Caravaca, un punto de encuentro al pie de la cruz - Alfa y Omega

Caravaca, un punto de encuentro al pie de la cruz

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Un niño besa el 'Lignum Crucis
Un niño besa el Lignum Crucis. Foto: Garcia’s Photo.

La celebración en la capital del noroeste murciano de su tercer Año Santo, desde que en 1998 así lo decretara el Papa san Juan Pablo II, convierte este lugar en el epicentro y punto de encuentro de la sociedad regional murciana y también del mundo cristiano.

Desde el día de su apertura solemne (8 de enero pasado), una luz brilla incesantemente en el punto más alto de la ciudad, a manera de antorcha prendida por el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, al concluir la celebración de inauguración. Una antorcha que señala el lugar, ilumina (como estrella de Belén) el camino, y sirve de virtual pira donde se consumen mezquindades humanas individuales y colectivas al pie de la Cruz. También simbólicamente expresa aquella antorcha la hospitalidad de las gentes de Caravaca, cuyas puertas están siempre abiertas, y la luz de la casa común encendida, para albergar a los peregrinos que hasta aquí llegan, sin importar la hora del día, ni el día de la semana.

La historia de los años jubilares caravaqueños es larga. Tenemos noticias documentales que confirman su celebración desde 1579, cuando el Papa Gregorio XIII concedió la indulgencia plenaria a cuantos peregrinos visitasen la capilla de la Vera Cruz, en las debidas condiciones. El documento lleva fecha de 2 de febrero del citado año y se conserva en el Archivo Municipal. La noticia de aquel Jubileo fue anunciada al pueblo por el entonces pregonero público Juan García, acompañado de trompetas para su conocimiento público; como 429 años después fue comunicado al mismo pueblo la decisión pontificia del «Jubileo in perpetuum, cada siete años», a través del sonido de las campanas de todas las torres y espadañas de la ciudad, cuando el obispo Javier Azagra comunicó la noticia en la Sala de Cabildos de la Real Basílica, la tarde del 11 de febrero de 1998.

Tres jóvenes llegan a la basílica-santuario de Caravaca de la Cruz. Foto: Juanfra García

Desde entonces se han celebrado los años jubilares de 2003 y 2010 (ocurridos durante los pontificados diocesanos de Manuel Ureña Pastor y José Manuel Lorca Planes), habiéndose comenzado el actual, como se ha dicho, el pasado 8 de enero. Fecha entre las entrañables vividas en Caravaca fue la del primer domingo del Adviento de 2002, en que concluía el año preparatorio para el primer jubileo, tras la institucionalización del mismo, cuando el cardenal Joseph Ratzinger visitó la ciudad y concelebró la Eucaristía junto a cinco obispos españoles y decenas de sacerdotes. Joseph Ratzinger, como se recordará, fue elevado a la sede de San Pedro como Papa Benedicto XVI poco tiempo después. Hoy es Papa emérito.

Por diferentes caminos

A Caravaca llegan los peregrinos por muy diferentes caminos, sendas y veredas, de manera individual o de forma grupal. Sin embargo, el último tramo del camino lo hacemos juntos, sin distinción de sexo, edad e incluso religión, a través de las cuestas que suben al castillo donde se encuentra el relicario de piedra que guarda la Cruz de Cristo. Cada mañana, al filo del mediodía, las gentes se concentran en el templo mayor del Salvador (en feliz recuerdo del obispo Manuel Ureña Pastor, quien instituyó la ceremonia). Allí son recibidos por el vicario episcopal o el comisario del Jubileo y, tras una oración en común y ser asperjados con agua bendecida, siguiendo una cruz de madera, se asciende hasta llegar al templo donde tiene lugar al Misa Jubilar a las 12 de cada día de la semana, de todos los días del año, mientras suenan las campanas del citado templo mayor.

En Caravaca, a lo largo de todo el año 2017 y siempre, aguardamos el encuentro con los hermanos en la fe que quieran encontrarse consigo mismos y con los demás, todos juntos, al pie de la Cruz.

José Antonio Melgares Guerrero
Cronista oficial de Caravaca de la Cruz y de la Región de Murcia