Benedicto XVI muestra su «profunda vergüenza» por los abusos y pide perdón a las víctimas
Colaboradores del Papa emérito desmienten las acusaciones del informe de Múnich
«Solo puedo expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi gran dolor y mi sincera petición de perdón. Ya que he tenido importantes responsabilidades en la Iglesia católica, mayor es mi dolor por los abusos y errores que se han producido durante el tiempo de mi misión en los respectivos lugares».
Con estas palabras, recogidas en una carta, Benedicto XVI reacciona al informe sobre abusos de la archidiócesis de Múnich y Frisinga, publicado hace unas semanas, que lo acusaba de no actuar ante cuatro casos a pesar de que, supuestamente, había tenido conocimiento de ellos.
Con la misiva, el Vaticano ha remitido también un análisis realizado por colaboradores del Papa emérito, que salen al paso de las acusaciones vertidas por la citada investigación, encargada por la Iglesia a un bufete de abogados. La conclusión es clara: Benedicto XVI no tenía constancia de los crímenes cometidos por los sacerdotes implicados.
Uno de los casos se refiere a un sacerdote al que, según los investigadores, el arzobispo Ratzinger habría dado una encomienda pastoral durante una reunión el 15 de enero de 1980. Si bien sí asistió a esa cita –desde el entorno de Benedicto XVI se dijo por error que no lo había hecho–, lo cierto es que en ella no se trató si el sacerdote en cuestión había cometido abuso sexual y tampoco se le encargó ninguna tarea pastoral.
De los otros tres casos, los colaboradores añaden: «En ninguno de ellos, Joseph Ratzinger tuvo el conocimiento o la sospecha de abusos sexuales. El informe no aporta ninguna prueba de lo contrario». De hecho, el análisis se refiere a la rueda de prensa de presentación de la investigación, en la que uno de los expertos habla de «probabilidad» cuando se le pregunta sobre si se puede probar que Ratzinger tenía conocimiento de alguno de los casos.
Apoyo del Papa Francisco
Con todo, el Papa emérito agradece todas las muestras de apoyo recibidas durante las últimas semanas «de examen de conciencia y reflexión» y cita, en concreto, «el apoyo y la oración que el Papa Francisco me expresó personalmente».
Asimismo, rememora sus encuentros con las víctimas durante los viajes apostólicos, en los que ha podido comprobar «las consecuencias» de los abusos y ha aprendido «a entender que nosotros mismos caemos dentro de la grandísima culpa [de los abusos] cuando no la afrontamos con la necesaria decisión y responsabilidad, como ha sucedido y sucede demasiadas veces».
Y concluye: «Muy pronto me presentaré ante al juez definitivo de mi vida. Aunque pueda tener muchos motivos de temor y miedo cuando miro hacia atrás en mi larga vida, me siento, sin embargo, feliz porque creo firmemente que el Señor no solo es el juez justo, sino también el amigo y el hermano que ya padeció mis deficiencias».