Cardenal López: «El fenómeno de las migraciones merece un sínodo»
Este miércoles comienza en Bari el encuentro de obispos del Mediterráneo con el objetivo de dar una respuesta pastoral conjunta a las emergencias de la zona. El cardenal Cristóbal López, arzobispo de Rabat propondrá a sus homónimos la urgencia de cambiar «la mentalidad supremacista de buena parte de las sociedades europeas» y mejorar la idea de una evangelización «que no favorece la cultura del diálogo y del encuentro»
Era el sueño de Giorgio La Pira: que el Mediterráneo, cuna de las tres religiones monoteístas, fuera de nuevo un lugar de encuentro de civilizaciones, una frontera de paz. Aquel político italiano, alcalde de Florencia, osó reunir en su ciudad a políticos de las distintas orillas mediterráneas en los años de la Guerra Fría y la agudización del conflicto de Oriente Medio, para proponer diversas iniciativas de paz y acercamiento entre los pueblos. Estos llamados coloquios mediterráneos han sido los inspiradores del sínodo que desde este miércoles y hasta el domingo reúne en la ciudad italiana de Bari alrededor de 60 obispos y patriarcas de los países que confluyen en este lugar del mundo, maltratado por la guerra, la huida y la muerte. El Papa Francisco acudirá el domingo a clausurar el encuentro.
Esta reunión única tiene como objetivo ofrecer respuestas pastorales conjuntas y concretas. «Es una tarea relevante y necesaria», asegura Claudio Descalzi, CEO de la multinacional energética ENI, con base en Italia. Descalzi, que forma parte del comité organizador, asegura que «hablar sobre esta zona es hablar sobre un área que juega un papel crucial en el equilibrio mundial». El Mediterráneo aglutina aproximadamente a 500 millones de personas y produce el 10 % del PIB del mundo. Pero «en muchas áreas no hay acceso al agua o la electricidad. Sin mencionar la educación y el desarrollo». La Iglesia, en este aspecto, «puede llevar a cabo un trabajo crucial», asegura el físico milanés.
Lo corrobora el cardenal Bassetti, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana y anfitrión del evento, quien explica que, «como Iglesias mediterráneas, tenemos el deber moral de comprometernos a promover lugares de reunión y paz, haciéndonos promotores del diálogo religioso y cultural» en medio de emergencias, «especialmente en los campos y cárceles de Libia, en los campos de refugiados de Turquía, en las islas griegas». Como cristianos «no podemos permanecer en silencio cuando una vida corre riesgo». El cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, uno de los españoles que ha acudido a la cita, añade que, ante esta situación, «el paraguas en el que nos movemos es el de acoger, promover, proteger e integrar, como marca el Papa». Su principal preocupación, que pondrá estos días en común, es «la acogida real. Decimos que entren los migrantes, pero una vez que están aquí, ¿de verdad los protegemos?». Y pone de ejemplo a los menas, «a los que dejamos en la intemperie». Otra de las propuestas del arzobispo de Barcelona es «seguir presionando para poner en marcha corredores humanitarios».
Europa, responsable
El cardenal salesiano Cristóbal López, arzobispo de Rabat, es otro de los prelados que ha acudido a la cita italiana. La propuesta particular ante sus homólogos es la de recordar que «las desigualdades económicas y sociales entre las orillas del Mediterráneo no son sino un caso concreto de las inequidades que asolan el mundo entero, causa y el origen del fenómeno de las migraciones, tal como las estamos viviendo», asegura a Alfa y Omega. También expondrá «la mentalidad supremacista de buena parte de las sociedades europeas en relación a las africanas; estas últimas son infravaloradas, cuando no despreciadas o ignoradas». Por eso, insiste, hay que trabajar en mejorar una idea de evangelización «todavía presente en demasiados cristianos, que no favorece la cultura del diálogo y del encuentro entre las personas de cultura diversa y religión diferente». «Se da una mentalidad que no ve en el mundo una casa común y en la humanidad una familia de hermanos, sin distinción».
A nivel macro, López insistirá en el sínodo mediterráneo en «la responsabilidad de Europa en los problemas socioeconómicos que causan las migraciones forzadas en condiciones inhumanas y de muerte». Una responsabilidad, recalca, «muy grande». «Europa forma parte del reducido club cuyos miembros determinan este sistema económico que, en palabras del Papa, “mata”. Las leyes internacionales del comercio y de la economía en general son profundamente injustas, y Europa contribuye a ello». Todo esto en la actualidad, añade, «sin necesidad de ir al pasado que presenta una historia de explotación y abuso de parte de Europa en relación al continente africano y al mundo en general». «Europa, si de verdad tiene una esencia cristiana, debe convertirse a la fraternidad y a la justicia».
La propuesta pastoral que ofrece el purpurado salesiano para afrontar estos problemas «no puede ser otra que la vuelta al Evangelio, la conversión personal de cada cristiano y también la conversión institucional de la Iglesia». Esta propuesta «la encuentro magníficamente expuesta en la Evangelii gaudium, en la Laudato si, y en la declaración sobre la fraternidad humana del Papa Francisco y el imán de Al-Azhar. Hay que volver a releer estos documentos y redoblar el esfuerzo por encarnarlos y llevarlos a la práctica». Llega este encuentro de Bari en un momento privilegiado. «La Cuaresma nos llama a conversión, sin esperar a que los otros se conviertan». Eso sí, «creo que Bari será más de sensibilización que de determinaciones operativas. Considero que el fenómeno de las migraciones es tan mundial que merece un sínodo que, entre otras cosas, ayude a Europa a descubrir cómo sufren este fenómeno otros países y hasta qué punto las políticas europeas en relación a la migración son miopes (si no ciegas), egoístas, individualistas e injustas».