Arzobispo de Erbil (Irak): «El Papa sabe que viene a una zona de guerra»

Arzobispo de Erbil (Irak): «El Papa sabe que viene a una zona de guerra»

Bashar Warda, arzobispo caldeo de Erbil, afirma que la visita de Francisco a Irak ya está dando frutos como la presencia del cristianismo en los medios

María Martínez López
El obispo Warda, de Erbil (Irak)
Warda visita las obras de construcción de un colegio para desplazados en 2014. Foto: ACN

El ataque con cohetes del lunes contra la embajada de Estados Unidos en Irak, junto al ocurrido el sábado contra una base aérea y la semana pasada contra el aeropuerto de Erbil no afectarán a la visita del Papa Francisco. Lo ha asegurado el martes Bashar Matti Warda, el arzobispo caldeo de Erbil, en el Kurdistán iraquí.

En un encuentro virtual con representantes en todo el mundo de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN por sus siglas en inglés), Warda reconoció que en algunos sectores hay preocupación por este tipo de amenazas. Pero ha subrayado que «desde el principio se ha dejado claro» que el único motivo para cancelar la visita «sería la situación del coronavirus». El Papa no se plantea un cambio de planes por seguridad. «Sabe que viene a una zona de guerra» para «traer un mensaje de paz».

La mayor parte de la población, asegura el arzobispo caldeo, ha captado esto. A pesar del rechazo de «algunos radicales», el sentimiento general es que llega «como huésped de Irak y de que esta es una visita de paz» y «fraternidad». Así lo pondrá de manifiesto su visita a Ur, lugar de origen de Abraham, el «padre del judaísmo, el cristianismo y el islam»; así como su encuentro con el ayatolá Sayyid Ali al Husein al Sistani, líder espiritual de los chiitas y «bien conocido por su posición» a favor de la convivencia y en contra «de la corrupción».

El cristianismo, en los medios

Warda ha manifestado también su esperanza de que la presencia de Francisco suponga un «mayor respeto» de toda la sociedad hacia los cristianos aunque esta no se manifieste en cambios legales inmediatos para acabar con la discriminación. En los últimos días, ha explicado, la cobertura mediática está siendo muy positiva. No solo sobre la figura del Santo Padre, sino también «sobre el cristianismo en Irak y su historia», sus iglesias, monasterios y santuarios, «y sobre cómo no somos inmigrantes sino habitantes originarios de aquí. Eso está ayudando mucho».

En parte por esto, ha confesado que espera un incremento en el número de «gente que se interese por Cristo y por bautizarse». Ya ocurrió, ha recordado, después de la irrupción del ISIS. Sin olvidar, ha bromeado, la emoción de los vecinos de muchas localidades abandonadas por los políticos desde hace 40 años, y que ahora están siendo testigos de cómo gracias a esta visita por fin han asfaltado sus carreteras.

Misa con el Papa en pandemia

En cuanto a los desafíos concretos del primer viaje pontificio en pandemia, ha subrayado que «si organizar una visita del Papa es un quebradero de cabeza en condiciones normales, imaginad ahora». Irak se encuentra en lo que podría ser el comienzo de una segunda oleada de casos, con más de 4.000 nuevos positivos este martes. Pero el Gobierno descartó el sábado que el toque de queda decretado a partir del jueves pasado fuera a afectar al programa del Pontífice.

En lo que respecta a la diócesis de Warda, la Misa del 7 de marzo por la tarde en el estado Franso Hariri de Erbil está abierta a 10.000 personas, un tercio del aforo. Un equipo médico vigilará a todos los que disponen de entrada, para valorar si se les permite el acceso al último gran evento del Papa en Irak. «Todo el mundo es consciente de que el protocolo va a ser distinto esta vez»; aunque si fuera por la gente, «querrían que el Santo Padre estuviera en todas partes».

El arzobispo caldeo ha subrayado la «excelente» relación con las autoridades locales en este ámbito. El Gobierno autónomo del Kurdistán se ha hecho cargo de la seguridad, del montaje del escenario y el altar siguiendo las indicaciones de la Iglesia, y de la cobertura mediática. Contribuciones que «muestran que existe una convivencia».

«Desastrosa» situación política

Con todo, Warda no ha tenido solo buenas palabras para los dirigentes de Irak. Después de lo sufrido durante la ocupación de la llanura de Nínive por parte del ISIS, «mi gente está siempre dispuesta a perdonar» si se les presenta una oferta «sincera de paz». «Sabemos que es la única vía». Pero es difícil cuando constatan el desinterés del Gobierno por arreglar la mayor parte de los problemas a los que aún se enfrentan, como la inseguridad, la inestabilidad política y la falta de trabajo.

«No es normal», ha criticado por ejemplo, que en un recorrido de pocos kilómetros entre poblaciones cristianas de Nínive «tengas que pasar cuatro controles distintos», o que «cuatro grupos controlen» una única jurisdicción. Esta cuestión preocupa a los obispos, lo que ha llevado al arzobispo a pedir ayuda a los representantes de ACN para llevar este mensaje a la comunidad internacional. Por su parte la Iglesia, en su diálogo con las autoridades, sigue insistiendo en la necesidad de atajar la multiplicidad de milicias y de lograr que los jóvenes locales se alisten en su lugar en las fuerzas de seguridad locales.

Warda ha lamentado asimismo la poca implicación pública en la reconstrucción de las infraestructuras, imprescindibles para las familias que ya han logrado reconstruir sus hogares y volver a ellos. «Lo que se ha hecho ha sido siempre con ayuda de las ONG», ha asegurado, al tiempo que achacaba esta inacción a la corrupción presente a todos los niveles, y de las que «todos hablan» como una entelequia pero por la que nadie asume responsabilidades. Este «desastre», no ver esfuerzos en esta área, «es lo que realmente disgusta a la gente».

Apuesta por la universidad

El otro gran desafío es el desempleo, que hace que muchas familias estén «realmente preocupadas por su futuro»; en particular, los jóvenes. «El único camino», ha subrayado el arzobispo, es ofrecerles «una buena educación» para acceder a empleos de calidad. Es muy difícil en la situación actual que se cree empleo público. Pero «hay trabajos disponibles» en las 4.000 ONG presentes en el país, además de en los consulados, embajadas y empresas privadas.

Por ello una de sus prioridades, de la que habla con entusiasmo, es seguir impulsando la Universidad Católica de Erbil (CUE por sus siglas en inglés), que acaba de ampliar sus instalaciones con ayuda de ACN Estados Unidos y de los Caballeros de Colón. Este año ha empezado a ofrecer estudios de Patología, Farmacia y Magisterio, y el obispo sueña con conseguir ser la primera universidad privada en enseñar Medicina.

«Mi plan es conseguir más donativos para que pueda aceptar a más estudiantes con becas», a los que se les exigiría un buen rendimiento. Así, además de ofrecerles salidas dignas, quiere situar el nivel académico por encima del del resto de universidades privadas, donde «la idea es que quien paga, aprueba». La CUE ofrece también una ocasión de hacer apostolado, pues «a todos los estudiantes del tercer año se les introduce a la doctrina social de la Iglesia» para que «conozcan quiénes somos los cristianos y por qué seguimos aquí» y tomen conciencia de que la Iglesia no está al margen de los problemas de la vida diaria de la gente.

«Siempre seremos pocos»

En un extenso diálogo con los trabajadores de ACN, Warda ha afirmado que, después de reconstruir, es el momento de ver «cómo podemos volver a una vida y una labor pastoral normal», centrándose en las áreas «donde la gente ha comenzado una nueva vida». Y, sobre todo, les ha pedido «no fijarse en los números», una actitud que «desanima» a la gente. «Somos pocos, y siempre seremos pocos. Probablemente, cada vez menos», ha reconocido. Un «pequeño rebaño» al que Dios anima a «no temer».

Mejor que en las cifras, ha subrayado, es concentrarse en «cómo ayudar a esas personas a tener un impacto positivo no solo en su vida sino en la de quienes están a su alrededor», siendo una presencia iluminadora en medio de los problemas del país. «La visita del Papa no va a acabar con la violencia sectaria o política. Pero mantener la presencia cristiana, no como comunidades superviviente sino florecientes no solo dará un mensaje de esperanza» sino que permitirá ganarse la confianza de la gente. «No quiero que mi gente sean mendigos», sino «fortalecerlos para que contribuyan a la comunidad».

También ha insistido en agradecer el apoyo contante de la fundación pontificia. La visita del Papa «no habría sucedido sin todos vosotros», ha asegurado. En 2014, «todo el mundo decía: “Es el final del cristianismo en Irak, ayudémosles a asentarse en otro sitio”». ACN y otras entidades de Iglesia, sin embargo, optaron por ayudarles a sobrevivir y a luchar por una vida digna en su tierra. «Mantener a los cristianos aquí» ha sido lo que ha permitido al Papa visitar el país.