Cantalamessa pide «interiorizar la fe» en la divinidad de Cristo

Cantalamessa pide «interiorizar la fe» en la divinidad de Cristo

Creer en un Dios muerto en una cruz «es mucho más exigente que creer en un Dios distante que todo el mundo puede representarse según su propio gusto»

Redacción
Cantalamessa en la predicación de Cuaresma
Foto: Vatican News.

El cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, ha invitado a la Curia del Vaticano, entre la que se encontraba el Papa Francisco, a acabar con «la falsa persuasión de que en lo que respecta a la fe estamos bien y que, si acaso, todavía debemos trabajar en la caridad». De hecho, ha subrayado en la tercera predicación de Cuaresma, quizá «es bueno, durante un poco de tiempo, no querer demostrar nada a nadie, sino interiorizar la fe» en Jesucristo, «redescubrir sus raíces en el corazón».

Esta Cuaresma, ha explicado Cantalamessa, su propósito era «reaccionar ante la tendencia generalizada a hablar de la Iglesia como si Cristo no existiera, como si pudiéramos entender todo sobre ella, prescindiendo de Él». Sin embargo, la respuesta no quiere ser «tratar de convencer de su error al mundo», sino «renovar e intensificar nuestra fe en Cristo. No en clave apologética, sino espiritual».

El sentido más alto de la palabra «Dios»

Cuando en el año 325 el Concilio de Nicea afirmó que Jesucristo es «Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma sustancia del Padre», el significado profundo era que «en todos los idiomas y en todas las épocas Cristo debe ser reconocido como Dios en el sentido más fuerte y más alto» que la palabra tenga en esa lengua y cultura. Ante una exigencia de este tipo, «se necesitó casi un siglo de ajuste antes de que esta verdad fuera recibida, en su radicalidad, por toda la cristiandad».

Esta centralidad de la divinidad de Cristo comenzó a perder protagonismo a raíz de la Reforma protestante, que invitó a no «investigar sus naturalezas», ha explicado el cardenal capuchino. La Ilustración y el racionalismo «encontraron en todo esto el terreno adecuado para la demolición del dogma». Y desde Kant y a lo largo del siglo XIX se «reduce prácticamente el cristianismo a la sola dimensión ética y, en particular, a la experiencia de la paternidad de Dios».

El ADN divino de Cristo

Dejando a un lado «lo que el mundo piensa» (a Él le interesa «lo que sus discípulos dicen de Él»), Cantalamessa ha invitado a despertar «la fe en la divinidad de Cristo»: «Una fe luminosa, no borrosa, objetiva y subjetiva, es decir, no solo creída, sino también vivida». En el Evangelio de Mateos, Marcos y Lucas, ha explicado, «la divinidad de Cristo nunca es declarada abiertamente, pero es continuamente sobrentendida» a través de acciones suyas como el perdonar pecados. «Basta una sola línea del Evangelio, leída sin preconcepciones, para reconstruir el ADN de Jesús, para descubrir lo que pensaba de sí mismo, pero no podía decir abiertamente para no ser malinterpretado».

Con todo, es Juan «quien ha hecho de la divinidad de Cristo el propósito principal de su Evangelio, el tema que unifica todo». El discípulo amado «abrazó los temas, los símbolos, las expectativas, todo esto que estaba religiosamente vivo tanto en el mundo judío como en el helenístico, haciendo que sirviera a una sola idea, mejor, a una sola persona: Jesucristo es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo».

Una fe exigente

Creer en un Dios nacido en un establo y muerto en una cruz «es mucho más exigente que creer en un Dios distante que todo el mundo puede representarse según su propio gusto». Esta fe exigente tiene «importantes consecuencias para el ecumenismo», ha añadido el cardenal. «Todos creen que Jesús es un hombre. Lo que marca la diferencia entre creyentes y no creyentes es creer que también es Dios», ha subrayado. Aunque aún no se puedan compartir los sacramentos, esta experiencia compartida recibida del Espíritu Santo es parte esencial del «ecumenismo espiritual», una vertiente del diálogo que trasciende la oración por la unidad de los cristianos.

Otra implicación de la divinidad de Cristo, ha concluido Cantalamessa, es que puede «responder a las necesidades profundas del hombre de hoy y de siempre: la necesidad de sentido y la necesidad de vida». A pesar de los anuncios de algunos intelectuales, «no es cierto que el hombre moderno haya dejado de plantearse la pregunta sobre el significado de la vida». Cuando desaparecen la juventud, la salud o la fama a la que uno se ha entregado «desaparecen, muchos vuelven a plantearse esta pregunta».

24 horas para el Señor

La próxima predicación de Cuaresma tendrá lugar el 26 de marzo (al ser el 19 san José) y será la última de la preparación a la Pascua. Además este fin de semana, 12 y 13 de marzo, tiene lugar una nueva edición de las 24 horas para el Señor, la convocatoria destinada a promover que los fieles se acerquen al sacramento de la reconciliación, con horarios ampliados en los templos y en los confesionarios. La única modificación es que este año, debido a la pandemia, no tendrá lugar la habitual cita en la basílica de San Pedro con el Santo Padre.