«Cada semana vamos al huerto del cole»
San Faustino Míguez, el fundador de los colegios de la Divina Pastora, contagió a las religiosas el interés por las plantas
En el colegio Divina Pastora de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), además de ir a clase de Lengua, Matemáticas o Inglés, los alumnos de Primaria y 1º de ESO dedican un poco de tiempo a trabajar en el huerto del colegio. Este proyecto se puso en marcha el año pasado, y tiene mucho que ver con san Faustino Míguez, un sacerdote español al que el Papa canonizó el 15 de noviembre.
Faustino era un sacerdote escolapio, que fundó la congregación de las Hijas de la Divina Pastora. «Fue quien creó nuestro colegio, para que las niñas pudieran estudiar», explica Mónica, una alumna de 6º del colegio. De hecho, la escuela de Sanlúcar fue la primera que fundó. ¿Y qué tiene que ver esto con el huerto? «Él era científico y creó algunos remedios y medicinas con plantas» –añade la niña–. Por eso, «en los 14 colegios que tenemos en España promovemos que los alumnos tengan contacto directo con la naturaleza», cuenta la madre Mª Luisa, profesora de Biología en Secundaria.
En el Divina Pastora y otros centros, la forma de ponerlo en práctica los dos últimos años ha sido a través de los huertos escolares. Cada curso tiene su parcela de tierra. «En Naturales nos dijeron lo que teníamos que hacer. Primero nos enseñaron cómo utilizar la azada para cavar, luego pusimos las semillas –narra Lucía, que ahora está en 2º de ESO–. Y casi todas las semanas volvíamos para cuidar nuestro espacio: regábamos, quitábamos las malas hierbas… Nosotros habíamos plantado girasoles, ¡y se hicieron muy altos! Como terminaron de crecer era agosto y nosotros estábamos de vacaciones, la madre Mª Luisa recogió las pipas».
Pipas, y flores para la capilla
Los niños estaban tan emocionados que querían crear su propia marca de pipas para venderlas, pero no había suficientes. Las guardó la religiosa, y este curso las usarán para plantar más girasoles. Las flores las utilizarán para decorar la capilla del colegio, y también para venderlas en un mercadillo solidario.
Los chicos de 5º de Primaria plantaron cebollinos, que cuando estuvieron listos se usaron en el comedor. «Crecieron muy bien –nos dice Mónica, que estaba en esa clase–. Cuando quitábamos las malas hierbas, teníamos que tener cuidado porque se parecen un poco». Se arriesgaban a confundirlas y arrancar plantas buenas. «Las distinguíamos porque el tallo del cebollino es un poco más gordito».
A los alumnos del colegio les encantó la experiencia. «A mí me ayudó mucho para aprender los temas relacionados con las plantas», cuenta Lucía. Le llamó especialmente la atención, por ejemplo, cómo brotan los girasoles: «La raíz abre la cáscara de la pipa y sale hacia abajo, y lo que queda de la pipa sale con la planta fuera de la tierra, hacia arriba, y luego se cae».
Días de fiesta
La madre Mª Luisa explica que a los alumnos «les resultó muy divertido aprender directamente, viendo cómo la planta crece. Tener algo tan cerca les hace entender el valor que tiene. Con los más mayores analizábamos más las cosas. Por ejemplo, hablábamos de lo importante que es que el suelo esté sano». Por eso, el huerto del colegio es ecológico. «No le echamos ningún producto químico» para que las plantas crezcan más –dice Lucía–, porque en realidad «las estropean» y contaminan la tierra.
Los responsables del colegio ya están preparando el huerto para este año. Pero, mientras tanto, todos han estado muy entretenidos con las celebraciones por la canonización de san Faustino. «Decoramos todo el colegio, que ha quedado muy bonito –recuerda Mónica–. Hicimos una fiesta, y algunos grupos fuimos a Sevilla a ver un musical sobre él» que preparó un colegio de Argentina.