Hay veces que, por ser algo que ya se ha hecho, pensamos que volverlo a realizar puede que sea pérdida de tiempo o, por lo menos, un volver a lo mismo. No fue lo que aconteció el pasado fin de semana con la XV Jornada Diocesana de Apostolado Seglar de la archidiócesis de Madrid. Organizada por la Delegación que dirige don Rafael Serrano Castro y con una participación de integrantes de una gran cantidad de asociaciones y movimientos laicales, así como de laicos de diversas parroquias, muchos de ellos acompañados de sus respectivos párrocos, la Jornada se realizó en el Colegio Valdeluz de Madrid, presidida por vez primera por el arzobispo diocesano, monseñor Carlos Osoro.
En la homilía de la Eucaristía que abrió la Jornada, el arzobispo recordó que debemos «agradecer al Señor que nos ha hecho sus compañeros y ojalá nos descubran a todos porque hemos sido, somos y lo queremos ser siempre: compañeros del Señor». Y «debemos agradecer porque nos ha llamado de en medio del mundo» y «sin miedos de ningún tipo», sabiendo que «hay cosas a las que hay que decir sí o no», sin medias tintas proclamar lo que hemos visto y oído. «Debemos meditar si no somos duros de corazón e insensibles a las situaciones que viven los hombres, y por eso a veces no somos creíbles» ante los demás.
La ponencia principal, a cargo de don Manuel Bru, fue un apelo a que comprendamos los católicos la riqueza del pensamiento del Papa Francisco y a que superemos lo que Bru denominó las tentaciones del laico, que según él son: la autosuficiencia, la autosuficiencia religiosa, el aislamiento (espiritualidad del bienestar, Iglesia estufa, turista religioso), la mundanidad, la indiferencia, la confrontación, la autorreferencialidad, la negatividad, el inmovilismo, la acedia egoísta y la tentación de las ideologías.
Monseñor Osoro, al concluir, opuso a esas tentaciones unas bienaventuranzas: «Bienaventurados los que necesitan de todos. Sin excepción. Y van a todos; bienaventurados los que salen por el camino a buscar y ver y no critican a los que salen a buscar. Bienaventurados los que saben que la gloria de Dios es la gloria del hombre. Bienaventurados los que ven con los ojos de Cristo. Bienaventurados los que buscan la unidad y aman. Bienaventurados los que saben que Cristo es el modelo. Bienaventurados los creadores de la cultura del encuentro. Bienaventurados los que sólo saben de diálogo».
Por la tarde, antes del rezo de Vísperas, se realizó una mesa redonda testimonial, en la que participaron María del Rosario Sáez Yuguero, Rectora de la Universidad Católica de Ávila; Ana García-Mina Freire, Vicerrectora de Servicios a la Comunidad Universitaria y Estudiantes de la Universidad Pontificia Comillas; y Clemente López González, Vicerrector de Investigación de la Universidad Francisco de Vitoria. Todos hablaron brillantemente sobre su experiencia universitaria y la relación con la evangelización.
Sin duda, una experiencia positiva, un día lleno del lema de la Jornada: Laicos en medio del mundo, alegres en misión.