Artur, Mila y Diego esta noche no tienen miedo
España celebra su primera edición de The Big Sleep Out, una iniciativa mundial para visibilizar el sinhogarismo. Para lograrlo, más de 200 asistentes han dormido en la calle durante una noche en la que el termómetro marcaba tres grados. Organizada en 56 ciudades diferentes, esta cita ha recaudado más de 50 millones de dólares
Artur, Mila y Diego conocen la calle como nadie. «Yo he trabajado igual que todo el mundo. Lo que pasa es que la vida te da la vuelta a la tortilla y lo pierdes todo», recuerda el primero de los tres. Por eso, cuando más de un millar personas se reunieron el sábado 7 de diciembre en el Centro Cultural Matadero de Madrid para mostrarles su apoyo, se sintieron sobrepasados.
«Es como si tuviera una familia. Hay mucha gente solidarizándose con los que necesitamos techo y me siento muy arropado», cuenta Diego. Hace así balance de The Big Sleep Out, un evento organizado en 56 ciudades de todo el mundo para visibilizar el sinhogarismo. La fórmula elegida: conciertos benéficos y animar a los asistentes a dormir una noche al raso para que empaticen con los sin techo.
«Dormir en la calle no le gusta a nadie y es hora de que se termine ya», exige Mila, beneficiaria de uno de los pisos de acogida de Fundación Hogar Sí, la entidad convocante de esta cita en España. «El amor y cariño que me están dando no se paga con dinero y estoy muy contenta, pero hoy vamos a dormir aquí para volver a sentir lo que sentíamos en la calle», asegura, mientras coloca la esterilla y el saco de dormir sobre el patio de Matadero.
A diferencia de los dos meses que pasó en la calle, esta noche Mila no tiene miedo. La acompañan 200 personas entre las que hay famosos o estudiantes de la Universidad Francisco de Vitoria. Esta institución, administrada por los Legionarios Cristo, ya organizó en noviembre la Noche sin Hogar, una iniciativa que reunió a 160 personas dispuestas a dormir en la calle para dar a conocer The Big Sleep Out. «No hace falta irse a países en vías de desarrollo para ver pobreza», considera Alejandro Carballo, miembro del Departamento de Acción Social de la universidad. «Pasamos frío una noche, pero hay gente que lo pasa 365 días. Al final, estas experiencias consiguen que nos pongamos en la piel del otro», añade.
Una recaudación de 50 millones
The Big Sleep Out ha reunido a más de 50.000 personas por todo el mundo. A través de la venta de entradas a conciertos benéficos, esta iniciativa ha recaudado más de 50 millones de dólares que se destinarán íntegramente a proyectos de acogida para personas como Diego, Mila y Artur. En el caso de España, que ha celebrado este acto por primera vez, la recaudación asciende a 60.000 euros y será posible hacer donaciones hasta el 6 de enero. Además, de las 1.000 personas que se congregaron en el Centro Cultural Matadero, 200 se atrevieron a dormir allí durante una noche en la que el termómetro marcaba los tres grados.
«El objetivo principal de este evento es hacer a estas personas visibles», ha explicado durante el acto Marian Juste Picón. Para la presidenta de Fundación Hogar Sí, The Big Sleep Out puede servir para «crear una alianza con los ciudadanos, organizaciones, medios de comunicación, artistas, empresas y Gobierno para erradicar el problema del sinhogarismo».
Algo especialmente necesario a juicio de Artur, un hombre sin hogar amigo de Diego y Mila, quien considera que «es necesario que empiecen a mirarnos con otra actitud». «Para una persona sin hogar es importante tener un acompañamiento, porque hay gente que sale de los albergues y acaba volviendo por no tener apoyos suficientes», diagnostica.
Borrando el estigma
«Estamos aquí para manifestar que queremos acoger a las personas que sufren y reclamar a los gobiernos una mayor responsabilidad», cuenta a Alfa y Omega Marwan antes de subirse al escenario. A este cantautor, uno de los 13 artistas que han actuado en The Big Sleep Out, la causa del sinhogarismo le ha marcado desde su más tierna infancia. «Soy hijo de un refugiado palestino, mi padre era un sin hogar y nació en una tienda de campaña», recuerda. Movido por las memorias de su familia, fue él quien se puso en contacto con los organizadores «porque quería colaborar».
«Las personas sin hogar están muy estigmatizadas porque tenemos un profundo miedo de acabar siendo como ellas y el ser humano odia aquello que teme. Parece que en este mundo solo tienen cabida los triunfadores, y una persona sin hogar es lo contrario», lamenta Marwan.
Coincide con él Jalis de la Serna, presentador del programa Enviado Especial que emite La Sexta y uno de los rostros conocidos que se quedó a dormir con los sintecho. «La mayor parte de la sociedad siente recelo hacia las personas sin hogar. Es un prejuicio porque nos puede ocurrir a todos. Hay problemas laborales, personales o disgustos familiares que te pueden hacer perder la capacidad de mantener tu entorno familiar y tu hogar», advierte el periodista.
De hecho, en su experiencia, «si te pones a hablar con estas personas descubres que tienen altos niveles culturales, están perfectamente formadas y simplemente han tenido una mala circunstancia». «Desde las instituciones se llevan a cabo políticas para paliar esto, pero está claro que no se hace lo suficiente», protesta.
Es algo que también señala Marwan, quien insiste en que las 30.000 personas que viven esta situación en España «son ciudadanos» y los políticos «los tienen que servir en vez de servirse a sí mismos». «Hay que atender a las personas sin recursos que son machacadas sistemáticamente por los gobiernos con las subidas de la luz o los alquileres. Es gente que se ha vuelto pobre porque el sistema les ha dado una patada», protesta. Y pone como ejemplo de acogida a «algunos cristianos que he conocido y practican lo que dicen». «El Papa le limpiaba los pies a los mendigos y eso es lo que tendríamos que hacer», concluye.
Soluciones políticas
Para Pedro Cabrera, profesor en la Universidad Pontificia Comillas y coordinador del recuento nocturno de personas sin hogar en Madrid, las demandas de Jalis de la Serna o Marwan podrían satisfacerse a través de políticas concretas que, en el caso de España, brillan por su ausencia. «Nuestro país no ha desarrollado un parque de vivienda pública que pueda alojar a las personas con dificultades sobrevenidas», señala.
En vez de abordar el problema del sinhogarismo con albergues provisionales para emergencias «que tienden a cronificar el problema», Cabrera exige «programas de alojamiento en vivienda que se han demostrado muy eficaces». Y pone un ejemplo exitoso del pasado. «Muchísima gente ha vivido en España durante años en un alquiler contenido, los famosos contratos de renta antigua». Sin embargo, como él mismo señala, este sistema se ha desmantelado progresivamente para ser sustituido por viviendas de protección oficial «que se acaban convirtiendo en viviendas en propiedad personal, por lo que el dinero público acaba siendo privatizado».
«Algunas empresas inmobiliarias y particulares se han beneficiado de esto provocando una debilidad institucional», señala. «Es un laberinto que ha permitido situaciones escandalosas en un país moderno, como poner en la calle a una persona de 90 años, con discapacidad intelectual o a una familia con varios niños», termina.
Uno de los grupos más esperados en The Big Sleep Out fue precisamente aquel encargado de cerrar la noche: Despistaos. Antes de subir al escenario, sus miembros saludaron a Diego, Mila y Artur, tres personas sin hogar a las que conocieron cuando visitaron en noviembre uno de los pisos de acogida de la Fundación Hogar Sí.
«Nos invitaron a conocer la labor que hacen, cómo funcionan, qué se puede hacer para acabar con esto y la propia gente de la casa nos hizo la merienda», explica Dani Marco, vocalista de la banda. «Tuvimos una charla muy bonita, cada uno nos contó su experiencia y tocamos unas canciones. Conocerlos de primera mano nos hizo estar mucho más volcados con esta causa», narra.
Durante su visita, él y sus compañeros conocieron Housing First, la metodología que utiliza Hogar Sí y que ya ha logrado erradicar el sinhogarismo en países como Finlandia. En vez de, hacer pasar a las personas sin un techo por un sistema de albergues en el que deben hacer colas en diversos puntos de la ciudad para desayunar, ducharse o dormir, esta estrategia consiste en «facilitar el acceso a una vivienda de manera totalmente incondicional, porque es un derecho humano al que hay que responder», explica Maribel Ramos, subdirectora de la fundación.
Esto se acompaña de los apoyos profesionales que las personas necesitan para su proceso de recuperación. «Los recursos tradicionales están muy centrados en la emergencia pero, si tenemos a una persona viviendo 20 años en la calle, eso ya no es una emergencia. Es como si, en el médico, para tratarnos de un cáncer solo nos vieran en urgencias», compara Ramos.
Sobre esta fórmula, los miembros de Despistaos aseguran que «se sabe que funciona y es barata comparada con lo que cuesta mantener albergues y comedores sociales». «Lo único que hace falta es que alguien la ponga en marcha», opina Dani Marco.