Bautizos de adultos en la Almudena: «He descubierto la Iglesia»
«Me siento más reconciliada con la Iglesia, porque yo antes creía en Jesús pero no en la Iglesia». Ana, una maestra de Primaria, de 34 años, casada y con dos hijos, recibió durante la vigilia pascual en la catedral los tres sacramentos de la iniciación cristiana junto a otros cinco adultos. A Ana le transmitieron la fe sus abuelos, a quienes acompañaba a Misa los domingos cuando era niña, porque sus padres tomaron la decisión de no bautizarla, a la espera de lo que ella decidiera cuando fuera mayor. Ahora, ese momento ha llegado, gracias sobre todo a su marido: «Él es católico practicante, y siempre hemos querido para nuestros hijos una educación religiosa, porque queremos vivir la fe en casa. Siempre he pensado que la fe es algo bueno».
Este camino de preparación ha supuesto para ella la reconciliación con la Iglesia, pues con los años «se me fueron quitando las ganas de pertenecer a ella. Me sentía cerca de Dios pero lejos de la Iglesia, me faltaba conocer gente que me la mostrara como algo positivo. A Jesús, me dirijo como antes, pero me faltaba acercarme a la institución que Él quiso para relacionarnos con Él».
El caso de Paula es distinto. Cuando tenía apenas 11 años vivió una experiencia que ella califica como «muy fuerte», lo que hizo que «me pusiera a rezar mucho. Y Dios me ayudó. Vi que de verdad Dios estaba ahí. No puedo dudar de que había sido Él, no puedo decir que fue una casualidad. Dios me ayudó por entero, y no puedo más que darle gracias», explica hoy. Tras marcharse a vivir a Córdoba, conoció la Hermandad de la Misericordia: «Me enamoré de la Virgen de las Lágrimas, y tuve que unirme a esa Hermandad. Eso me ha ayudado mucho». Tanto, que cada Miércoles Santo se une a la procesión que recorre la ciudad cordobesa, una devoción personal que forma ya parte de su fe y con la que enriquece la vida de la Iglesia, de la que ya forma parte de manera plena desde el sábado.