Cardenal Grech: «Una Iglesia sinodal no cuestiona la estructura jerárquica»
En la Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) el secretario del Sínodo negó que la admisión de otros miembros con voto «comprometiera su carácter episcopal»
El papel de los obispos sigue siendo central en el Sínodo a pesar de «la decisión de admitir a la Asamblea General, con derecho de voz y voto, a miembros que no son obispos». Lo afirmó el cardenal Mario Grech, secretario del Sínodo, durante su intervención en la Asamblea Plenaria del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) que ha concluido este jueves en Malta.
En su intervención, titulada Nuevos pasos para una Iglesia sinodal en Europa, el cardenal Grech desarrolló el papel de los obispos a la luz del informe de síntesis de la Asamblea General del pasado octubre. «Una Iglesia sinodal no se opone a una Iglesia jerárquica. No cuestiona el ministerio ordenado, y mucho menos la estructura jerárquica de la Iglesia». Pero sí implica «una forma diferente de ejercer [este ministerio] que se alinee con el modelo sinodal de Iglesia que está emergiendo».
En particular, el secretario del Sínodo reconoció que la admisión de padres y madres sinodales no obispos en la Asamblea General, con voz y voto, podría hacer pensar que se ha «comprometido su carácter episcopal, transformándola en una asamblea eclesial. Esto sería verdad si representaran al pueblo de Dios».
Pero «en realidad estaban presentes por la unidad del proceso sinodal: participaron como testigos para recordar a todos que el Sínodo no empezó el 4 de octubre» pasado sino el 10 de octubre de 2021. Y que «continuará incluso después de la segunda sesión de la asamblea», durante «la tercera fase: la de recepción».
Protagonistas del Sínodo
El secretario del Sínodo explicó que el Papa Francisco lo ha transformado de un acontecimiento en un proceso y que durante todo su desarrollo el rol del obispo es clave. En la primera etapa, la de participación del pueblo de Dios, los obispos tienen un papel «esencial e indispensable», pues de ellos depende iniciar en sus diócesis la consulta a la Iglesia local a ellos encomendada. Luego, su implicación prosigue en la etapa de las conferencias episcopales, elaborando una síntesis.
El intercambio continúa en la fase continental, durante la cual se demostró que «un proceso de discernimiento eclesial se podía basar en la escucha mutua entre los pastores y los miembros del pueblo de Dios, incluyendo laicos y laicas, consagrados y consagradas, sacerdotes y laicos». El cardenal Grech recordó que «la experiencia positiva» en la Asamblea continental celebrada en febrero en Praga (República Checa) «introdujo la posibilidad de establecer canónicamente una Asamblea Continental».
Como conclusión, el secretario del Sínodo apuntó que «entrar en un dinamismo sinodal significa descubrir las formas de ejercer un ministerio episcopal en clave sinodal». Un cambio del que se beneficiará «toda la Iglesia y cada Iglesia particular», así como el propio ministerio episcopal y el del Papa. Puede incluso encontrarse, como proponía san Juan Pablo II en su encíclica ecuménica, Ut unum sint, «una forma de ejercer el primado que, sin renunciar de ninguna manera a la naturaleza esencial de su misión, se abra a una nueva situación».
Segundo año en guerra
También el presidente de CCEE, Gintaras Grusas, aludió en su discurso de apertura de la Asamblea Plenaria, el pasado 27 de noviembre, al Sínodo. Explicó que «nuestra tarea era escuchar al pueblo de Dios» y llevar sus peticiones a los demás obispos. «No hemos trabajado en un sentido político y no hay resistencias que superar». Durante el encuentro, se planteó una posible adaptación de los estatutos de CCEE, que podría incluir el método de la conversación espiritual, empleado en el Sínodo.
Durante su Asamblea Plenaria, los obispos de CCEE decidieron por unanimidad trasladar su sede de San Galo (Suiza) a Roma en 2024. Al mismo tiempo, expresaron su gratitud a la Iglesia en Suiza y en particular a la diócesis de San Galo por la acogida y generosidad con la que han acompañado la labor de la entidad.
Fue solo una de las cuestiones de una intervención que ofreció un repaso a los temas más candentes en el continente. Grusas condenó tanto los ataques terroristas de Hamás el 7 de octubre como «la escalada militar por parte de Israel en Gaza». Sobre esta, subrayó que «la violencia no puede ser forma de defender una causa».
Asimismo, lamentó que «por segundo año estamos celebrando una Asamblea Plenaria con una guerra en el corazón de nuestro continente», en alusión a Ucrania. El flujo de refugiados «ha requerido un esfuerzo extra» de las Iglesias para su acogida, reconoció, al tiempo que mostró su esperanza de que «se alcance pronto un acuerdo para una paz justa, en cumplimiento del derecho internacional».
Atentados contra la vida
A la Iglesia en Europa también le preocupan los atentados contra la vida, desde la orden de los jueces de retirar el soporte vital a la pequeña inglesa Indi Gregory a la propuesta de incluir el derecho al aborto en la Constitución de Francia. «La tendencia europea ahora parece definida en un plano inclinado que lleva gradualmente de una cultura de vida a una cultura de muerte».
Frente a esto, el presidente de los obispos europeos renovó el compromiso de estos por trabajar por «una nueva cultura de la vida, que incluya el cuidado del no nacido, el concebido, el enfermo terminal pero también el pobre, el migrante forzoso y todas las víctimas con las que nos encontramos». En este sentido, recalcó que «solo seremos una Europa samaritana si podemos hablar con una voz en estas grandes cuestiones».
Otra tendencia preocupante es el aumento de la persecución religiosa en el continente. Grusas citó el último informe del Observatorio sobre la Intolerancia y la Discriminación de los Cristianos en Europa, según el cual en 2022 se produjeron 748 casos de discriminación anticristiana en 30 países diferentes frente a los 519 de 2021.
Sobre la cuestión de los abusos sexuales en el seno de la Iglesia, el presidente de CCEE reiteró las peticiones de perdón anteriores. «La Iglesia está implicándose en un proceso cansado y doloroso de purificación y reconciliación», subrayó.