Cardenal Michael Czerny: «Hay quien habla pero ha perdido la vida»
El enviado del Papa a Valencia confiesa que le «ha tocado mucho la imagen de los voluntarios caminando una hora para venir a ayudar»
El Papa, al que no en vano se le conoce como Santo Padre, ha mostrado una preocupación paternal con sus hijos de España tras el paso de la DANA. Apenas 48 horas después de la tragedia, Francisco grabó un videomensaje en el que expresó su «cercanía» con todos los afectados «en este momento de catástrofe». Al día siguiente, el Pontífice llamó por teléfono al arzobispo de Valencia para interesarse personalmente por lo que estaba ocurriendo. Posteriormente, se pronunció hasta en tres ángelus sobre lo ocurrido en España y llegó a colocar la imagen de la Virgen de los Desamparados en la plaza de San Pedro durante una audiencia general. No contento con todo esto, Francisco mandó a España al cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que recorrió Benetússer, Alfafar-Parque Alcosa, Catarroja, Picanya, Paiporta y La Torre entre el viernes y el sábado. En medio del periplo, el prelado checoslovaco hizo una parada para atender a Alfa y Omega.
¿Cómo ha surgido este viaje?
Ha sido una petición directa del Papa para expresar y comunicar su oración, su cercanía y su solidaridad.
Hemos visto al Santo Padre muy preocupado por lo que ha ocurrido en Valencia.
Sí, lo menciona a cada rato. Siempre pregunta a la gente que está a su alrededor. «¿Has hecho algo por Valencia? ¿Has dado algo para Valencia?».
¿Cuál es el mensaje que ha venido a transmitir?
El mensaje es que todo el cuerpo de Jesús sufre cuando una parte sufre. De esta forma, la angustia de los afectados es algo que se vive no solo aquí, no solo en España, no solo en Europa. Como todos los dramas, las injusticias o violencias, no es algo aislado o limitado. Nos afecta a todos y, por lo tanto, es algo que debemos afrontar entre todos.
¿Cuál ha sido su impresión de la visita?
Durante el recorrido, hemos ido de mal a peor. Mientras hablamos, me encuentro en la parte más afectada. Aquí el agua lo arrasó todo, como si fuera un tsunami. Hay ciertas partes en las que ya se percibe una recuperación, pero todavía hay muchos lugares en los que aún se observa el desastre.
¿Cómo describiría lo que se ha encontrado?
No hay palabras. Uno no puede imaginar la fuerza y la violencia de lo que ocurrió. Hay señales en todos los lugares. Donde estoy ahora, el agua llegó hasta los cuatro metros de altura. Eso es increíble.
Aparte de los daños materiales, ¿ha podido palpar el dolor de la gente?
Claro, claro. He hablado con gente que simplemente lo ha perdido todo. Se puede decir que, aunque hablaban, han perdido la vida. Y, ahora, estas personas tienen que recuperar no solo las cosas, sus negocios, sus coches, sus casas, sino principalmente sus vidas. Hay que recomenzar no desde cero, desde menos que cero.
La Iglesia se ha implicado desde el principio con los más afectados ¿Qué le parece la labor que ha desarrollado?
Me he quedado muy impresionado. Es asombroso, por ejemplo, ver los templos convertidos en almacenes para guardar los productos de primera necesidad. O los voluntarios que están apoyando psicológicamente a quienes se han quedado traumatizados. O el entusiasmo de los que han venido a colaborar, que no se cansan ante el trabajo a pesar de que casi no duermen. Todo eso, junto con la alegría y esperanza que transmiten aun en medio de la catástrofe, te deja tocado. Y quiero destacar también lo bien organizada que está la respuesta de la Iglesia.
¿Y qué me dice de la labor pastoral ante la catástrofe?
—La palabra que utilizo es acompañamiento. Es decir, la Iglesia acompaña a quienes más están sufriendo la tragedia. Se ve una disponibilidad, una escucha, una presencia. Todos ellos son signos muy positivos de la vida de la Iglesia. Por otro lado, la respuesta de los jóvenes voluntarios contradice la imagen que uno puede tener de la gente joven como encerrados en sí mismos, deprimidos o confundidos. Llegaron repletos de vida, de bondad, de energía y creatividad para responder generosamente. Una imagen que me ha tocado mucho es la de todos esos voluntarios que, como no había ningún medio de transporte disponible, venían desde Valencia caminando. Es decir, para ponerse a trabajar tenían que caminar antes una hora. Esa es una imagen que me conmueve.
¿Qué mensaje daría ante los episodios de polarización política que se han vivido en torno a esta tragedia?
La Iglesia está tratando de cumplir con su misión. Los políticos deben cumplir con la suya. No comento nada de política, pero sí llamo a los políticos a que tengan en cuenta su deber y a dejar de lado otros intereses. La clase política tiene una gran responsabilidad y hay que ejercerla.