Argüello, sobre Cataluña: «El llamado derecho a decidir no es moralmente legítimo»
Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal, publica una reflexión de cara a las próximas elecciones y detalla algunos puntos que los católicos deben tener en cuenta: defensa de la vida y del matrimonio, la atención a los más desfavorecidos, la acogida e integración de inmigrantes…
El obispo auxiliar de Valladolid y secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, acaba de publicar un artículo en la revista Ecclesia en el que hace una serie de reflexiones ante las próximas citas electorales que afrontan los ciudadanos de nuestro país, una decisión que, en el caso de los católicos, «ha de tener en cuenta la luz de la fe, la enseñanza de la Iglesia y los imperativos que de ellas dimanan». Y añade: «Muchas veces no habrá otra salida que la del bien posible, la del mal menor o la opción menos oscura, actitud siempre preferible a la de la indiferencia».
Entre las cuestiones que, según el también portavoz de la CEE, hay que tener en cuenta a la hora de votar están «los graves problemas surgidos en la organización territorial del Estado». «Tanto en el campo de la identidad nacional como en el de la identidad personal, el llamado «derecho a decidir» no es moralmente legítimo en sí mismo, pues supondría la absolutización de la voluntad de poder desvinculada de la moralidad del contenido de la decisión y del marco social e institucional donde se toma», explicó. En este sentido, denunció que se «entronizan los sentimientos y se reclaman como derechos», y pidió a los católicos que fomenten la cultura del encuentro.
Al margen de este tema concreto, las reflexiones del prelado tienen que ver con cuestiones sobre las que ha insistido siempre la Iglesia católica: la dignidad sagrada de la vida humana desde su inicio hasta su fin natural; el imprescindible apoyo a la familia fundada entre hombre y mujer abierto a la vida; el derecho de los padres a la educación integral de sus hijos; el reconocimiento del hecho religioso como algo bueno para la sociedad; la necesidad de atender a los más desfavorecidos y de buscar un nuevo pacto social; o la apuesta por la acogida y la integración de los inmigrantes.
El secretario general de los obispos dedica un punto a Europa, a la que anima a «reverdecer sus mejores raíces». «Europa como ámbito de paz y de promoción de los derechos fundamentales que siendo un proyecto donde los cristianos han de estar presentes. Quizá la construcción europea peque de exceso de burocracia y de resabios de ingeniería social en tantas de sus directivas; también de cierta cerrazón en la defensa de su situación privilegiada», apunta.
Para concluir, Argüello recuerda que «las obligaciones cívicas de los ciudadanos no se extinguen con el ejercicio del voto en unas elecciones», sino que tras acatar el resultado y respetar las instituciones «es obligado seguir colaborando al bien del cuerpo social». «Esto será difícil sin tener en cuenta lo que el Papa Francisco aconsejó el pasado 4 de marzo a un grupo de jóvenes políticos reunidos por la Pontificia Comisión para América Latina: «Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad»».