Asesores y comunidad para madurar la vocación - Alfa y Omega

Asesores y comunidad para madurar la vocación

Rodrigo Moreno Quicios
El Papa Francisco con José Cobo y los seminaristas de Madrid
El Papa Francisco con José Cobo y los seminaristas de Madrid. Foto: CNS / Vatican Media.

Mejorar la atención y el acompañamiento a los aspirantes al sacerdocio ha sido una de las prioridades de la archidiócesis de Madrid este 2024. Una de las primeras novedades que puso en marcha fue la creación de un grupo consultor formado por tres hombres y cuatro mujeres —tres de ellas laicas— de entre 32 y 80 años y con todo tipo de vocaciones. Su misión, «conectar de forma más intensa la formación y las actividades del seminario de Madrid con las necesidades y la vida diocesana». Algunos perfiles venían de la pastoral social desde Cáritas, Manos Unidas y la Mesa por la Hospitalidad. Otros, de 55 años de experiencia sirviendo desde el sacerdocio. Y otros de la Vicaría para la Vida Consagrada, la docencia en la Universidad Pontificia Comillas o de impartir catequesis en una sencilla parroquia de La Elipa.

Tan solo unos días después de que estos asesores se conocieran entre sí, este empeño por poner a punto la formación en los seminarios fue reforzado por el viaje a Roma de 84 aspirantes, doce de sus educadores y el arzobispo José Cobo. Nada más salir de su encuentro con el Papa Francisco en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, declaraban a los medios que los esperaban en la Plaza Pío XII que, aunque «veníamos con ganas y mucha expectación para escucharle, el Papa ha dicho que quería escucharnos él a nosotros».

Según uno de los seminaristas más jóvenes, «ver a un hombre que, estando mayor, sigue dando la vida, es un ejemplo que te motiva». Por su parte, el cardenal desgranaba las tres cercanías que el Papa les encargó: «Con el obispo, con los otros curas y con el pueblo de Dios». Y José Antonio Álvarez, ahora obispo auxiliar de la archidiócesis pero entonces rector del Seminario Conciliar de Madrid, desvelaba las preocupaciones de Francisco, quien les advirtió de que «los seminarios de tres personas no pueden ser». «Eso no puede mantenerse».

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