Cada obispo cismático tendrá que decidir - Alfa y Omega

Cada obispo cismático tendrá que decidir

Las heridas nunca son fáciles de cicatrizar. Y la cicatrización del cisma provocado, el 2 de julio de 1988, por el arzobispo Marcel Lefebvre, quien ordenó sin el permiso del Papa a cuatro obispos, se está convirtiendo en una de las misiones más complicadas para Benedicto XVI

Jesús Colina. Roma
Monseñor Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X.

La cuestión de fondo, en cierto sentido, es bastante sencilla. Los sucesores de monseñor Lefebvre, unidos en la Fraternidad de San Pío X, con pocas decenas de miles de fieles esparcidos por el mundo, se niegan a aceptar conclusiones del Concilio Vaticano II, celebrado, en cuatro sesiones, entre 1962 y 1965.

El problema no es su amor por la liturgia en latín, precedente al Concilio Vaticano II, algo ya superado, pues el Papa Benedicto XVI la ha reconocido para las comunidades que pidan su celebración en el seno de la Iglesia católica. La cuestión de fondo es que sucesores de monseñor Lefebvre rechazan, con frecuencia, conclusiones conciliares como el ecumenismo (el diálogo con las demás confesiones cristianas en búsqueda de la unidad plena), el diálogo interreligioso y la misma libertad religiosa.

Sin embargo, la perseverancia del Papa está dando sus frutos. Para que puedan regresar a la comunión plena con la Iglesia católica, el Santo Padre ha pedido a los obispos de la Hermandad Sacerdotal San Pío X que firmen un documento en el que, reconociendo que los documentos del Vaticano II tienen un margen de interpretación, sin embargo su magisterio forma parte del magisterio de la Iglesia. Este documento, que no se ha hecho todavía público, ha suscitado reacciones diferentes entre los sucesores de monseñor Lefebvre. El obispo Bernard Fellay, Superior de la Fraternidad de San Pío X, tras pacientes reuniones con la Santa Sede, ha anunciado que está dispuesto a firmar el documento que superaría la división.

El 11 de mayo, en una entrevista en vídeo, concedida en la sede de su Seminario en Écône (Suiza), monseñor Fellay ha anunciado su disposición para regresar a la Iglesia: «Personalmente me hubiera gustado esperar para ver las cosas de una manera más clara. Pero sí estoy dispuesto, si el Santo Padre considera que debe suceder ahora. Si este reconocimiento tiene lugar, se debe gracias a él y sólo gracias a él».

Sin embargo, los otros tres obispos que, junto a Fellay, fueron consagrados ilícitamente, entre quienes se encuentra el polémico Richard Williamson, autor de un escándalo mundial por su negación del Holocausto judío, no parecen compartir esta decisión. Los tres enviaron una carta a monseñor Fellay para prevenirle y evitar la reconciliación con Roma.

Ante esta situación, el 16 de mayo tuvo lugar, en el Vaticano, una reunión de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en la que se estableció que la reconciliación no tendrá lugar en bloque, sino que se realizará teniendo en cuenta lo que piensa cada uno de los obispos. Cada uno de ellos tendrá que decidir si acepta el magisterio de la Iglesia y regresar a la plena comunión.

El cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en una declaración concedida a la agencia Rome Reports, ha dicho: «No podemos ser católicos y no aceptar el Concilio Vaticano II, o el Magisterio de la Iglesia católica, nacido después del Concilio Vaticano II».

La Santa Sede ha propuesto a los sucesores de Lefebvre ser acogidos por una institución jurídica, que puede ser una Prelatura (una diócesis sin territorio geográfico), para que puedan mantener, dentro de la Iglesia, su propia tradición e identidad. Según la nueva disposición, corresponderá a cada uno de los obispos decidir si aceptan pasar a esta realidad, tras aceptar el magisterio de la Iglesia católica. La solución sería similar a la que el Papa adoptó para los anglicanos que quieren regresar a la comunión con la Iglesia católica, siendo acogidos por un Ordinariato (institución parecida a una Prelatura). Con ello, se deja claro que la reconciliación es una decisión personal, y no simplemente una decisión de grupo. Fe y razón, una vez más, es el criterio aplicado por este Pontífice en su gobierno.