visitas guiadas para explicar cómo es la cuarentena y luchar contra los bulos y falsos rumores que circulan por las redes.
Codo con codo
También Cáritas Bangladés está implicada en primera línea en la lucha contra la pandemia. Ha realizado el seguimiento de 713 casos y distintos equipos de Cáritas han informado sobre protección frente al coronavirus a casi 60.000 personas, tanto refugiados como locales. Hace poco, por último, ha empezado a entregar ayudas económicas a 2.300 familias.
Al comienzo de la crisis, reconvirtió una de sus sedes, en el campamento 4, para que funcionara como centro de cuarentena. Por sus 22 habitaciones individuales (donde antes se alojaba a 110 personas) han pasado en unas semanas 116 personas. Además, ha ofrecido a ACNUR 175 refugios para albergar hasta a 875 personas más en cuarentena, una parte significativa de los 2.000 que esta institución es capaz de acoger.
Esta iniciativa es un ejemplo de lo que pedía Boursier desde Médicos Sin Fronteras: «Todos los agentes sanitarios y las autoridades deben seguir trabajando codo con codo». Otro ejemplo es cómo ACNUR, que ha organizado 18 camas de UCI en el hospital del distrito, ha dotado a los trabajadores sanitarios de distintas entidades con 820.000 mascarillas. Otras entidades han instalado 5.641 puntos para lavarse las manos y han dotado de jabón y kits de higiene a 260 familias, comparte Cáritas Bangladés en un informe.