Cardenal Cupich tras el tiroteo en Chicago: «Las armas de fuego no tienen lugar en la sociedad civil»
El arzobispo de Chicago lamenta la nueva masacre de este 4 de julio, que ha costado la vida a seis personas. «El derecho a portar armas no ensombrece el derecho a la vida», recuerda
La violencia con armas de fuego no respeta ni el Día de la Independencia en Estados Unidos. Este lunes, la gran fiesta norteamericana, se saldó con varios tiroteos a las afueras de Chicago y en Filadelfia, el primero el más letal, ya que provocó la muerte a seis personas de entre ocho y 85 años.
Tal y como recuerda el arzobispo de Chicago, cardenal Blase Joseph Cupich, en apenas unos días de julio la Policía de Chicago ya ha reportado un total de 55 tiroteos y siete muertos. «Las armas de fuego, diseñadas para destruir a personas, no tienen lugar en la sociedad civil», exclama en una declaración, al tiempo que recuerda que ya son la primera causa de muerte en niños en el país.
El purpurado cree que hay espacio en la Segunda Enmienda para tomar medidas de seguridad sobre la posesión de armas. De hecho, aunque reconoce el proyecto de ley aprobado por el Senado, lo considera «modesto» y afirma que «se debe hacer más».
«El derecho a portar armas no ensombrece el derecho a la vida o el derecho de todos los estadounidenses a vivir sus vidas libres del temor de ser destrozados por las balas en cualquier momento. La violencia armada es una cuestión de vida. Debemos continuar rezando para que nuestros representantes redoblen su compromiso de mantener a salvo a las personas que han jurado servir», agrega.
Cupich recoge en el comunicado con unas palabras del Papa a los ciudadanos de Chicago en 2016, en la que traía a colación la propuesta de Martin Luther King de «desarrollar un método que rechace la venganza, la agresión y las represalias», un método «basado en el amor». Entonces, Francisco animaba a los jóvenes «a responder a las palabras proféticas de Luther King y a comprobar que la cultura de la violencia no es un sueño inalcanzable, sino un camino que ha dado resultados positivos».
Y concluye: «Que el Señor de la misericordia abrace con amor a los que han muerto, lleve la curación a los heridos, el consuelo a sus seres queridos y el valor a todos nosotros, para que podamos responder a esta tragedia unidos como hijos de Dios y construir un camino hacia la paz».