Cambio de guardia en la cúpula dirigente china. Roma ofrece diálogo al partido comunista chino - Alfa y Omega

Cambio de guardia en la cúpula dirigente china. Roma ofrece diálogo al partido comunista chino

¿Qué relaciones pretende mantener con la Iglesia católica la nueva cúpula del Partido Comunista Chino que surgirá del Congreso nacional que hoy comienza? Las relaciones bilaterales se han agravado por diversos incidentes en los últimos años, como la reciente detención del nuevo obispo auxiliar de Shangai. La Santa Sede, pese a todo, tiende la mano al régimen, si bien los cristianos chinos no tienen demasiada esperanza en que la oferta de diálogo vaya a ser atendida

Jesús Colina. Roma
Un trabajador instala una pancarta del Congreso del partido comunista en Pekín, China, el pasado 5 de noviembre.

Xi Jinping, de 59 años de edad, va a convertirse en «El líder del mundo no libre», según le ha denominado la revista Time, pero incluso en el Partido Comunista hay matices, y algunas personas son más aperturistas que otras. Xi no está considerado miembro de ninguno de los dos extremos. Es hijo de uno de los fundadores del movimiento guerrillero comunista en la provincia de Shanxi, y compañero de lucha del líder de la revolución china Mao Zedong. Tiene un doctorado en teoría marxista y, desde 1974, su vida está definitivamente unida a la del Partido Comunista.

En China, un país de 1.300 millones de habitantes, la gente ha ido perdiendo el miedo a hablar de política, y muchos observadores coinciden en que, tras la era del fuerte crecimiento económico, el Partido se juega su credibilidad en el modo en que logre reducir las fuertes desigualdades sociales. La cuestión es cómo van a responder los nuevos dirigentes a estas demandas, y si cabe esperar mejoras en el respeto a los derechos humanos y a la libertad religiosa.

Para los católicos, la elección de Xi Jinping tendrá lugar en uno de los peores momentos de la historia de las relaciones entre la Iglesia y el PCC, desde que, en 1951, la revolución de Mao expulsara al representante del Papa en Pekín (Nuncio apostólico) y creara, en 1957, la Asociación Patriótica Católica China, un organismo estatal que pretendía crear una Iglesia católica china, controlada por el Partido e independiente de Roma.

Nuevas heridas

Contra todas las previsiones, las relaciones Iglesia-Estado son aún peores hoy que en 2007, cuando se celebró el último Congreso del PCC. Varias heridas han separado aún más a Roma de Pekín.

En 2010, la Asamblea Nacional de Representantes Católicos, organizada por las autoridades comunistas, aumentó el control del Estado sobre la Iglesia. Como resultado, se ha incrementado el control policial sobre obispos y sacerdotes clandestinos (que no aceptan el papel de la Asociación Patriótica) y que ahora se encuentran confinados en la cárcel, en trabajos forzados, o en arresto domiciliario. Ni siquiera a los patrióticos les va mejor. El último caso es el de monseñor Mateo Ma Daquin, obispo auxiliar de Shanghai, aprobado por el Papa y reconocido por el Partido. Al día siguiente de su ordenación episcopal, quedó privado de libertad, tras expresar su intención de dedicarse a tiempo completo al ministerio pastoral, dejando cargos ocupados en organismos controlados por el Partido.

En estos últimos años, la Asociación Patriótica ha obligado, además, a obispos católicos a consagrar a otros obispos nombrados por el Partido sin la aprobación del Papa, creando así terribles problemas de conciencia a los consagrantes y a los consagrados, que han actuado ante el miedo de represalias contra sus propias comunidades y sus personas.

Una propuesta de diálogo

En este difícil contexto, el cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y por tanto la autoridad vaticana de la que, en nombre del Papa, dependen las diócesis chinas, ha escrito un mensaje para presentar la posición de la Iglesia católica ante el Congreso del PCC. El purpurado italiano, que conoce bien China, pues de 1992 a 2001 trabajó como representante vaticano en Hong Kong, propone que, tras el Congreso del Partido, pueda iniciar una nueva fase en las relaciones bilaterales entre la Iglesia y el Estado.

El diálogo que debería iniciarse mediante la creación de una comisión bilateral estable de alto nivel entre la China popular y la Santa Sede. La misiva está publicada en forma de artículo en la revista Tripod, de la diócesis de Hong Kong, y es doctrinalmente muy clara en la defensa de la autonomía de la Iglesia católica en China, y al mismo tiempo muy pragmática en su planteamiento. Si China Popular y Taiwán, países aún oficialmente en guerra, mantienen una comisión bilateral estable, ¿por qué no podría tener lugar algo similar entre Roma y Pekín, como instrumento para buscar la superación de las divergencias? Una comisión bilateral estable entre la Santa Sede y otro país comunista, Vietnam, funciona desde hace tiempo con buenos resultados, en particular, para superar las divergencias sobre el nombramiento de obispos.

Esta propuesta busca dar forma concreta a la propuesta de diálogo que Benedicto XVI lanzó, hace cinco años, en su histórica Carta a los católicos chinos, en la que afirmaba que las diferencias entre el Gobierno chino y la Iglesia no pueden superarse con la confrontación, sino únicamente con el diálogo.

Apoyo de los católicos chinos

La propuesta del cardenal Filoni, por una parte, suscita esperanza entre los católicos que viven en China, aunque la mayoría duda de que el Partido Comunista la vaya a tener en cuenta. El cardenal John Tong, obispo de Hong Kong, considera que el establecimiento de un dialogo estable entre el Gobierno chino y la Santa Sede sería «una gran esperanza para el futuro», y espera que el Congreso comunista acoja la propuesta como «gesto amistoso».

Un miembro de las fuerzas de seguridad chinas observa a dos personas rezando durante la peregrinación al santuario mariano de Sheshan, en las afueras de Shangai, en mayo de 2008.

El cardenal Tong, que ha estado el mes de octubre en Roma participando en el Sínodo de los Obispos, cree que «el diálogo es necesario, porque sin él no se puede resolver ninguno de los problemas aún abiertos, mientras que, a través del diálogo, pueden desvanecerse malentendidos y conceptos erróneos». Por ejemplo, ante el caso de los obispos ordenados bajo la imposición del Partido, el cardenal explica que, «con el diálogo se puede razonar sobre el hecho de que los obispos no son funcionarios políticos de un aparato. Para ser sacerdotes son necesarios los requisitos adecuados en materia de doctrina, moral, pastoral y humana. Y esto es aún más cierto para la selección de los obispos».

La desesperanza se impone

«Existe una consonancia potencial —señala el obispo de Hong Kong— entre ser buen católico y ser un buen ciudadano». Y añade: «El Gobierno podría reconocer y apreciar esto: si se permite a la Iglesia libertad para atender a sus fieles, para que puedan ser realmente buenos católicos, también la sociedad se beneficiará».

Mientras tanto, los católicos en China están a la espera. En estos momentos, en Roma no existen estadísticas oficiales sobre su número, pues los datos de los bautizados los comunican las diócesis, y muchas veces los obispos, en la cárcel, no pueden saber cuántos, o prefieren no comunicar su verdadero número para evitar inspecciones. Los datos optimistas dicen que los católicos chinos son entre 12 y 15 millones, otros más pesimistas consideran que son entre 5 y 7 millones.

Alfa y Omega ha podido consultar a fuentes de la Iglesia católica en China, tanto entre sacerdotes clandestinos como entre miembros de la Asociación Patriótica. Las declaraciones de ambos coinciden totalmente. En primer lugar, todos piden el anonimato por miedo a represalias, y esto ya da cuenta de la situación en que ambos viven, y que es totalmente forzada. De hecho, incluso los miembros de la Asociación Patriótica reconocen que sólo hay una Iglesia, la Iglesia católica fundada por Jesucristo, cuyo ministerio de unidad está confiado al sucesor de Pedro, el Papa.

En segundo lugar, todos, clandestinos o patrióticos, apoyan la propuesta de diálogo del cardenal Filoni, pero todos consideran que, en el futuro inmediato, no tendrá una respuesta por parte de las autoridades comunistas. Explican que, en estos momentos, el aparato del Partido está concentrado en la transición promovida por el Congreso, y evitarán tomar decisiones inesperadas, que puedan parecer como una ruptura con el inminente pasado. La situación de la Iglesia católica en China no es una prioridad para sus líderes, constatan todos con profunda amargura.