Cardenal Cupich: «¿Queremos más a nuestras pistolas o a nuestro futuro?»
Tras el tiroteo que ha acabado con la vida de 19 niños y un adulto en un colegio de Texas, el Papa ha afirmado que «es tiempo de decir basta al tráfico indiscriminado de armas»
La Iglesia en Estados Unidos se ha volcado con Uvalde, la localidad de Texas donde el martes un joven de 18 años acribilló al menos a 19 niños y a dos profesores, antes de ser abatido por la Policía. El primero, como no podía ser menos, fue Gustavo García-Siller, arzobispo de San Antonio, a la que pertenece la localidad afectada.
Desde que se produjeron los hechos, García-Siller viene compartiendo en sus redes sociales mensajes pidiendo oraciones por las víctimas y sus familias. «Dios tenga piedad de nuestros niños, sus familias, sus comunidades. La oscuridad es densa, con un tiroteo más en el país», decía en su primer mensaje. «Ayudémonos unos a otros a irradiar luz y calor. Hagámonos compañía. Se necesitan oraciones».
En el último mensaje, ya de madrugada, el obispo pedía al Papa que «dijera algunas oraciones por las almas de nuestros pequeños asesinados hoy y por los dos profesores». «Su oración les hará bien», continuaba, antes de concluir en español que «queremos ser como Jesús. Cuente con nuestra oración».
Así lo hizo Francisco, que al final de la audiencia pública del miércoles se mostró con «el corazón roto por el tiroteo en la escuela primaria de Texas». Después de asegurar sus oraciones por todos los afectados, recalcó que «es tiempo de decir basta al tráfico indiscriminado de las armas. Comprometámonos todos para que tragedia como esta no ocurran más».
«Ya ha habido demasiados»
Según el Departamento de Seguridad Pública de Texas, el agresor, Salvador Ramos, irrumpió con un arma de mano y posiblemente además con un rifle en torno a las 11:30, hora local, en la Escuela Elemental Robb, de Uvalde. Un centro en el que según The New York Times el 90 % de los alumnos son latinos. 17 heridos permanecen ingresados en dos hospitales de la localidad.
Se trata del tiroteo más letal del país en lo que va de año, y también el segundo más mortífero en lo que va de década en centros educativos. El primero sigue siendo el de la escuela de Sandy Hook, en Newton (Connecticut), en el que murieron 26 personas.
Desde la Conferencia Episcopal Estadounidense, su portavoz, Chieko Noguchi, subrayaba en un breve comunicado que «ha habido ya demasiados tiroteos en colegios, demasiadas muertes de inocentes». Mientras aseguraba las oraciones de los católicos por las víctimas mortales y por los heridos y afectados, pedía también que «cada uno examine su alma en busca de maneras de hacer más para entender esta epidemia de mal y violencia y suplicar a nuestros funcionarios electos que nos ayuden a pasar a la acción».
Problemas para identificar a las víctimas
El presidente del episcopado, José H. Gómez, pedía a través de Twitter «abrir nuestros corazones» a los hermanos de Uvalde y a rezar por los difuntos. «Que Nuestra Señora de Guadalupe acoja a las víctimas en sus tiernos brazos y traiga consuelo a los que lloran y sanación a los heridos».
Sin embargo, uno de los mensajes más elaborados ha sido el del cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago. También en Twitter, publicó un extenso hilo sobre la masacre. En primer lugar, desarrolla en algunos de los aspectos más descarnados de lo ocurrido, como que el tirador supuestamente mató a su propia abuela antes de dirigirse al colegio.
O que se dio instrucciones a los padres de no ir inmediatamente al colegio a recoger a sus hijos para poder hacer un recuento exhaustivo de las víctimas. Ahora, «hay un retraso en la identificación» por lo dañados que quedaron los cuerpos.
Armas sin licencia en Texas
Pero, a continuación, profundizaba en el problema que existe en Estados Unidos en torno a las armas de fuego. Lamentaba, por ejemplo, que este fin de semana la Asociación Nacional del Rifle vaya a celebrar su encuentro anual en Houston, a menos de 500 kilómetros de Uvalde.
Recordaba asimismo que el tiroteo se produjo «menos de un año después de que el gobernador de Texas promulgara una ley que permite llevar pistola a personas sin licencia ni entrenamiento». Si bien «no sabemos todavía si el pistolero de Uvalde se aprovechó» de ello, «sí sabemos que América está inundada de pistolas», más que habitantes.
Como consecuencia, «en 2020 murieron por violencia con armas de fuego más estadounidenses que ningún otro año: más de 45.000»; es decir, un 25 % más que en 2015 y un 43 % más que en 2010. El cardenal apuntaba, por ejemplo, que el pasado fin de semana en su ciudad murieron a tiros 28 personas. Los tiroteos masivos «se han convertido en una realidad del día a día». «¿Qué esperamos para nuestros hijos? ¿Qué como parte habitual de su escolarización aprendan cómo comportarse si hay un tiroteo?».
La posesión de armas «no bajó del Sinaí»
En un momento en el que «las ondas se llenan» de «lamentos y advertencias» y oraciones, Cupich afirma que «debemos rezar». También «sollozar y empaparnos en la pena que viene con el conocimiento de que estos hijos de Dios fueron talados por un hombre que solo les sacaba unos años». Pero, después, «debemos armarnos de valor para actuar ante lo que parece una desesperanza insalvable».
Para atajar este problema, «sabemos que las medidas de seguridad» funcionan. Citaba, por ejemplo, un estudio de la red de centros sanitarios afiliados a la Universidad Northwestern, de Illinois, según el cual la Prohibición Federal de Armas de Asalto evitó diez tiroteos masivos en los diez años que estuvo en vigor. Era una ley temporal y nunca se renovó, a pesar de que el mismo estudio estima que de haberlo hecho, se podrían haber evitado otros 30, en los que murieron 339 personas y otras 1.139 resultaron heridas.
La segunda enmienda, que afirma el derecho a poseer armas, «no bajó del Sinaí», subrayaba el cardenal, aludiendo a que no puede interpretarse como un mandato o un derecho de origen divino. «El derecho a llevar armas nunca será más importante que la vida humana». «¿Quiénes somos como nación si no actuamos para proteger a nuestros hijos? ¿A quien queremos más, a nuestros instrumentos de muerte o a nuestro futuro?».
En un discurso a la nación inmediatamente después de llegar de su gira por Asia, el presidente Joe Biden exhortó a preguntarse «como nación cuándo en nombre de Dios vamos a enfrentarnos a los grupos de presión a favor de las armas, cuándo en el nombre de Dios vamos a hacer lo que en el fondo sabemos que hay que hacer».