Benedicto XVI visita Brasil, del miércoles, 9 de mayo, al sábado, 12 de mayo. Brasil: una realidad eclesial cargada de esperanza
Al aterrizar este miércoles en Sao Paulo, Benedicto XVI afronta una de las realidades eclesiales más esperanzadoras de este pontificado. Brasil es el país con el mayor número de católicos del mundo, unos 155 millones de bautizados, pero en la década anterior fue quizá la nación en la que más hijos ha perdido la Iglesia
Junto al desafío histórico de una fe influida por las creencias de origen africano traídas por los esclavos, el Papa afronta, en su sexto viaje internacional, el primero al continente americano, los nuevos retos que experimenta Brasil: el agresivo avance de las sectas, los intentos de introducción del aborto y la expansión de una visión laicista. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, en los 90, el número de los católicos se redujo de manera acelerada, un 1 % al año, pasando del 83,3 % de la población, en 1991, al 74 % en 2000. En los últimos años, sin embargo, según datos de este Instituto, parece que este descenso se ha detenido: en 2003, los católicos eran el 73,79 %, dato que implica un aumento en el número de los católicos, si se compara el aumento de la población en ese período.
El Papa ha llegado a Brasil para inaugurar, el próximo domingo, la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, pero en realidad a este país no le tocaba ser el anfitrión. Cuando, durante el Sínodo de los Obispos de octubre de 2005, algunos cardenales iberoamericanos le pidieron al Papa que tomara la decisión, escogió el santuario nacional mariano de Brasil, en Aparecida, meta de unos ocho millones de peregrinos al año. Quería que su viaje sirviera para relanzar la misión en el país llamado a ser el motor misionero de la Iglesia en el continente y en el mundo.
Jueves, 10 de mayo
- Encuentro con el presidente de Brasil, Luiz Inázio Lula da Silva.
- Encuentro con representantes de otras confesiones religiosas y de otras religiones.
- Almuerzo con representantes de la Conferencia Episcopal brasileña.
- Encuentro en el Estadio municipal de Pacaembu.
Viernes, 11 de mayo
- Santa Misa en el Campo de Marte, en Sao Paulo, y canonización del Beato Antonio de Santa Ana.
- Encuentro con los obispos de Brasil en la catedral de Sao Paulo.
Sábado, 12 de mayo
- Visita a la Fazenda da Esperanca, en Guaratinguetá, centro de acogida para antiguos drogadictos.
- Almuerzo con representantes de la V Conferencia del CELAM en el santuario de la Aparecida.
- Rezo del Rosario con sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas.
- Celebración de la Santa Misa en el santuario de Aparecida.
- Inauguración de la V Conferencia del CELAM.
A pesar de la sangría de los años pasados, en realidad la Iglesia en Brasil tiene también muchos signos de esperanza. Sus seminarios, por ejemplo, están llenos: 3.858 seminaristas menores y 9.450 seminaristas mayores. Los misioneros laicos son 72.704 y los catequistas casi 500.000.
Al explicar el objetivo de la visita, el cardenal Claudio Hummes, hasta hace poco arzobispo de Sao Paulo y actual prefecto de la Congregación vaticana para el Clero, explica que «la Iglesia en Iberoamérica tiene que salir de las parroquias y salir al encuentro de todos: de los católicos que han sido bautizados y que se han olvidado de la Iglesia, a los católicos que han quedado influidos por las sectas protestantes, a los no católicos». Y añadió: «La Iglesia tiene que volver a dirigirse a todos, y tiene que ir a las casas, a los lugares de trabajo, no tiene que esperar que la gente regrese sola. La Iglesia debe favorecer el encuentro personal entre las personas y con la persona de Jesucristo».
Antonio Galvao de Franca, fray Antonio de Santa Ana después de tomar los hábitos, se convertirá, mañana viernes, en el primer santo brasileño. Este franciscano dedicó su vida a las misiones populares y a la caridad. Fundó el convento de Santa Clara y ayudó a la construcción del monasterio de la Luz, en Sao Paulo. En Brasil se le tiene mucha devoción y es conocida su especial ayuda a las madres en el momento del parto. De hecho, él empezó a ofrecer a las madres una oración – Virgen María, después del parto permaneciste virgen. Intercede por nosotros. Amén– escrita en pasta de arroz que ellas tragan. Hoy, estas pequeñas píldoras se siguen encargando a la casa madre de este religioso.