Por allá arriba ya se ha corrido la voz y anda san Pedro organizándote una rueda de prensa para que les pongas al día de los asuntos que importan mejor que nadie, contando lo que no se ve del todo, pero tú siempre descubrías. Te debemos un periodismo de muchos quilates. Perteneces a esa reducida estirpe de comunicadores que han detenido el tiempo a golpe de sonrisa y micrófono. Informabas con una voracidad extrema, transparentando vida en un rostro de 82 que parecía de 40. Y con esa forma de ser que no subleva, pero que sabe arriesgar cuando toca. Respirabas con el corazón y escucharte nos acunaba el oído. Imposible imaginarte ahora quieta. El descanso eterno no está hecho para ti, Paloma querida. Querida: así era como tú solías llamarnos a todos. Siempre con este apellido que acariciaba. Te has dado tan poca importancia por tanto realizado, que te hubiera sorprendido escuchar lo que en estos días se ha dicho de ti. Incontables las personas a las que has ayudado, aconsejado, acompañado, informado y sonreído. Como si fuésemos únicas, como si en nuestra petición te fuera la vida. Fuiste tú, una vez más, la primera en llamarme cuando intentaba asimilar que trabajaría en Roma. Y a quien todavía es becaria en lides vaticanas, ofreciste todo tu talento y conocimiento con la generosidad apabullante de quien regala ideas para que otros las aprovechen. Siempre pendiente, siempre al quite, siempre alentando. Y siempre, divirtiendo con una simpatía que te asomaba por las costuras. No sé cómo te las apañabas, pero hasta conseguías sacar del mal todo lo que tuviera de rentable. Jamás acumulaste ni un gramo de vanidad cuando pocas mujeres tan poderosas e insistentes se han paseado por el Palacio Apostólico como la Borrero. Por cierto, has conseguido convertir tu apellido en denominación de origen, certificado de calidad. Decir Borrero en Roma se convierte en una mágica contraseña que abre muchas puertas. No te imaginas la reacción en cadena que ha producido tu inesperada marcha entre los compañeros del Vaticano. Me llegan las condolencias como si fuera el portavoz familiar y yo siento el orgullo de agradecérselo en tu nombre, porque todos los que hemos sentido tu cariño somos unos privilegiados. Que sepas que por aquí seguimos con llanto alegre y carcajada triste. Nos hemos hecho palomistas. Y ahora que estás Allí necesitamos que nos cuentes cómo es el Cielo antes de que san Pedro convoque al gabinete de crisis para evitar filtraciones. Carissima Paloma, infinito mi agradecimiento. Siempre estarás muy cerca.