Blancanieves, de Pablo Berger. Inmejorable representación en los Oscars - Alfa y Omega

Blancanieves, de Pablo Berger. Inmejorable representación en los Oscars

Pablo Berger demostró dos cosas en su anterior largometraje, Torremolinos 73: al margen del juicio de valor que nos merezca aquella película, dejó clara su inclinación a lo surrealista de toques bizarros, y su pasión por el cine clásico. Con Blancanieves, Berger pone su talento en erupción, deja atrás las concesiones al mal gusto, que lastraron su primera cinta, y lleva su amor al cine hasta el final, dejándonos una obra maestra que pasará con nombre propio a la historia del cine español, junto a títulos como El espíritu de la colmena, o La torre de los siete jorobados

Juan Orellana
Un fotograba de la película.

Esta versión hispánica del cuento de Blancanieves, muda y en blanco y negro, es un prodigio de adaptación. Sin separarse de ninguno de los elementos clásicos del cuento, consigue dos cosas tan difíciles como originales: incardinar la historia en un contexto mítico absolutamente andaluz en los años veinte, sin ningún vestigio de los referentes nórdicos de esa clase de cuentos, y profundizar en los aspectos antropológicos y dramáticos de la historia. Esto último lo hace, concretamente, incorporando uno de los temas recurrentes del cine posmoderno: la búsqueda y reconstrucción del vínculo paterno-filial.

Así, el cuento de los hermanos Grimm, que Disney popularizó para el universo infantil en trazos de animación, adquiere en manos de Berger un rostro adulto, más complejo y profundo, y enraizado en una estética que quiere compendiar todos los recursos propios del arte cinematográfico. De hecho, encontramos innumerables referencias estéticas a maestros del cine, referencias discretas, nada impostadas: los primerísimos primeros planos contrapicados según los encuadres de la primera etapa de Dreyer, los rostros del campesino al estilo de Pasolini, el uso de las sombras al dictado del expresionismo alemán…, y en general la recuperación del surrealismo de Buñuel, el suspense visual de Hitchcock, cierta visión berlanguiana de España y el goticismo del más clásico cine de terror. Este cóctel de cine está ensamblado a la perfección con un montaje de tiralíneas, una banda sonora excepcional y una dirección actoral dificilísima, en la que los intérpretes —especialmente Maribel Verdú— se tienen que mover entre el realismo y la caricatura, en un delicado equilibrio que consiguen a la perfección. El resto de los actores, Daniel Giménez Cacho, Macarena García, Sofía Oria, Ramón Barea, Inma Cuesta, José María Pou, Ángela Molina y los enanitos, están en estado de gracia. Además, hay que decir que el final, que tal como lo conocemos planteaba problemas de credibilidad a una historia que es surrealista, pero no mágica, está resuelto de una forma sencillamente magistral.

Escena de la película ‘Blancanieves’, de Pablo Berger.

Blancanieves no es sólo un festival de buen cine, es una hermosa mitificación de algunas de nuestras tradiciones ancestrales, como el toreo y el cante flamenco. Les da un tratamiento radical, existencial, telúrico, muy cercano a la mirada trágica de García Lorca. La vida y la muerte atraviesan la cinta con toda su esencialidad: por eso son naturales los gestos religiosos y la certeza de la pervivencia de los seres queridos en el más allá. El amor, el odio, el sacrificio, el coraje…, nada está coartado en esta película, sino que todos esos sentimientos emergen con visceralidad y espontaneidad. El mal se representa sin disimulos, pero también la grandeza del corazón. Si el omnipresente toro anuncia y encarna la tragedia, Blancanieves es capaz de torearla cuando recuerda quién es su padre y quién su madre. Es decir, la fuerza de los vínculos de pertenencia y amor vencen sobre la ley del egoísmo narcisista que simboliza Encarna, la madrastra. También hay mezquindad en algunos enanos, en el apoderado…, pero la fuerza del bien es capaz de deslumbrarlos y cambiarlos.

En definitiva, esta película consigue alcanzar el ideal cinematográfico: que fondo y forma coincidan, que la historia, sus temas y la manera de contarla formen una unidad estética sin fisuras. Pocas películas han entrado en el alma española, atravesando el tópico (toros y flamenco), para llegar a una verdad universal. Eso es tener una mirada profunda sobre el valor de las tradiciones. En unos tiempos en que España tiene la tentación de dejar de creer en sí misma, esta película es una auténtica bomba de relojería.

Blancanieves
Director:

Pablo Berger

País:

España

Año:

2012

Género:

Drama

Público:

Todos los públicos

Cartel de 'Blancanieves'