Boo: «Hicks, el nuevo arzobispo de Nueva York, es un constructor de puentes al estilo de León XIV»
En un episcopado con obispos muy alineados con el ala conservadora del Partido Republicano, el Papa norteamericano está nombrando pastores «en una línea misionera y conciliadora» como Hicks y mantiene un diálogo «fluido y cercano» con los prelados
—¿Qué cree que va a suponer la llegada de Ronald Hicks a la archidiócesis de NY?
—Supondrá una bocanada de aire fresco y de rejuvenecimiento, pues tiene 58 años, es una persona muy cordial con experiencia misionera en El Salvador, donde ayudaba a huérfanos y niños abandonados. Los norteamericanos del Midwest tienden a ser buena gente, con un estilo humano y más equilibrado que los de Nueva York o California, y mayor sintonía cultural con Europa.
Su llegada restablece una sintonía con el Santo Padre que se había debilitado a medida que el cardenal Dolan criticaba o daba lecciones en público a Francisco. Hicks y el Papa León comparten la cultura multiétnica de Chicago, el cariño a los inmigrantes, el hablar español y el talante deportivo. Su previsible nombramiento como cardenal en el próximo consistorio le dará todavía más visibilidad positiva a nivel nacional.

—Algunos medios lo han presentado como un cambio total de rumbo respecto a Dolan, si bien su presentación conjunta estuvo llena de buenas palabras recíprocas y Hicks fue bastante suave sobre inmigración.
—La jovialidad es lo normal en un relevo y también una característica de Hicks, que es un «constructor de puentes» inteligente en un estilo similar al de León XIV. Hicks se entenderá bien con el nuevo alcalde de Nueva York, Zohran Mamdani, de 34 años, que es musulmán de origen indio nacido en Uganda. Y sabrá lidiar a distancia con el neoyorkino Donald Trump, respaldando una tarea que corresponde sobre todo al arzobispo de Washington, el cardenal Robert McElroy, en plena sintonía con Francisco y con su sucesor.
—También Dolan ha sido muy crítico en ocasiones por ejemplo hacia el vicepresidente JD Vance. ¿Está tan dividida la Iglesia en Estados Unidos como se la presentan a veces? ¿Es este un nombramiento para tender puentes?
—Ha tenido que criticarlo porque Vance es llamativamente extremista e insiste en presentarse como católico; probablemente por motivos políticos, para crear un aura de religiosidad en torno a la Casa Blanca. El problema de la Iglesia en Estados Unidos no es de división interna, pues se tratan todos de modo cordial y la anomalía está solo en un lado sin que el otro levante la voz para discutir.

—¿Cuál es entonces?
—La presencia de un sector de obispos muy dependiente de hipermillonarios casi libertarios hostiles a la enseñanza social cristiana. Ese sector, en torno a un quinto o un cuarto del total, está políticamente alineados con el ala conservadora del Partido Republicano. Es una anomalía que no se da en ningún otro país occidental.
La conferencia episcopal ha tenido el valor de salir al paso del trato inhumano a los inmigrantes, pero no se opone a las maniobras de politización de la religión que prodiga Trump. En noviembre eligieron nuevo presidente al arzobispo de Oklahoma City, Paul Coakley, menos distante del Papa que su predecesor, pero no tan cercano como el obispo de Brownsville (Texas), Daniel Flores, elegido vicepresidente y que podría sucederle dentro de tres años.
—Más en general, ¿cómo está León XIV configurando la Iglesia en su país natal con este nombramiento y los anteriores?
—Está continuando la línea de devolverla pasito a pasito a la normalidad, evitando polémicas o palabras que puedan molestar. Su preocupación por la unidad le lleva a intentar hacer el menor ruido posible a medida que va cambiando actitudes y nombrando obispos en una línea misionera y conciliadora.
Al ser norteamericano, su diálogo personal con los obispos de ese país es mucho más fluido y cercano. Les dirá lo que sea necesario con cariño y en privado, directamente por correo electrónico, WhatsApp o llamada telefónica. Y probablemente, en la mayoría de los casos, le escucharán.