Arzobispo católico de Košice: «El terror se ve en los ojos de las madres»
Para Bernard Bober, el arzobispo católico de Košice, la invasión rusa de Ucrania «fue una gran sorpresa; pensábamos que no era posible que ocurriese». Cuando sucedió, creyó «que duraría poco tiempo, que se llegaría a un acuerdo». Pero en el momento que «empezaron a llegar los refugiados, entendimos que iba a ser algo duradero». Recibe a Alfa y Omega en su despacho, en el palacio episcopal situado al lado de la pintoresca catedral de la localidad.
¿Cómo llegaba la gente los primeros días de este éxodo masivo?
Tenían mucho miedo. Yo entendí a través de los refugiados que había motivos serios detrás para huir, porque llegaban con una pequeña maleta en la que traían toda su vida. A los niños les decían que habían salido unos días a una excursión, pero el terror se veía en los ojos de las madres.
¿Cómo está respondiendo el pueblo eslovaco ante la llegada de más de 250.000 personas al país?
He visitado recientemente los tres puntos de acceso que hay en la frontera y he visto la ayuda espontánea de la gente. Ha sido algo muy fuerte, muy positivo. La Cruz Roja está haciendo una inmensa labor, también Cáritas diocesana, y, además, cada diócesis eslovaca ha mandado a gente a colaborar. Naturalmente, también está presenta la Orden de Malta. Al principio la ayuda era muy caótica, todo el mundo quería hacer algo, pero no había ninguna coordinación. El Estado parecía que estaba esperando un motivo más grave para actuar, y al final lo han hecho, aunque tarde. De momento la situación está más organizada, y el Estado se ha apoyado en la ayuda ya organizada por estos voluntarios.
¿Tiene miedo de que la guerra pueda llegar aquí?
Esta posibilidad existe, somos vecinos. Putin puede tomarla con Polonia o puede tomarla con nosotros, porque los refugiados atraviesan nuestras fronteras. La semana pasada tuvimos la noticia de que tenían en el punto de mira un aeropuerto cerca de nuestra frontera. Si se acercan hasta allí, quién sabe qué más pueden destruir.
En cuanto a la ayuda que otorga la diócesis, ¿ofrecen también apoyo con los papeles, psicológico…?
Por ejemplo, estamos ofreciendo ayuda a las personas con cáncer. Tenemos el caso de un señor que recibía tratamiento en Ucrania y ha venido aquí en busca de un hospital. Hemos hablado con médicos y ya está recibiendo ayuda. En el seminario hay sanitarios que van a hacer un control constante de los niños que tenemos allí. Además, intentamos que los menores vayan a estudiar a la escuela, o lo hagan a través de internet por la cuestión de la COVID-19. Y, naturalmente, les ayudamos con los papeles y con la búsqueda de alojamiento.
¿Cómo es la relación de la Iglesia con el Gobierno?
La relación con la presidenta es positiva. No estamos de acuerdo con todo lo que hace, pero podemos decir que la relación es buena. El año pasado acogió al Santo Padre y fue un gesto bello. Además, cuando vino el Papa Francisco había muerto recientemente el padre de la presidenta, y él la consoló; se comportó de una manera muy hermosa con ella, y ella lo agradeció. En la crisis de Ucrania, el Gobierno y el primer ministro han alabado la labor de Cáritas, de los voluntarios católicos y de las instituciones religiosas.