Así era san Isidro Labrador
La Facultad de Medicina de la Complutense acoge la presentación de un informe forense que confirma la tradición en torno al patrón de Madrid e introduce datos novedosos como la presencia de «características propias de los grupos afrodescendientes»
Con motivo del 400 aniversario de la canonización del patrón de Madrid, san Isidro Labrador, la Real Congregación de San Isidro de Naturales de Madrid —que custodia el cuerpo desde hace siglos— se puso manos a la obra. Entre las propuestas que llevó al arzobispo, cardenal Carlos Osoro, estaban la de solicitar un Año Santo a Madrid y la de exponer el cuerpo para la veneración pública de los fieles, algo que no se hacía desde el centenario de la diócesis en 1985. Aprovechando la iniciativa, la propia congregación planteó la posibilidad de realizar un estudio completo antropológico y forense con las técnicas más modernas para tener un mayor conocimiento de la reliquia, de la que se tienen noticias desde el siglo XII. «En pleno siglo XXI es oportuno analizar su cuerpo incorrupto, con las nuevas tecnologías, y realizar un estudio lo más completo posible, sin tocarlo, sin menoscabo alguno, sin poner en riesgo su completa integridad», señala a Alfa y Omega el teniente de hermano mayor y presidente de la congregación, Luis Manuel Velasco.
Conforme a la normativa canónica vigente, hace algo más de un año el purpurado solicitó a la Congregación de las Causas de los Santos de Roma la autorización para llevar a cabo este estudio forense. Las inspecciones, encargadas a un equipo de investigadoras del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), tuvieron lugar el 12 de enero, el 26 de febrero y el 25 de abril. «Fue impresionante y emocionante», rememora uno de los presentes en febrero, cuando la Policía escoltó el cuerpo de san Isidro a la Fundación Jiménez Díaz para realizarle un examen radiológico.
—¿No tenía miedo la Iglesia al estudio?, ¿y si había un conflicto entre ciencia y fe?
—Cuando la Iglesia instruye un proceso de canonización lo hace con rigor y exigencia histórica. La hagiografía busca perfilar la vida del santo del modo más preciso posible, ya que en las vidas de los santos Dios manifiesta de modo especial su rostro y su presencia —detalla el delegado episcopal de las Causas de los Santos, Alberto Fernández.
Ahora, con el minucioso estudio en la mano, el sacerdote subraya que «nos ha permitido conocer mejor la historia del santo labrador madrileño, sus orígenes y algunas de sus circunstancias concretas», y reconoce que abre la puerta a nuevas investigaciones. Entre las conclusiones, presentadas este lunes, 28 de noviembre, en la Facultad de Medicina de la UCM, hay datos que reafirman la tradición isidril como que el patrón de Madrid realizaba trabajos manuales, que era un hombre de gran altura para la época y que su muerte debió de producirse entre los 35 y los 45 años —en torno al año 1130, igual que recoge la bula de canonización—, al tiempo que se incide en que, al estar enterrado en un primer momento en la iglesia de San Andrés, en una zona acuosa, algunos huesos presentan «distintos niveles de densidad».
Una infección y una moneda
Entre lo más novedoso, el estudio revela que el cuerpo del patrón de Madrid presenta «características propias de los grupos afrodescendientes», algo que, a juicio del delegado, puede mostrar que ya en el siglo XI había una «normal convivencia» de gente de distintos orígenes. Si los datos que arroja el estudio son así, asevera, «el silencio de la tradición posterior —como el Códice de san Isidro— solo puede deberse, en pura lógica, a que ni a sus contemporáneos ni a quienes vinieron después les llamaban la atención sus rasgos, el color de su piel o su ascendencia africana».
El informe también remarca que no se han encontrado en el cuerpo signos de violencia o traumatismos como causa directa del fallecimiento, pero sí se han evidenciado signos de enfermedad e infecciones en los huesos maxilares, con importantes abcesos y fístulas, que pueden ser consecuencia de cuadros clínicos de mediastinitis y, en ocasiones, desembocar en una sepsis que podría haber llevado a la muerte.
Asimismo, en el vestíbulo laríngeo se ha descubierto un objeto metálico con forma de moneda que, dada su ubicación, no ha podido ser observado directamente. Parece ser una moneda con la inscripción de la silueta de un león rampante enmarcado en un rombo, que, de acuerdo con un estudio numismático preliminar, podría tratarse de una Blanca del Rombo de Enrique IV, quien fue a venerar al santo en el año 1463.
«Un privilegio» para las investigadoras
María Benito, una de las profesoras encargadas del proyecto, reconoce a este semanario que ha sido «un privilegio» llevarlo a cabo y que ha sido un reto «no poder tocar la reliquia». A su lado, su compañera María Isabel Angulo, que se ha encargado de la reconstrucción facial, explica que partió del cráneo porque «la estructura ósea da muchas características particulares» y que después, para complementar, ha jugado con «los resultados que hemos tenido» y las medias en un contexto como el de Edad Media.
A través del cuerpo incorrupto de san Isidro, asevera Velasco, «todavía hoy nos sigue hablando, se sigue comunicando con nosotros y nos permite que sepamos un poquito más de él». La devoción por él «no va a crecer ni se va a perder por datos novedosos que aparezcan», pues ya está «fuertemente arraigada» en el mundo y seguirá, añade, porque «está basada en la huella de bondad, humildad y sencillez que marcó su vida», por su seguimiento del Evangelio. Y esta huella, en palabras del cardenal Osoro, debe llevar a «que nos cuidemos unos a otros y construyamos fraternidad en nuestras familias, con nuestros vecinos, en nuestros lugares de trabajo».