Bartolomé: «La paz se puede realizar solo por la conversión»
El abrazo con el cardenal Cobo en la catedral de la Almudena, la visita a la conferencia episcopal y varios encuentros con la familia real han marcado la «histórica» visita del patriarca de Constantinopla
«Es el colmo de la alegría», apenas acertaba a decir, con lágrimas en los ojos, el padre Dimitri Tsiamparlis sobre la visita del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, a la catedral ortodoxa de los Santos Andrés y Demetrio en Madrid. Tsiamparlis se hizo cargo de la comunidad ortodoxa en España en 1967 y el pasado domingo, rodeado de hijos y nietos y del cariño de sus feligreses, recibía al cabeza de su Iglesia con motivo del 50 aniversario del templo de cuya construcción fue responsable.
La mayoría de fieles que abarrotaban el pequeño templo y se apelotonaban en las puertas eran ucranianos con sus mejores blusas bordadas y, ellas, con pañuelos de encaje blanco. Anastasia se afanaba preparando la entrega al patriarca, durante la celebración, de un pan primorosamente decorado, el korovai, sal y unas flores. «Expresa nuestra alegría porque viene alguien muy importante, que quiere la paz para todo el mundo». En nombre de los compatriotas que han llegado huyendo de la guerra a Oporto (Portugal), perteneciente a esta misma diócesis ortodoxa, el padre Iván agradeció a Bartolomé «su apoyo y que denuncie que la Iglesia ortodoxa rusa bendice la guerra». Luba también estaba emocionada por haber saludado a quien ha concedido la independencia a la Iglesia ortodoxa de Ucrania, pues «no queríamos depender de la rusa». Al final de la liturgia, el patriarca los despidió con un «¡Slava Ukrayini!», «¡gloria a Ucrania!».
Su homilía, si bien se centró en los santos que dan nombre al templo, resaltó el hecho de que se trataba de la primera visita de un patriarca de Constantinopla a España, tierra «a la que pudo haber llegado el santo apóstol Pablo», marcada por el Camino de Santiago y «donde se relacionaron cristianismo, islam y judaísmo». Su viaje, que concluyó el pasado miércoles, no se orientó solo a su comunidad, sino que estuvo marcado por su encuentro con la Conferencia Episcopal Española, su investidura como doctor honoris causa en la Universidad Pontificia de Salamanca y, como «momento más alto», por su audiencia del pasado lunes con el rey Felipe VI.
Fue un encuentro «muy cálido, de casi 40 minutos», explica a Alfa y Omega el metropolita de Constantinopla en España y Portugal, Besarión Komziás. El diálogo giró en torno a la guerra en Ucrania y la cuestión ecológica —el rey se refirió a Bartolomé como «el patriarca verde»—. Felipe VI «manifestó no solo respeto institucional sino también personal», dejando entrever que «ha estado siguiendo sus actividades con atención».
La audiencia con Felipe VI no fue el único encuentro del patriarca con la familia real. El sábado, día de su llegada a España, participó en una cena en su honor en la que se encontró con la reina Sofía; su hermana, la princesa Irene —que también acudió el domingo a la Divina Liturgia—, y el embajador de Grecia en España, Ilias Fotopoulos. La cena sirvió de ocasión para agradecer el apoyo de los miembros de la familia real griega a la comunidad ortodoxa en España.
«Un camino sin retorno»
El carácter «histórico» de la presencia del sucesor de san Andrés en España lo subrayó el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, al recibirlo el domingo por la tarde en la catedral de Nuestra Señora de la Almudena para unas vísperas ecuménicas. Después de abrazarse, ambos recordaron el abrazo del Papa san Pablo VI y el patriarca Atenágoras en Jerusalén, en 1964; un hito en un camino de reconciliación que repasaron agradecidos, resaltando los avances en el diálogo teológico y con la esperanza compartida de que, a partir de 2025, todos los cristianos celebren juntos la Pascua. «Es un camino sin retorno si queremos ser anunciadores creíbles de la verdad del Evangelio», subrayó el patriarca.
También en el resto de temas se constató la sintonía de ambos líderes cristianos. Empezando por el dolor por tantos conflictos, ante los cuales, afirmó Cobo, «nuestras Iglesias tienen el deber de ofrecer en Cristo un ejemplo de diálogo y encuentro». La paz, añadió el patriarca, «se puede realizar solo por medio de una verdadera conversión del corazón que obligatoriamente pasa por la justicia»; y también por rechazar «que ninguna religión utilice el nombre de Dios para justificar la injusticia». Bartolomé utilizó la misma palabra, «conversión», para aludir a la protección del medio ambiente. El testimonio común en este ámbito no es «de un panteísmo universal sino de una correcta relación del hombre con lo creado y con su Creador».
«Les aseguro que dejo España con la mejor impresión y los mejores recuerdos y experiencias. Ya era amigo de España, y ahora lo soy más». El broche final de la visita del patriarca Bartolomé a nuestro país ha sido el encuentro ecuménico con representantes de la Conferencia Episcopal Española en su sede, en la mañana de este miércoles. A continuación, ha mantenido un breve encuentro con la prensa.
Durante el mismo, ha renovado «nuestro ferviente llamamiento a la paz en Oriente Medio», una región que «es sagrada para las tres tradiciones religiosas abrahámicas». Ahora, «se ve dañada por horribles tragedias y sufrimiento». Por ello, ha pedido «comprometernos de nuevo a fomentar la paz y la justicia en Oriente Medio, pero también en Ucrania y en todo el mundo», con el deseo de que «nuestros esfuerzos estén guiados por la luz de la fe, la sabiduría de Dios y el amor sin fronteras».
El encuentro con los obispos, ha afirmado también, ha servido como «testimonio de la fortaleza que une a nuestras respectivas iglesias para responder al mandato del Señor de que “todos sean uno”». El diálogo bilateral entre ambas «Iglesias hermanas» es «un faro de esperanza». Durante los últimos 50 años, ha subrayado, «hemos avanzado de forma extraordinaria». En 1964, el abrazo entre san Pablo VI y el patriarca Atenágoras inauguró «el diálogo del amor», que «de facto es mucho más importante».
Y en 1979 se convirtió también en «diálogo de la verdad» con la creación de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico. «Intentamos conocer mejor nuestra vivencia común durante el primer milenio». Ahora, se está llevando a cabo un proyecto sobre «primado y sinodalidad en el segundo milenio y hoy». Otro nivel de la relación ecuménica es la defensa de valores comunes, como es el caso «de la protección del medio ambiente, con nuestro hermano el Papa Francisco».
«Es evidente que todavía tenemos mucho que conseguir» para avanzar no solo en el ámbito teológico sino en «nuestros esfuerzos colectivos por traer la paz, la solidaridad y la reconciliación en el mundo». En este sentido, ha recordado una vez más que en 2025 se celebrará el 1.700 aniversario del Primer Concilio Ecuménico, en Nicea. «Quizá podamos celebrar este aniversario encontrando una solución al problema de la celebración conjunta de la Pascua», ya que fue en Nicea donde se fijó el modo de calcular su fecha para una Iglesia entonces indivisa.