Así vive un médico católico la pandemia: «En los pacientes veo a Jesús, y eso no tiene precio»
Jerónimo Tornel narra junto a otras tres médicas católicas de la diócesis de Cartagena su testimonio de entrega a los enfermos desde su confianza en Dios
En este tiempo de incertidumbre, aislamiento y miedo, son muchos los profesionales que están dando lo mejor de sí mismos para atender, cuidar y sanar a los enfermos. Lisa Ortín, médica intensivista de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario Reina Sofía de Murcia; Inés García, médica en el servicio de Urgencias del mismo hospital; Paula Lázaro, médica del servicio de atención primaria de Abarán y refuerzo del servicio de Urgencias del Reina Sofía; y Jerónimo Tornel, médico del servicio de Gerencia de Urgencias y Emergencias 061 de Murcia, son cuatro de estos profesionales sanitarios que, cada día, combaten la expansión del COVID-19 y que encuentran en la fe un apoyo fundamental para poder llevar a cabo su profesión.
«En cada uno de los pacientes puedo ver a Jesús y eso no tiene precio. Solo de esta manera, este durísimo trabajo, en estas circunstancias, es más llevadero. Esta es la ventaja de ser médico cristiano», afirma Tornel. Como consecuencia de la actual situación de emergencia sanitaria, quienes atienden a los enfermos encuentran nuevas trabas y dificultades en su profesión. «Es muy duro tener que decirle a la gente, sobre todo a los familiares de enfermos de coronavirus, que por órdenes de Salud Pública no pueden venir a ver a sus seres queridos –que están solos–, para evitar los contagios», explica Lisa Ortín.
Sin embargo, pese a las dificultades a las que se enfrentan día a día, los cuatro médicos coinciden en la importancia de transmitir esperanza a toda la población, especialmente a los afectados por la enfermedad, sirviéndose de la fe en Dios como un apoyo fundamental. «Cuando llego al hospital, reflexiono para ver de qué forma puedo yo, como médica cristiana, infundir esperanza en medio de esta situación, que tanto sufrimiento y daño está causando al mundo entero. Creo que nosotros, especialmente los sanitarios, no debemos caer en el desconsuelo. Debemos confiar, tener fe y abandonarnos en las manos del Señor porque él tiene la respuesta y el consuelo en estos momentos difíciles», subraya Inés García.
Fuera del trabajo tampoco es fácil para los sanitarios, que sienten también el miedo a contagiarse y contagiar a sus familias. «Como tengo una posibilidad de infectarme muy alta, decidí vivir apartado del resto de mi familia –cuenta Jerónimo Tornel– duermo y como también separado de ellas, y no puedo darle un beso a mis hijas cuando se van a dormir. Es complicado, pero sé que esto acabará, volveremos a nuestra vida normal y todo esfuerzo habrá valido la pena».
Dios acompaña
Según sus testimonios, ellos lo tienen claro: la certeza de que Dios los acompaña es un aliciente que los conforta y los impulsa a continuar. «Conforme ha pasado el tiempo y me he parado a reflexionar sobre estos duros momentos que estamos viviendo todos, he descubierto que no estamos solos, he notado la mano de Dios sosteniéndonos y reconfortándonos –explica Paula Lázaro– por eso, no hay duda posible, juntos podremos, saldremos adelante. Además, siempre he pensado que hasta de las peores situaciones se pueden obtener cosas buenas y estoy segura de que esta pandemia servirá para reforzar nuestros lazos de comunidad cristiana, alejará de nosotros el egoísmo y reforzará nuestro servicio al prójimo».
Por otra parte, los cuatro médicos agradecen el reconocimiento de la gente y las oraciones de los fieles y sacerdotes, a quienes instan a seguir pidiendo por aquellos que están sufriendo y animan a no caer en la desesperanza. «Yo, personalmente, agradezco que estéis rezando por quienes estamos en primera línea combatiendo la enfermedad –afirma Lisa Ortín–, sé que son momentos difíciles, pero ¡ánimo, esto va a pasar! Mientras tanto, seamos responsables y sigamos rezando los unos por los otros».
Finalmente, invitan a sus compañeros sanitarios a mantener el ánimo hasta que todo pase. «Seamos luz en medio de esta oscuridad. Luz en el acompañamiento a los afectados y familiares, luz para los que han caído en la desesperanza y luz en cada uno de nuestros actos clínicos. Seamos luz, compañeros, luz de vida», concluye Inés García.