«Cada euro llega íntegro a la misión»
El 18 de octubre se celebra el Domingo Mundial de las Misiones (Domund). Uno de los objetivos de este año es dar a conocer el recorrido de los donativos, desde que el dinero sale del bolsillo del donante hasta que llega al misionero
«Cada euro llega íntegro a la misión». Lo aseguró Anastasio Gil, director nacional de Obras Misionales Pontificias –OMP– durante la presentación de la campaña del Domingo Mundial de las Misiones, el Domund, la semana pasada en Madrid. Este año, además de mostrar a los 13.000 misioneros españoles como paladines de la misericordia, la institución quiere contar cuál es el recorrido del dinero que se recoge durante la jornada, desde que sale del bolsillo del donante hasta que llega a los territorios de misión. «Con lo que recaudamos se ayuda a las 1.109 misiones –el 38 % de las obras de la Iglesia– en el sostenimiento ordinario de diócesis, proyectos y emergencias», explicó Gil. La mayor parte de las ayudas, que en 2014 aumentaron un 10,13 %, procede de pequeños donativos particulares. Para el director nacional, la clave es que «la gente se fía de OMP porque sabe que pone su dinero en las manos del Papa, que es quien conoce las necesidades». España es el segundo país más generoso del mundo con los misioneros, después de Estados Unidos.
Paso 1. Las delegaciones diocesanas de OMP
El primer escalón en la trayectoria del dinero son las delegaciones diocesanas de OMP. «La recogida de fondos en la campaña de octubre es la consecuencia del trabajo de todo el año en las parroquias, en los colegios, con las comunidades religiosas…», afirma Josefa Ledo desde Orense. La labor de los misioneros tiene buena prensa, y por eso, «aunque se incrementa en octubre, durante todo el curso recibimos donativos de particulares, herencias y legados. La gente siempre se acuerda de sus misioneros», señala Ledo. «Por aquí pasan muchos sacerdotes que traen el dinero que recaudan en efectivo, todavía oliendo a la humedad de los cajones de las sacristías de los pueblos rurales. También vienen ancianos que quieren vernos la cara y que les demos un recibo en mano. Luego, hay gente que nos hace transferencias y tenemos domiciliaciones bancarias». Todo esto «es fruto del esfuerzo y la gran generosidad de nuestros pueblos. La gente aquí tiene muy poco, y lo poco lo comparte».
Desde la delegación diocesana se hace un registro diario del dinero que entra, y se envía mensualmente a la dirección nacional de OMP «para que, junto con la recaudación de las otras 71 delegaciones de España, se saque más partido a los intereses», explica Josefa. Ni un euro recogido va a parar a proyectos concretos de la diócesis. «Nosotros no disponemos del dinero libremente. Todo se envía a la oficina central de Madrid. Tampoco sabemos de antemano a qué proyecto irá dirigida la recaudación. Esto es una característica muy especial del Domund: es una obra universal, y el dinero va donde más haga falta y donde el Santo Padre decida».
Paso 2. La administración central de OMP
La recaudación de las 72 delegaciones diocesanas de misiones de España llega a la dirección nacional de Obras Misionales Pontificias. «Aquí tenemos, como muchas empresas, un ejercicio económico que va del 1 de enero al 31 de diciembre, y a finales de año enviamos todo el dinero a Roma», señala Isabel Santiago desde el departamento de administración.
La sede de OMP en Roma recibe los balances económicos de todos los países del mundo. Por otro lado, recoge las solicitudes de proyectos que necesitan financiación, como por ejemplo, la reconstrucción de una capilla en Burkina Faso, aulas para catequesis en Indonesia o un coche para una misión en la República Centroafricana. «En mayo, con toda esta información, se hace una reunión internacional del Papa con todos los directores nacionales de OMP –hay incluso representación de países como Irán e Irak– y se decide cuánto dinero irá dirigido a cada país, dependiendo de las necesidades», aclara Isabel.
Una parte va al subsidio ordinario, «que consiste en ayudar económicamente a los misioneros para que puedan subsistir, y en los gastos diarios de la misión». Otra parte del dinero va dirigido a subsidios extraordinarios, que son los proyectos que solicitan los misioneros. Lo normal es que un proyecto no esté financiado solo por un país. «Por ejemplo, si la capilla en Burkina Faso cuesta un millón y medio de euros, se reparte entre varios países: España 500.000 euros, Francia 300.000… y así hasta completarlo». El último tercio del dinero se guarda para emergencias, como por ejemplo el terremoto de Nepal o la crisis de los refugiados de Siria e Irak.
Cuando la dirección de OMP en España sabe dónde tiene que enviar el dinero, «hacemos una transferencia bancaria a la Nunciatura Apostólica de los países que nos toquen con el importe acordado desde Roma para cada misión». Siempre se manda a la Nunciatura, porque «en los países donde enviamos el dinero hay una inseguridad tremenda», explica Isabel. Además de la transferencia, «enviamos cartas al nuncio, al director nacional del país y al propio misionero especificando la cantidad ingresada y para qué va dirigido el dinero». El nuncio hace llegar inmediatamente la ayuda al misionero y comunica a la administración en España la recepción del mismo. Finalmente, la reciprocidad también es importante: «Pedimos a la misión que nos cuente cómo se ha invertido ese dinero, no porque seamos una empresa auditora, sino para contar a los donantes en qué se ha materializado su ayuda», añade Isabel. Desde la misión se da cuenta del dinero recibido con documentos informativos y testimonios de agradecimiento.
Paso 3. La misión
Rafael Bardón es madrileño y misionero javeriano. Lleva siete años en Indonesia, en la isla de Sumatra. «Allí trabajo en una parroquia de la diócesis con el ecónomo, y también llevo las cuentas de mi congregación en el país», explica. Presente ayer en la mesa redonda que OMP organizó en Sevilla, fue la cara visible de los miles de destinatarios que el Domund tiene por todo el mundo.
«La ayuda española para Asia en 2013 fue de 2.119.000 euros. A Indonesia fueron a parar 133.455 euros. A mi diócesis, Padang, llegaron 66.000 dólares finalmente, pero esta cifra no es solo de España. Corresponde a la cantidad final de todos los países que nos ayudaron», cuenta Rafael. El dinero, que envía el nuncio, lo recibe el ecónomo diocesano –hay 37 diócesis entre las que repartir el dinero– «y él tiene que justificar con documentos la recepción y uso de ese dinero, que luego envía a la dirección nacional de OMP en Indonesia. Esta, por su parte, reenvía la información a Roma».
Los 66.000 dólares fueron repartidos «para el sostenimiento de los misioneros. Otra parte fue para la formación de seminaristas, tanto en el seminario mayor como en el menor, y para los estudiantes de las congregaciones religiosas», explica el misionero madrileño.
Como gasto extraordinario, la diócesis organizó una jornada a la que acudieron medio millar de jóvenes. «Se utilizó parte del dinero para preparar este proyecto». Otra parte fue para organizar «talleres de cocina y textil para las mujeres, y agricultura para los hombres». El resto sirvió para la formación de catequistas y responsables de las comunidades, para comprar un equipo audiovisual de la radio diocesana –tienen dos diales, y es un instrumento muy efectivo de evangelización–, y para construir una capilla en una de las islas de la diócesis. «Este año vamos a añadir un programa de becas escolares para que los niños puedan estudiar en los colegios diocesanos», añade Rafael.
La repercusión de esta ayuda es palpable: «Por ejemplo, los talleres de agricultura han mejorado la vida de muchas comunidades. También los jóvenes aprenden en las jornadas a fomentar el diálogo interreligioso –los católicos en Indonesia son minoría frente a los musulmanes–, y la relación con personas de otras creencias va mejorando».