Cardenal Rouco: «Hay que hacer sitio a la razón en el debate político» - Alfa y Omega

Cardenal Rouco: «Hay que hacer sitio a la razón en el debate político»

«La falta de unidad ha sido un gran problema del catolicismo español del siglo XIX y el siglo XX, y quizá lo siga siendo hoy», decía el cardenal Rouco en la clausura del XV Congreso Católicos y vida pública. Éste es un extracto de su intervención:

Redacción
El cardenal Rouco, en un momento del acto de clausura del congreso
El cardenal Rouco, en un momento del acto de clausura del congreso.

El terreno donde se mueve la política es el de la razón. El Estado no pertenece al orden sobrenatural, sino al orden de la naturaleza, y ese orden de la naturaleza es objeto del conocimiento que la razón del hombre puede obtener por sí misma. Pero el ejercicio de la razón ha quedado herido por la infidelidad del hombre a Aquel al cual él debía el ser racional, a Aquel que era el Logos.

La razón del hombre queda perturbada. Hay que hacer un gran esfuerzo para que la razón tenga un sitio en el debate político, e ilumine las cuestiones y ofrezca el camino de las verdaderas respuestas. La responsabilidad del católico en la política estriba en tratar de que la razón quede lo más purificada posible de la influencia que las pasiones —al final, la pasión del poder— imponen al ejercicio de la razón. La fe no es contraria a la razón, la necesita, pero la razón también necesita de la fe para purificarse de esa carga de mentira que nace del No a Dios. Los Congresos Católicos y Vida Pública han intentando siempre llevar la sabiduría de la fe a la razón política, que tiene un primer escalón en la razón jurídica. La razón jurídica necesita, para ser justa, de la sensibilidad de la caridad y de la misericordia. Los canonistas medievales hablaban de que la ley hay que aplicarla con equidad. Y la equidad canónica se definía como la justicia atemperada por la dulzura de la misericordia. La respuesta de los católicos en la vida pública debería ser preservar ese concepto de la equidad, que es más que justicia: es justicia traspasada por la misericordia.

La responsabilidad de darse a los demás

Durante su homilía en la Misa de clausura del Congreso, el cardenal Rouco explicó que «la esperanza, para vivirla con autenticidad, no como una quimera, no puede perder su perspectiva última: la de la eternidad»; y señaló que, «sin esa perspectiva, no es posible construir ningún futuro» ni «en la sociedad, ni en la familia, ni en la vida personal, ni en la vida de la patria». Eso sí, el cardenal recordó que «la esperanza pide responsabilidad; tenemos que vivir la vida con responsabilidad». Una responsabilidad cuyo «contenido es saber darse a sí mismo, es el vivir la vida como ofrenda», que es inseparable «del servicio a Dios». Porque «la vida hay que darla, ofrendarla a los demás, y así se vive responsablemente». Naturalmente, esta exigencia resulta imposible de cumplir «si el hombre sólo cuenta con su desnuda libertad y sus solas fuerzas», y animó a «dejar entrar la gracia en nuestra vida», para «ser capaces de hacer de nuestra vida una respuesta positiva para los demás».

Los Congresos Católicos y Vida Pública han venido cumpliendo una labor de congregación en la unidad de los católicos en España, sobre todo en el campo relacionado con la política. La falta de unidad ha sido un gran problema del catolicismo español del siglo XIX y el siglo XX, y quizá lo siga siendo hoy. La solución a este problema no hay que traducirla en unidad en torno a un partido político ni muchísimo menos, pero sí en unidad de ideas básicas y fundamentales sobre el Estado y el bien común, y en criterios básicos que aplicar a la solución de los problemas de España.

El Vaticano II nos ayuda a encontrar una unidad en los grandes criterios de acción política de los católicos en la vida pública con la constitución Gaudium et spes. En Gaudium et spes se expone toda la teoría sobre los derechos fundamentales de la persona humana, sobre su dignidad, toda una reflexión sobre el bien común (no hay bien común sin que, en primer lugar, los derechos de la persona, sobre todo de los más débiles, queden protegidos, entre ellos el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la vida)… Con ello, el político podrá disponer de un catálogo de criterios fundamentales, no susceptible de diferencias básicas entre los católicos.

Unidad profunda de España

En relación con la historia de España, la razón política necesita de la razón histórica. Los católicos que participan en comunión de su vocación de seglares en la vida pública, en el actual momento de España, no pueden obviar la razón histórica de que hay una unidad profunda de España. Es una unidad que casi se desarrolla simultáneamente al proceso de evangelización y de impregnación cristiana de la vida de España. Los ocho siglos de presencia musulmana en España nunca llegaron a acabar con el deseo de recuperación de España que los Padres de la Iglesia de la España de los siglos claves de la invasión musulmana quisieron alentar. Santiago de Compostela y la tradición jacobea son el signo más elocuente de que esa España nunca quiso perder sus raíces, las razones fundamentales de su convivencia y de su unidad. Esa unidad profunda de España en torno a lo más fundamental no puede olvidarse en el debate actual sobre España, ni puede separarse de una razón histórica aplicada a la vida pública y política de los católicos.