«Arrupe siempre actuó como un hombre fiel a Dios y a la Iglesia»
Este jueves se cierra la fase diocesana de la causa del exsuperior de los jesuitas, un «proceso importante para la misma Iglesia», según el postulador
El postulador de la causa de canonización de Pedro Arrupe, Pascual Cebollada, no conoce «ni por encima» el contenido de las declaraciones de los más de 70 testigos provenientes de Japón, Roma y España que han sido interrogados por el tribunal del Vicariato de Roma. La fase diocesana del proceso se clausurará este jueves, 117 aniversario del nacimiento del ex prepósito general de los jesuitas. En la lista «hay personas que podrían ser críticas con él y, además, el Vicariato podía llamar a testificar a cualquiera», asegura para demostrar que el proceso que arrancó el 5 de febrero del 2019 para tratar de fundamentar la fama de santidad del superior jesuita no ha sido un camino de rosas. Aunque no han tenido parones importantes, «la pandemia mató a tres testigos» que habían conocido a Arrupe en Hiroshima. Allí, el 6 de agosto de 1945, sobrevivió a la bomba atómica. Tras el fogonazo letal acondicionó el noviciado para atender a los heridos que llegaban con el cuerpo en carne viva.
- 1936: Es ordenado sacerdote en Marneffe (Bélgica) recién estallada la guerra civil española
- 1965: Participa en el Concilio Vaticano II y habla del ateísmo y las misiones
- 1980: Crea el Servicio Jesuitas a Refugiados (JRS)
- 1980: Decide renunciar como superior de los jesuitas pero Juan Pablo II le pide que no lo haga
En paralelo, la Comisión Histórica, que forman cinco expertos, ha recopilado todos los escritos de Arrupe, tanto los que ya se habían difundido como los inéditos. Entre 1965 y 1983, el período en el que fue general de los jesuitas, escribió a máquina «una media de 20 cartas al día». Muchas «no tienen nada relevante para la causa», pero tienen que ser revisadas por la Comisión Histórica. Un extenso compendio de más de 10.000 páginas que también incluye charlas y homilías. Además, dos censores teólogos designados por el tribunal han leído todos los libros y artículos —algunos solo en japonés— publicados por Arrupe, para garantizar que nada va contra la fe y las costumbres de la Iglesia católica.
Los historiadores —que han realizado un juramento de no falsificar o destruir documentos— han tenido que escarbar también en el Archivo Apostólico Vaticano. Aunque sus documentos posteriores a 1958, año en que falleció Pío XII, son confidenciales, para las causas «se hace una excepción». La conclusión es que Arrupe fue «una persona de una pieza», de gran coherencia, aunque esto no significa que no se equivocase. «En este proceso no estamos demostrando que era perfecto; ningún santo lo es», remacha Cebollada.
En los años 70, la Compañía de Jesús vivió bajo su liderazgo momentos de tensión que enfrentaron a dos corrientes: la que quería reformas a toda costa y la que quería dejarlo todo como estaba. Arrupe trató en todo momento de «adaptar el cristianismo a los nuevos tiempos», lo que despertó cierta preocupación dentro y fuera de la Compañía. Tanto san Pablo VI como san Juan Pablo II tenían plena confianza en él, afirma; pero hubo «situaciones controvertidas entre la Santa Sede y la Compañía de Jesús». Por estas tensiones, en 1980 decidió renunciar; pero Juan Pablo II le pidió que no lo hiciera. Un año después, Arrupe sufrió una trombosis cerebral que lo dejó impedido y el Papa nombró a un jesuita de su confianza, Paolo Dezza, como comisario para la Compañía. Dos años más tarde, se votó como superior a Peter-Hans Kolvenbach.
La idea central de su ministerio era que la fe en Dios ha de ir unida a la lucha contra las injusticias que pesan sobre la humanidad, algo que a la larga ha contagiado a toda la Iglesia. Por eso Cebollada defiende que «la opción preferencial por los pobres y la lucha por la justicia» de Arrupe no provenía de un sesgo ideológico, sino de la oración. «Rezaba de media dos o tres horas al día. Siempre actuó como un hombre fiel a Dios y a la Iglesia. Es una figura del posconcilio; por eso este proceso es importante para la misma Iglesia», asegura.
Terminada la sesión de clausura, todo el material recogido, dispuesto en cajas que serán selladas y lacradas, será trasladado directamente al Dicasterio de las Causas de los Santos, organismo competente para la segunda fase. Si no ha habido errores en el proceso, Cebollada calcula que en la primavera del 2025 se podrá elaborar la positio, una síntesis de la biografía con sus virtudes heroicas y un resumen de los testimonios recogidos.