Así han vivido la pandemia las mujeres que ejercen la prostitución y las víctimas de trata
Las Hermanas Oblatas presentan un informe sobre el impacto de la pandemia en las mujeres con las que han tenido contacto en sus proyectos de España, Italia y Portugal
Las Hermanas Oblatas del Santísimo Sacramento Redentor llevan 156 años ofreciendo alternativas al ejercicio de la prostitución y atendiendo a mujeres víctimas vulnerables. También en las circunstancias más difíciles como en la crisis provocada por el COVID-19. «Aunque el consumo de prostitución en la calle y en algunos ámbitos cerrados ha disminuido, no ha desaparecido y se ha readaptado a un nuevo escenario de confinamiento y vulnerabilidad», señala esta congregación religiosa en un informe sobre el impacto de la pandemia en las mujeres con las que han tenido contacto en sus proyectos en España, Italia y Portugal, esto es, de la provincia de Europa.
En total, durante este tiempo han atendido a 2.759 mujeres, han recibido 7.828 demandas de ayuda y han realizado 12.749 intervenciones. Así, han podido comprobar que las mujeres han estado confinadas en pisos y clubs; que continúan pagando las habitaciones aunque carecen de ingresos; que las víctimas de trata están siendo coaccionadas para mantenerse en la actividad; o que mujeres que habían encontrado un trabajo de limpieza o cuidado de personas lo han perdido.
Consecuencias psicológicas y físicas
Todas estas circunstancias han provocado, además, consecuencias a nivel psicológico y físico. Por ejemplo, han experimentado aislamiento, ansiedad, soledad, angustia y desesperanza; también incertidumbre ante el futuro, preocupación por los hijos y familiares en el país de origen o el miedo a contagiarse. Del mismo modo, han sufrido cefaleas, dolores de estómago, cansancio, insomnio o alteración del sueño.
Las demandas más habituales han sido información sobre la pandemia y cómo protegerse de ella, materiales de prevención, cobertura de necesidades básicas, atención psicológica, alojamiento, gestiones, orientación jurídica y formación laboral. Peticiones a las que se ha dado respuesta desde la propia congregación a través del seguimiento telefónico, enviando materiales de protección, tramitando gestiones, ofreciendo sesiones con psicólogos, haciendo llegar ofertas de trabajo…
En definitiva, las religiosas han constatado que la situación de precariedad, pobreza y exclusión que viven las mujeres que ejercen prostitución y son atendidas en los proyectos de las oblatas «se ha visto agravada» por la pandemia. Y también que el confinamiento ha provocado, en algunas ocasiones, «un aumento de la violencia, coacción y explotación», así como el impulso de las nuevas formas de prostitución a través de las nuevas tecnologías.
Toda esta realidad, reconocen, «ha exigido replantear y diseñar nuevas formas de atención, incorporando la tecnología en el acompañamiento personalizado a las mujeres, así como en los proyectos de formación». La nota positiva ha sido la experiencia del trabajo en red entre entidades públicas y privadas.
Y concluyen: «Los Proyectos Oblatas manifiestan la necesidad de una respuesta integral a las mujeres que se encuentran en contextos vulnerables donde se ejerce la prostitución, que incluya medidas en los ámbitos sanitario, social y laboral».