Arrestada por haber hablado de Juan Pablo II
Entre los miles de fieles que acogieron entre el sábado y el lunes a Juan Pablo II en Kiev, se encontraba sor Leocadia, religiosa de la congregación de las Hermanitas del Corazón Inmaculado de María, quien experimentó los interrogatorios y las cárceles del KGB por haber cometido un terrible delito: hablar del nuevo Papa elegido en 1978.
La religiosa trabajaba en una fábrica textil en aquellos años. Tras la elección de Karol Wojtyla, sus compañeras religiosas consiguieron unas diapositivas del nuevo obispo de Roma. Una de las responsables de la fábrica le pidió a la religiosa que enseñara las diapositivas a su hija, que no era creyente. Pensaba que la imagen del Pontífice podría tocarle el corazón.
Me fui con la mujer a una aldea lejana en la región de Radomishl –recuerda la religiosa ucraniana–. Le mostré las diapositivas y le dije que sólo en nuestro país no se creía en Dios, pero que en el resto del mundo tenían lugar peregrinaciones preciosas. Entre las personas que me escucharon estaba el director de una escuela…
Al día siguiente, una hora después de llegar al trabajo, Leocadia fue convocada a la oficina de personal. La llevaron a las oficinas de la KGB.
Me dijeron que sabían lo que había hecho —recuerda—. Un sacerdote que había estado en prisión durante tres años, me había dado un consejo: «Niega todo y no tendrán las pruebas para condenarte. Si comienzas a discutir, estás perdida».
Me hicieron enfrentarme con la mujer que me había pedido el favor. Fue una escena de risa. La mujer comenzó a llorar y a pedir que me liberaran, diciendo: «No ha hecho nada malo, sólo nos ha mostrado la imagen del Papa». Yo respondí: «No sé nada, no he hecho nada, yo no estaba allí».
Nos dejaron en prisión toda la noche. Después, por falta de pruebas, nos liberaron, concluye la religiosa, quien sufrió interrogatorios mucho más frecuentes a mediados de los años ochenta.
Cuando el Papa llegó el sábado a Kiev, ella estaba en el aeropuerto. Le vio de cerca, pero no supo qué decirle, se echó a llorar.