Campos del Renacimiento ya lleva 24.000 visitantes
El primer museo territorial de España, con cinco sedes en cuatro localidades, celebra año y medio de vida con perspectiva de crecimiento
Isabel y Alfredo posan vivarachos ante una foto suya de hace más de 50 años. «Entonces éramos novios y ahora acabamos de celebrar las bodas de oro…». Vecinos de Becerril de Campos (en la comarca de Tierra de Campos, en Palencia), nada tiene que ver su vida de ahora con la de años atrás. El vino —«este pueblo está hueco porque todas las casas tienen bodega»—, el cereal, la remolacha y la ganadería eran el motor. «Con un cerdo, la vaca y algunas gallinas se salía adelante», explica Isabel. Y con mucho trabajo. Alfredo lo sabe bien. Toda una vida en el campo, 7.000 hectáreas que ocupa el pueblo, la mitad de regadío y la mitad de secano. «Yo he arado con bueyes —como san Isidro, que por cierto está en muchas iglesias de la zona, por no decir en todas—; ahora cada día hay menos gente trabajando porque la maquinaria está muy avanzada». Un dato: de las 12.000 cabezas de ganado ovino que había en sus tiempos, solo quedan 2.000. Y vacas, ni una.
Así las cosas, las fuerzas vivas de las localidades de Tierra de Campos vieron en el turismo el bálsamo para el vaciamiento de este trozo de la España rural. Y, entre otras actuaciones, decidieron rehabilitar y preservar el ingente patrimonio religioso y artístico —cuyo titular es el Obispado— de unas tierras que fueron cuna de Pedro Berruguete y su hijo Alonso, y de Jorge Manrique, entre otros. Financiado por la Diputación de Palencia y gestionado por la Fundación Edades del Hombre, nació Campos del Renacimiento, el primer museo territorial de España, que se compone de cinco sedes en cuatro localidades: iglesia de Santa María, en Becerril de Campos; iglesias de San Pedro y San Facundo y San Primitivo, en Cisneros; iglesia de Santa María, en Fuentes de Nava, e iglesia de Santa Eulalia, en Paredes de Nava. Joyas escondidas que sorprenden por su riqueza y diversidad. No hay una igual a otra.
El proyecto veía la luz en junio de 2021, tras algún retraso debido a la pandemia. Desde entonces, ha recibido la visita de cerca de 24.000 personas y tienen «perspectivas de crecer», cuenta su director, José María Vicente. Lo que se muestra es fundamentalmente escultura y pintura de la época renacentista, unos siglos (XV y XVI) especialmente lucidos para la comarca. Tanto que, en Becerril, ha sido fiesta principal la recreación de la estancia del rey Carlos V en la localidad (del 1 al 3 de noviembre de 1517), en su periplo por Castilla para visitar a su madre, Juana, recluida en Tordesillas.
Suena también como nombre propio de la zona Alejo de Vahía. Es más que probable que en Becerril tuviera este escultor su taller, y en la sede del museo se encuentra el mayor conjunto de obras atribuidas a él (43 en total). Entre ellas, un Padre eterno, que fue expuesto en Nueva York en 2002, o un Crucificado. Esta primera sede alberga asimismo una concentración de pinturas de Pedro Berruguete que supera a las del Museo del Prado. En la iglesia de San Pedro de Cisneros, el visitante se topa con el escultor Francisco Giralte, seguidor de Alonso Berruguete, del que se conservan unas soberbias puertas en madera que en su día fueron las que daban acceso al templo. En este templo se han musealizado espacios para la ocasión, porque Campos del Renacimiento «no solo ha recuperado obras», apunta Vicente. En la primera de estas salas nuevas se expone una de las (muchas) joyas del museo, un lignum crucis en un relicario del siglo XV que aún a día de hoy se procesiona. Vicente llama a Campos del Renacimiento «museo vivo», porque algunas otras piezas aún se usan para la liturgia. Por ejemplo, una de las custodias de Paredes de Nava, para el Corpus Christi. O alguno de los más de 50 órganos barrocos que se mantienen en funcionamiento, como el de Santa Eulalia, también en Paredes.
Techumbres mudéjares
Uno de los elementos más llamativos de las iglesias del museo son las techumbres o alfarjes. Estas estructuras de madera, que eran más baratas que abovedar las iglesias en piedra, han dejado para la posteridad exquisitos espectáculos visuales. El propio logo del proyecto es la adaptación de una de las figuras que se encuentran en la iglesia de Fuentes de Nava. En este apartado destaca la iglesia de San Facundo y San Primitivo: sus 400 metros cuadrados de techo están todos ellos cubiertos de artesonado. Sobresale el de la cúpula de la capilla del Santísimo, dedicada a la Virgen del Castillo, en madera policromada de principios del siglo XVI. Son tan significativos que esta sede y la de Santa María de Fuentes de Nava acogen el Centro de Interpretación de las Techumbres Mudéjares.
El director del museo está muy satisfecho con este poco más de primer año de andadura. «Hemos conseguido restaurar, si era necesario, y conservar» el patrimonio, además de dar unidad y continuidad a las sedes en horarios y tarifas. Así, las obras «no se dispersan y se pueden entender mucho mejor al verlas en el sito para el que fueron creadas». Hay gente, destaca Vicente, que repite. «No se imaginaban que aquí existía esta riqueza» y se muestran sorprendidos por la «cantidad y calidad de las obras y por la forma de poder contemplarlas». Y todo esto en un museo en el que se respira la impronta de las Edades del Hombre y cuyo fin es, en definitiva, «utilizar el patrimonio al servicio de la evangelización».