Cardenal José Cobo: «El trabajo en la Santa Sede me da luz para provocar reflexiones en Madrid» - Alfa y Omega

Cardenal José Cobo: «El trabajo en la Santa Sede me da luz para provocar reflexiones en Madrid»

El 30 de septiembre de 2023 el Papa Francisco creó cardenal al arzobispo de Madrid y le pidió trabajar activamente en varios proyectos vaticanos, desde la elección de los obispos hasta la aplicación de la ratio en los seminarios de todo el mundo. Así ha sido su año

Cristina Sánchez Aguilar
El Papa Francisco bendice al arzobispo de Madrid, José Cobo Cano, tras crearle cardenal en el Consistorio en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 30 de septiembre de 2023
El Papa Francisco bendice al arzobispo de Madrid, José Cobo Cano, tras crearle cardenal en el Consistorio en la plaza de San Pedro del Vaticano, el 30 de septiembre de 2023. Foot: Vatican Media.

El 30 de septiembre del 2023 fue creado cardenal en Roma. ¿Cómo ha sido este primer año de Madrid al mundo?
Ha sido un año vertiginoso. Primero, he tenido que digerirlo; segundo, enterarme de cada una de las tareas y, tercero, desarrollar el trabajo como si fuera de toda la vida, sin tiempo de introducción. Ha sido un tiempo intenso de conocimiento de la estructura del Vaticano, de cada dicasterio que se me ha encargado, y un año de conocimiento de las personas, porque las estructuras no son inanimadas y es fundamental humanizar el contexto del trabajo que se me ha encomendado.

Se le ha agolpado el trabajo en la Santa Sede. ¿Cuál ha sido su labor este año?
Un cardenal ya se convierte en cierto receptáculo de peticiones, de problemas, de observatorio de la realidad de su país de cara a la Santa Sede. También supone una posición determinada en la Conferencia Episcopal. En cuanto a las tareas romanas, la primera que surgió y la que más tiempo lleva es la del Dicasterio para los Obispos porque consiste, por un lado, en hablar con mucha gente, leer informes e ir a Roma con cierta asiduidad para tener las reuniones donde se presentan al Papa las ternas —que luego él acogerá o no— y así elegir a los obispos de todo el mundo, no solo los españoles. La segunda tarea es la relativa al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, menos intensiva pero que también supone una preocupación y la colaboración en la resolución de conflictos y el asesoramiento. La labor con las Iglesias orientales consiste en participar e incrementar la relación con las mismas, aunque esa tarea implica más el trabajo desde Madrid, donde fomentamos la relación con los distintos ritos que tenemos, plurales y variados dentro la archidiócesis y en toda la geografía española. Y, por último, otra de las novedades desde febrero es que el Papa me encargó coordinar un grupo para revisar e impulsar la ratio de los seminarios para presentar propuestas concretas a la asamblea sinodal e ir recogiendo propuestas de cara al futuro que hagan funcionar o disparen todo el potencial sinodal que tiene la ratio en los distintos países y conferencias episcopales.

¿Hay novedades a la hora de escoger perfiles de obispos?
Hay una implementación que ha hecho el Papa y es muy interesante: la participación, o lo que es lo mismo, la sinodalidad en los procesos de elección y la presentación de ternas es evidente. Esto es muy valioso, porque no son simplemente apreciaciones personales de unos cuantos. Los informes son más amplios y cada vez se solicitan de gente más variada: obispos, sacerdotes, laicos y laicas. Aquí todavía quizá necesitamos implementar más, que se atienda más a la sinodalidad en esos campos. También es un criterio y un proceso dentro de esta cadena de participación la presencia de los nuncios, que hacen la presentación y una valoración primera. Nosotros no elegimos, sino que terminamos el proceso para que se pueda presentar al Santo Padre la síntesis final, que recibe con nuestra aportación y la de los nuncios.

¿Cómo es la estructura de la Santa Sede por dentro?
La Santa Sede es un organismo complejo. Desde aquí se ve una institución a lo mejor muy administrativa, pero desde dentro uno ve que lo forman personas muchas veces desbordadas por la tarea, enteradas de las distintas realidades y muy atentas a la diversidad que tiene la Iglesia, que creo que es el factor principal. En cada dicasterio se intenta atender a lo particular desde una visión global. Otro de los datos a recalcar es la complejidad de la administración; es enorme, tiene gran cantidad de departamentos, especialidades… necesitaría toda una vida para comprenderlo bien, máxime cuando no resido allí; yo solo voy al trabajo que se me encomienda porque la centralidad la tengo aquí, en Madrid.

¿Y cómo está usted aplicando esa globalidad a lo particular en la Iglesia en Madrid?
Nuestra ciudad tiene una complejidad grande y una diversidad rica. Voy aprendiendo que hay sensibilidades muy grandes y variadas; que, efectivamente, la vida de la Iglesia es muy rápida, va pidiendo respuestas, y, a veces, hay algunas que yo no sé dar. Por eso, cuando se plantean cuestiones similares en la Santa Sede, donde llevan años trabajándolas, me dan luz para provocar en Madrid diferentes reflexiones, que la gente pueda absorber el aprendizaje que me traigo desde el Vaticano y lo podamos implementar.

Nuevo Consejo Mixto también con laicos y laicas

El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, anunció a finales del pasado curso que la archidiócesis contará con un nuevo órgano para ayudar en el gobierno pastoral. El Consejo Mixto, que comenzó sus trabajos esta misma semana, tiene como objetivo articular el trabajo diocesano y contribuir a la coordinación entre los distintos ámbitos e instituciones que conforman la Iglesia en Madrid, con el desafío de impulsar la evangelización y mejorar la acción pastoral.

Este consejo, que marca un hito histórico al incluir por primera vez a laicos y laicas entre sus miembros, articulará las conclusiones del Consejo Episcopal y el Consejo Pastoral y está compuesto por todos los vicarios territoriales, así como el vicario Pastoral, el delegado de Centro, el delegado de Catequesis, la delegada de Juventud, la delegada de Medios de Comunicación Social, los delegados de Familia y Vida, el delegado de Formación y Laicado y el de Cáritas Diocesana de Madrid.

La incorporación de laicos y laicas en este órgano refleja el compromiso de la archidiócesis por integrar a toda la comunidad eclesial en la toma de decisiones y en la misión evangelizadora, promoviendo una mayor participación y sinodalidad en la vida diocesana. Además, tendrá como cometido la preparación de las asambleas diocesanas que se celebran cada cuatro años, (la última tuvo lugar en 2022).

¿Cómo arranca el curso en la archidiócesis madrileña?
En este año he intentado, más que dar soluciones, crear grupos de trabajo que piensen en conjunto y que las soluciones se den entre todos. He estado en grupos de curas o jóvenes que me preguntan qué hacer ante algo, pero yo no tengo respuestas para todo ni las tengo que tener, sino que debo posibilitar que los grupos de trabajo y cada sector vayan por sí mismos. En las respuestas yo también participo, pero no soy el único. Hemos empezado el año consolidando delegaciones, grupos de trabajo y órganos de gobierno y consultivos. Fue una línea transversal el año pasado la insistencia en que los consejos pastorales en las parroquias funcionen. Dentro de poco tendremos ya un documento, un decreto de constitución de consejos de pastoral que ha sido trabajado en distintas comisiones y vicarías. Es el culmen de todo un proceso de reflexión. Además, dentro de la diócesis y de los órganos de gobierno echábamos en falta un consejo que imbricase el Consejo Episcopal y el Pastoral, para que no sean dos realidades separadas, sino que se comuniquen constantemente. De ahí nace este Consejo Mixto, para que se tomen decisiones de planificación conjunta. Y tiene como horizonte la elaboración, animación y planteamiento de la Asamblea Diocesana, que sería una institución que se reuniría al menos cada cuatro años, donde podamos tener encuentros con todas las realidades diocesanas para planificar los años siguientes entre todos.

También empezamos con un acto público para exteriorizar el compromiso con las víctimas de abuso, el próximo 21 de octubre.
En Madrid, desde hace seis años venimos haciendo un proceso en el que hemos querido que sean las víctimas las que vayan marcando la pauta. Hace poco tuvimos un acto en Repara de conmemoración del itinerario recorrido con las víctimas y ellas mismas pedían que hubiese un acto público que tuviese un carácter eclesial para exteriorizar el compromiso con ellas y su presencia y voz dentro de la Iglesia; lo necesitan también dentro de su proceso y creo que es justo dárselo. Desde hace un tiempo veníamos dando vueltas a cómo hacer esto y han sido ellas las que han puesto fechas y el estilo. No es un acto que preparemos nosotros para las víctimas, sino un momento para estar con ellas y para expresar de cara a la sociedad nuestro compromiso en el proceso sanador y nuestro compromiso también de conversión en lo que haga falta dentro de la vida de la Iglesia para aprender de todo el pecado en el que hemos caído.

¿Cómo se sobrelleva el estar mirado con lupa en todo lo que dice o hace?
Ahí, gracias a Dios, me muevo con libertad. Porque no soy yo solo; tengo conciencia de que no trabajo en soledad. El trabajo en la Iglesia es comunitario y y vamos tomando decisiones juntos en muchos temas. Cada decisión pasa por un equipo que contrasta, ve, decide. El mero hecho de vivir y convivir con obispos auxiliares; el ver todas las semanas a las personas que trabajan en los distintos consejos y comisiones, analizar los temas y tener contacto con ellos, me da libertad y cierta seguridad de que no vamos simplemente a golpe de mis decisiones, sino que caminamos y vamos discerniendo juntos ante lo que el Espíritu Santo nos pide. Es cierto que siempre entra el vértigo de tener que tomar decisiones y de proceder. Pero una diócesis como Madrid también necesita, en determinados momentos, que se tomen decisiones de gobierno y complicadas y duras, pero que realmente la propia pastoral las exige.